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El mundo|Lunes, 20 de octubre de 2008
EE.UU., ante el desafío de mostrar que dejó atrás un prejuicio cultural

Por encima del factor racial

El candidato afroamericano, Barack Obama, podría perder sufragios en su propio partido. Según un sondeo, un 17 por ciento de los electores blancos demócratas votarán por McCain. A la vez esto estimula la participación masiva de jóvenes y las minorías.

Por Juan Jesús Aznárez *
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A Obama se le dificulta el voto en la América profunda.

“¿Obama presidente? ¡Uf, no!” El motorista de la Harley Davidson estacionada junto a un 7-Eleven del condado de Macomb, próximo a la ciudad de Detroit, cabalga sobre el racismo. No le gustan los negros, el 12,1 por ciento de la población de Estados Unidos ni alberga dudas sobre el destinatario de su voto, el patriota blanco John McCain. El piloto de la emblemática moto made in USA no pertenece al segmento de indecisos que el próximo 4 de noviembre, en la intimidad de la cabina de votaciones, puede rendirse a los prejuicios raciales. Paul lo tiene claro: un negro, nunca. El racismo emparentado con las hogueras del Ku Klux Klan y la horca fue erradicado en este país hace cuatro decenios y la igualdad ante la ley obliga. Pero el racismo cultural e inconsciente aún cuenta. Y si aparece, el candidato demócrata, Barack Obama, perderá un buen número de sufragios. El motorista de la Harley, que iza en la grupa de la máquina la bandera de las barras y las estrellas, viaja por el estado de Michigan acompañado de su mujer y de otros cuatro amigos, también emparejados y menos radicales en sus planteamientos. Todos pisan los cincuenta. Mientras toman café, comentan las últimas novedades del equipamiento y magnifican las prestaciones de sus motores, que adquieren la categoría de superlativos ante el mirón extranjero. ¿Y las elecciones? ¿Ganará Obama? “Yo creo que no, pero lo voy a votar”, dice Lina, embutida en una chaqueta de cuero con una calavera estampada en la espalda. “No le será fácil ganar por el sur. Yo nací en un pueblo de Texas y allí no es fácil para un blanco apoyar abiertamente a un negro.”

Las cosas son así en la Norteamérica profunda y en una encuesta de la Universidad de Stanford: un tercio de los electores del Partido Demócrata confiesa negativas percepciones sobre la población negra por considerarla proclive a la pereza, la violencia y la irresponsabilidad. Ese grupo votó por Hillary Clinton en las primarias demócratas de mayo y hay dudas sobre cómo vaya a hacerlo el mes próximo. Un sondeo de AP-Yahoo News ha cuantificado el porcentaje de las presumibles deserciones: el 17 por ciento de los blancos demócratas apoyará a McCain.

Pero este factor a la vez beneficia a Obama al estimular la masiva inscripción electoral de los jóvenes blancos enamorados del cambio y contribuye a atrapar más del 90 por ciento del voto negro, ‘el de los suyos’, tradicionalmente demócrata. Probablemente también se llevará el apoyo de la mayoría de los hispanos y de otras minorías étnicas: el 25,3 por ciento de la población de la torre de Babel estadounidense, habitada por poco más de 300 millones de personas. ‘Estados Unidos tiene lo mejor y lo peor de todo el mundo’, según el resumen del conductor de un transporte público en Washington, DC, habitada por cerca de 600.000 personas, el 55,4%, negro, y el 31,6%, blanco. La historiadora Elizabeth Durhman cree que, subjetivamente, importa menos el pensamiento de la gente sobre el racismo como preguntarse “por qué no estamos listos para poner fin a la elección de políticos millonarios, blancos y dueños de petroleras, y por qué no estamos listos para elegir a políticos que nos hagan reflexionar acerca de quiénes somos como país”.

* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.

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