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El mundo|Miércoles, 29 de julio de 2015

“Fue un hecho ejemplar”

Por Darío Pignotti

A mediados de la década del ’80, los primeros presidentes civiles tras el fin de las dictaduras, Raúl Alfonsín y José Sarney, coincidieron en que la incipiente asociación argentino-brasileña, germen de la posterior integración regional, requería superar las desconfianzas nucleares alimentadas por los militares. “Tuvimos una colaboración inmensa de parte del presidente Alfonsín, que me convidó a la usina de Pilcaniyeu, donde los argentinos hacían pruebas nucleares. Así él abrió la caja negra para los brasileños”, recordó el ex gobernante. Tiempo después “invité a Alfonsín a la Usina nuclear de Aramar (de la Marina, en el interior de San Pablo). Fue un hecho ejemplar. Fui a la ONU, donde anuncié que no hubo en la historia del mundo un caso de dos países que abrieran sus pesquisas nucleares”. Sarney citó el acontecimiento “histórico” en un libro publicado en 2005, en el que repasa los sueños atómicos del último dictador, Joao Baptista Figueireido, a cuyas órdenes trabajó el ahora detenido almirante Otthon Luiz Pereira da Silva.

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