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Desde La Habana
Fue un encuentro con mucho de simbólico. Los otros papas que visitaron Cuba también se reunieron con Fidel Castro, pero en ese momento él era el presidente. Esta vez, aunque ya no lo sea, el papa Francisco quiso reunirse igual con el comandante de la Revolución, de 89 años. Fidel Castro acudió a la Nunciatura acompañado por su mujer, hijos y nietos que le dieron al encuentro un ambiente familiar. Hablaron un poco sobre temas generales –“las grandes cuestiones del mundo de hoy”, se definió– e intercambiaron obsequios.
Como toda actividad de Fidel Castro en los últimos años, no se anuncia y se la conoce una vez que está cumplida. El vocero Federico Lombardi llegó a la sala de prensa armada en el Hotel Nacional para confirmar el encuentro que desde hacía algunos minutos ya circulaba como fuerte versión. Luego se conocieron las imágenes, en las que se ve a Fidel Castro, de equipo de gimnasia azul con tiras blancas, saludando al Papa en una habitación sencilla de paredes celestes. El Papa, en un sillón, escuchando atentamente las explicaciones de Fidel sobre el obsequio, comentando sobre otras cuestiones.
En el Vaticano recordaban que en la visita de Benedicto XVI, Fidel –curioso incorregible– le había hecho preguntas sobre diversos temas y en la despedida le había pedido que le mandara cosas interesantes para leer. El deseo lo cumplió Francisco. Le llevó dos libros del catequista y divulgador religioso italiano Alessandro Pronzato: La boca se nos llenó de risas –que trata sobre el humor y la religión y la actitud alegre en la vida– y Evangelios modestos –una serie de reflexiones breves–. Pronzato ya tiene publicados más de 50 libros y es todo un personaje en Italia.
Fidel Castro comparte con Francisco la formación con los jesuitas. Fidel estudió en el Colegio Belén en La Habana. Luego del triunfo de la Revolución, y la consiguiente prohibición de la religión, el colegio fue expulsado y se reestableció en Miami, donde continúa como uno de los colegios religiosos más prestigiosos. Ayer, el Papa sorprendió a Fidel con un libro y dos CD con las enseñanzas del padre español Armando Llorente, el antiguo educador jesuita del comandante. El mito acerca de la relación especial que mantuvieron asegura que ambos conservaron la correspondencia aún después del exilio. Llorente recordaba que una vez Fidel Castro se había tirado al agua para salvarlo de la corriente. “Esas cosas no se pueden olvidar”, recordaba el padre cuando lo consultaban. Francisco también le llevó las encíclicas que elaboró durante su papado: la apostólica Evangelii gaudium y la dedicada a los temas medioambientales –una preocupación histórica de Fidel– Laudato si.
El líder cubano, por su parte, le entregó Fidel y la religión, el libro que escribió el teólogo brasileño Frei Betto en 1985, quien se encuentra por estos días en La Habana y no deja de hablar maravillas de Francisco. Incluso se pronunció a favor de que le entreguen el Nobel de la Paz. “Para el papa Francisco en ocasión de su fraternal visita a Cuba. Con admiración y respeto del pueblo cubano”, se lo dedicó Fidel al Papa, quien agradeció el gesto.
Jorge Bergoglio siempre fue un analítico del pensamiento de Fidel Castro. En el libro que escribió a propósito de la primera visita papal a Cuba –Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro– destacó el giro que había experimentado el líder cubano en su manera de pensar, que pasó de ver al catolicismo como un elemento contrarrevolucionario a encontrar una serie de coincidencias entre los propósitos del comunismo y la doctrina de la Iglesia respecto a la justicia social y la dignidad humana.
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