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El mundo|Jueves, 9 de octubre de 2008
El candidato republicano no conectó con la gente

La crisis estropeó el toma y daca

Por Juan Jesús Aznárez *

Desde Washington

La crisis económica y las numerosas prohibiciones del segundo debate presidencial impidieron que las 80 personas invitadas a su desarrollo en la Universidad de Belmont aplaudieran, abuchearan, gesticularan o manifestaran sus preferencias electorales. Fueron figurantes que apenas sirvieron a John McCain para demostrar su pegada en los formatos town hall (reunión de vecinos). El candidato republicano no pudo interactuar con los votantes, obsesionados por la crisis, no hubo con ellos un mínimo toma y daca. La mera exposición de propuestas volvió a beneficiar al licenciado de Harvard y aspirante demócrata: el hombre de la voz grave y bien timbrada, Barack Obama. Los contendientes aceptaron el corsé, y el moderador del town hall, Tom Brokaw, periodista de la cadena NBC, no hizo sino mantenerlo ceñido, sin permitir el diálogo con el público, ni las réplicas entre los aspirantes a la Casa Blanca, que fueron contadas.

El peripatético careo defraudó al bando republicano porque lo había imaginado animado y flexible, propicio para la capacidad de seducción de su jefe de filas en los espacios cortos, en la amigable charla vecinal. “Fue el debate peor moderado de la historia. La audiencia de la universidad y todos los norteamericanos deberían sentirse estafados”, según un asesor de McCain, que acertó con su cálido acercamiento a un veterano interesado en conocer si bombardearía Irán antes de que arme una bomba nuclear. El menor margen de maniobra de McCain era previsible, porque el debate incorporó restricciones ausentes en los frecuentes contactos del candidato republicano con sus electores, que en ocasiones revisten la modalidad de dinámicas conversaciones sobre variados asuntos de actualidad. “Pero el segundo debate presidencial no podía ser así. Había mucho en juego, el tiempo era muy limitado y las reglas del juego habían sido aceptadas por las dos partes, aunque es cierto que Brokaw parecía meter una pregunta suya por cada uno del público”, según el analista Byron Cork.

* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.

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