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El mundo|Jueves, 11 de septiembre de 2008
Philip Goldberg, experto en cortocircuitos

El hombre de la foto con un “para”

La expulsión del embajador Philip Goldberg marca el punto de máxima tensión de una etapa en la que la desconfianza y las acusaciones de conspiración por parte de La Paz fueron moneda corriente. “Espero que Goldberg no vuelva para unificar a la oposición, de cara al revocatorio, y ser articulador político de una oposición que no sabe qué hacer”, había dicho el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, tan sólo un mes atrás.

Formado en la carrera del Servicio Exterior estadounidense, Philip Goldberg presentó sus credenciales al presidente boliviano el 13 de octubre de 2006. Hasta entonces se había desempeñado como jefe de misión estadounidense en Pristina, Kosovo, cargo que llevó adelante desde 2004. Pero su llegada a La Paz no era su primera experiencia sudamericana. Entre 2001 y 2004 había sido consejero de la Embajada de EE.UU. en Chile.

El primer cortocircuito entre el diplomático y el gobierno del presidente Evo Morales llegó en noviembre de 2007. El ministro de Gobierno, Alfredo Rada, brindó una conferencia de prensa para divulgar una fotografía en la que Goldberg posaba junto a un delincuente colombiano. El diplomático se excusó asegurando que se trató de una foto casual, durante un evento social en Santa Cruz de la Sierra. Morales insistió con que el hombre de la foto era un paramilitar, pero el hecho no pasó a mayores.

Tres meses después Rada citó a Goldberg a su despacho, esta vez para pedirle explicaciones sobre un caso de espionaje. Durante más de tres horas el diplomático aclaró las de revelaciones de un becario estadounidense que había denunciado que Vincent Cooper, un empleado de la embajada, le había exigido que recopilara información sobre las actividades de los cubanos y venezolanos que trabajaban en el país andino en tareas de asistencia médica y campañas educativas. “El gobierno boliviano acepta las disculpas del embajador”, dijo entonces el canciller David Choquehuanca, aunque las sospechas de conspiración se mantuvieron presentes.

El 9 de junio, tras la revelación del ex presidente Sánchez de Lozada –acusado de genocidio– de que el gobierno estadounidense le había otorgado asilo, miles de vecinos de la ciudad de El Alto se manifestaron con piedras, palos y petardos ante la Embajada de EE.UU. en La Paz. Tras los hechos de violencia, desde Washington llamaron a su embajador a consultas, a modo de queja del apoyo de Morales a la protesta. Goldberg regresó dos semanas después. Rada manifestó su inquietud por el hecho de que, ante su vuelta, los opositores se reunieran con funcionarios de la embajada.

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