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El mundo|Sábado, 4 de julio de 2009
Controlan los tres poderes y los medios y parte de la población los apoya

Se afirma el poder de los golpistas

A pesar de tener los días contados por el unánime repudio internacional, el gobierno de facto que se instaló en Honduras tiene la aprobación de los dos partidos mayoritarios. Vuelve la guerra fría a la región, asegura un analista.

Por Blanche Petrich *
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Un chico de la calle habla con un militar cerca del Congreso en Tegucigalpa.

A nivel internacional, el golpe de Estado en Honduras está “abortado”; el repudio mundial y la ofensiva diplomática “son irreversibles”. Pero, advirtió el periodista Manuel Torres, internamente les está funcionando. “El gobierno de facto tiene el control de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y un dominio férreo de los medios de comunicación. También, hay que reconocerlo, a causa de la desinformación un sector de la población les responde a ellos”, explicó.

Torres es un veterano del periodismo crítico hondureño y analista reconocido. “A juzgar por la forma como las fuerzas golpistas de Honduras están agitando el discurso del antichavismo para justificarse, como en el pasado esa misma clase política esgrimió el anticomunismo, lo que estamos viendo en Honduras estos días es el primer capítulo de la nueva guerra fría en la región”, señaló en una entrevista telefónica.

El investigador del Centro de Documentación de Honduras (Cedoh) también aseguró que desde las primeras horas del golpe de Estado las marchas y contramarchas en Tegucigalpa reflejaron la extrema polarización de la sociedad. “No es una polarización de ahora, sino como una condición que los políticos alentaron desde hace años. Y en este marco de sociedad dividida, el bloque de ultraderecha tiene la ventaja de contar con el respaldo de la alianza empresarial, mediática y militar.”

La decisión de derrocar a Zelaya fue respaldada por los dos partidos mayoritarios, el Nacional y, significativamente, el Liberal, que decide derrocar a uno de los suyos. Torres describió a los partidos políticos hondureños como “caparazones carcomidos”. Citó, como ejemplo, la cifra de votos obtenidos por los dos principales en las últimas elecciones presidenciales de 2005: el PL ganó apenas con 16 por ciento y el Nacional perdió con 14 por ciento.

Además advirtió que hay que entender la actual crisis como una de orígenes múltiples; no puede verse en blanco y negro. En su opinión la crisis se gestó en un contexto generalizado de irrespeto a las instituciones constitucionales y a la legalidad. “Contexto del que el presidente depuesto Manuel Zelaya también fue partícipe. El golpe de Estado es reprobable desde todos los ángulos, pero eso no hace a Mel un gran demócrata”, sentenció.

Como ejemplo de situaciones en las que la clase política actuaba fuera de la ley mencionó a los dos principales candidatos a la presidencia para los comicios del 27 de noviembre, Porfirio Lobo, del PN, y el vicepresidente Elvin Santos, del PL. Ambos fueron ratificados por el tribunal electoral, aunque ambos estaban legalmente impedidos para contender. Otro dato a tener en cuenta es la profundización de la brecha social. La riqueza está cada vez más concentrada en grandes bloques, como el de los empresarios de la electricidad y los medios.

“Hacia mediados del año pasado Zelaya tuvo la habilidad de percibir la necesidad de un cambio y empezó a virar su discurso, con un contenido más antioligárquico. Yo creo, sin embargo, que le faltó recorrer la enorme distancia entre las palabras y los hechos. Su acercamiento al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y a las políticas del ALBA despertaron aquí a los viejos fantasmas anticomunistas de la derecha más recalcitrante. La fuerte reacción en su contra no fue tanto por sus acciones, sino por lo que decía, por el temor de lo que pudiera hacer”, explicó el analista.

Tres escenarios; todos negativos

De ahí el maniqueísmo que domina el debate político y que precedió a la ruptura. De ahí, también, que en opinión de Torres la reinstalación de Zelaya no puede darse en las condiciones que prevalecían antes del 28 de junio, sino con una propuesta distinta. El problema, reconoció, es que no hay quién la formule.

Para el analista el repudio internacional a la ruptura legal es fundamental para reencauzar la institucionalidad, pero mostró sus reservas hacia la estrategia de aislamiento, especialmente las medidas como el bloqueo comercial que impusieron los vecinos centroamericanos que directamente afectaron a los sectores populares. “La gente en Honduras está hoy más pobre que nunca. Por primera vez no hay presupuesto de egresos e ingresos y las instituciones públicas no tienen ni para pagar el salario de los servidores públicos. Esta crisis hace avanzar el estado de calamidad social”, aseguró.

Según su perspectiva, éstos son los escenarios posibles para los próximos días:

“Uno, que regrese Zelaya y se ejecute la orden de captura en su contra. En este momento ya están armados 41 procesos para encarcelarlo y el gobierno de facto tiene de su lado al Poder Judicial. Su captura significará una imprevisible ola de violencia que con seguridad dejará un saldo trágico. Representa la consolidación de un régimen autoritario con abusos de poder.

“Dos, que regrese y no lo capturen, por conveniencia política; pero que no se abra el espacio ni para su reinstalación en la presidencia ni para el reconocimiento de Roberto Micheletti. Las consecuencias serán las mismas: violencia.

“Entiendo que el menos malo de los escenarios sería una negociación entre las dos partes confrontadas antes del retorno del presidente. Pero no se ha dado ni un paso en este sentido”.

–¿Hay indicios?

–No. Por el contrario, el gobierno golpista está envalentonado.

* De La Jornada de México. Especial para Página/12.

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