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El mundo|Lunes, 22 de abril de 2013
Horacio Cartes, nuevo presidente

Pasado turbio

Dueño de un emporio empresarial y de un turbio pasado, Horacio Cartes entró en el Partido Colorado en 2009 y consiguió en apenas tres años hacerse de su liderazgo y con la presidencia de Paraguay.

Cartes fundó en noviembre de 2010 el movimiento interno Honor Colorado (HC, siglas también de su nombre y apellido), que contó con fuerte oposición de dirigentes históricos del partido a los que, uno a uno, se fue ganando para su causa.

Nacido en Asunción el 5 de julio de 1956, Horacio Manuel Cartes Jara completó la educación secundaria y se trasladó a EE.UU. para hacer una pasantía en Kansas con la Cessna, empresa de la que su padre era representante en Paraguay. Con 19 años, según su biografía oficial, regresó a Paraguay y “comenzó sus actividades de emprendimiento comercial” en una casa de cambios que después se convirtió en el Banco Amambay, pilar de un emporio de 25 empresas (tabacos, bebidas, ganadería, transporte, comercio) que da hoy empleo a unas 3 mil personas. Cuatro años estuvo fugado en su juventud acusado de participar en un esquema ilegal de obtención de dólares preferenciales, pero sus abogados aseveran que fue un “perseguido” de la dictadura de Alfredo Stroessner, a cuyo término en 1989 Cartes regresó, “se dio por detenido y demostró su inocencia”.

A lo largo de la pasada década, lo investigaron en Brasil, y también la DEA estadounidense, por lavado de dinero y contrabando de cigarrillos, y en Paraguay por la aparición de cargamentos de droga en alguna de sus propiedades, mas, como destacan sus representantes, nunca fue procesado.

“Yo no estaría pretendiendo ser presidente si tengo relación con narcotraficantes y tampoco pretendo legalizar nada”, expuso Cartes en una entrevista durante la campaña.

El ex presidente paraguayo Nicanor Duarte dijo que, con su ingreso en la Asociación Nacional Republicana (ANR o Partido Colorado), comenzaba “la era de la pornografía política” y la presidenta del partido, Liliín Samaniego, aireó sus vínculos con el narcotráfico, pero ambos terminaron sumándose a su proyecto.

Fernando Lugo lo acusó de orquestar el juicio político en el que fue destituido como presidente. Y su rival por la presidencia en los comicios de ayer, el liberal Efraín Alegre, además de llamarlo “narco”, se burlaba de que es un “muñeco” que se tiene que aprender de memoria los discursos.

Una costosa campaña de publicidad consiguió trasladar a buena parte de la ciudadanía una imagen de frescura campechana y una promesa de eficacia frente al “prebendarismo” tradicional de la clase política paraguaya.

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