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El mundo|Martes, 30 de junio de 2009
Opinión

Una sola voz en la región

Por Andrés Fontana *
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Estados Unidos, Brasil, la OEA, el Mercosur, el Grupo de Río, cada uno de los presidentes de los países de nuestra región, todos condenaron la destitución del presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya. Todos llamaron golpe de Estado a esa acción ordenada políticamente y ejecutada con uso de la fuerza militar. ¿Había otra forma de llamarla? Seguramente, si los objetivos políticos del orador lo requieren.

Así fue tantas veces en nuestra historia. Pero esta vez no hubo matices ni consideraciones ad hoc. El presidente Obama reclamó el restablecimiento del Estado de Derecho y el respeto de los principios de la Carta Democrática Interamericana. Señaló, además, que la resolución del conflicto debía alcanzarse sin interferencias ni presiones externas.

El presidente Chávez reaccionó precipitadamente en su condena del golpe e involucró al “imperialismo” –probablemente recordando la intentona de golpe que sufrió él mismo hace siete años–. Pero cuando habló no contaba aún con la información sobre Obama y se corrigió rápida y caballerescamente. Reconoció además como “importante” (sic) la postura adoptada por el presidente norteamericano.

Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil y hoy uno de los líderes más importantes de la región, aseguró que no reconocerá ningún gobierno de Honduras que no esté encabezado por Zelaya. Hizo alusión al voto popular y las reglas democráticas y advirtió que Honduras quedará aislada de la región si el presidente constitucional no es repuesto en su cargo. Lula comentó además que había consultado con sus pares, los presidentes de Paraguay, Fernando Lugo, y de Chile, Michelle Bachelet –esta última, presidenta pro témpore de Unasur, la Unión de Naciones Sudamericanas–.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, se manifestó de igual manera, en consonancia con los mandatarios de México, Uruguay y otros países de la región. La Unión Europea, la ONU y líderes de diversas latitudes se manifestaron de manera similar.

No deja de llamar la atención una condena tan rápida y unánime en un escenario internacional heterogéneo y convulsionado. Pero lo que más llama la atención, muy positivamente, es la homogeneidad de la condena hemisférica. Si hubo diferencias, se vieron en el comentario siguiente a la condena, donde predominan la mesura o la extravagancia. Pero eso es secundario. Se trata de estilos y de audiencias, pero no de matices acerca de la acción, caracterizada como golpe, y de sus consecuencias, aislamiento y presión regional e internacional.

Esto nos habla bien de nuestra región y su evolución a lo largo de estos años. Sólo cabe agregar que la acción política de quienes derrocaron al presidente Zelaya, lo encerraron en un avión y lo enviaron a un país cercano, empleando a personal de las Fuerzas Armadas de Honduras, no sólo atenta contra la institucionalidad democrática de ese hermoso y querido país, que sin duda es lo más grave, atenta también contra el proceso de recuperación y profesionalización de las fuerzas armadas en nuestra región. Un proceso lento y sinuoso, pero de suma importancia para la estabilidad regional y las vinculaciones internacionales de nuestros países.

* Decano de Estudios de Posgrado de la Universidad de Belgrano.

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