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El mundo|Martes, 6 de abril de 2004
LOS TERRORISTAS HABLARON CON SUS FAMILIARES ANTES DE INMOLARSE

La última llamada en el piso de Leganés

Algunos de los terroristas islamistas telefonearon a sus familias, antes de suicidarse en el piso de Leganés, para comunicarles su intención de inmolarse, según fuentes de la investigación. Uno de ellos sería Jamal Ahmidan, El Chino, presunto jefe del comando que colocó las bombas en los trenes el 11-M. Los investigadores saben que un familiar intentó, en vano, convencer a uno de los terroristas para que no adoptara tan dramática determinación. Pese a estar cercados y rodeados por un ejército de policías, los terroristas emplearon sus últimos minutos de vida en invocar a Alá.
Los encargados de las pesquisas aún no han logrado aclarar dónde fueron robados los explosivos que los islamistas tenían en su poder. Sin embargo, han llegado a la conclusión de que al menos tenían en su poder en torno de 200 kilos de dinamita Goma 2 ECO. Unos 150 kilos los utilizaron para perpetrar la matanza de los trenes de Cercanías el 11-M; otros 12 los emplearon para la bomba que tenían previsto hacer estallar al paso del AVE por las inmediaciones de Mocejón (Toledo) y el resto estaría en el piso de Leganés. Los seis terroristas que estaban escondidos en el piso fueron alertados de la llegada de la policía por los hermanos Rachid y Mohamed Oulad, quienes supuestamente estaban en las inmediaciones. Durante el asedio, los cercados dispararon centenares de tiros antes de despedirse de su familia e inmolarse.
Los técnicos iban a decidir ayer sobre la posible demolición del edificio en el que se suicidaron con explosivos terroristas del 11-M causando graves destrozos. El alcalde de Leganés, José Luis Pérez Ráez, aseguró ayer que los informes municipales y de la Comunidad de Madrid de los que dispone “no coinciden” en cuanto al grado de afectación que sufre la estructura del edificio, en el que están los portales 38 y 40 de la calle de Carmen Martínez Gaite, por lo que “no está claro que sea necesaria” su demolición. El vicepresidente segundo de la Comunidad de Madrid y consejero de Justicia e Interior, Alfredo Prada, afirmó que los trabajos de desescombro y apuntalamiento del edificio de Leganés “serán lentos” porque habrán de hacerse teniendo en cuenta que a la vez continúan las investigaciones policiales.
Tras el sangriento desenlace de la operación de Leganés, diversos sectores de la policía se preguntan si el asalto por parte del GEO (Grupo de Operaciones Especiales) era la única o la mejor alternativa para reducir a los terroristas. Algunas de estas fuentes barajan la posibilidad de haber prolongado el cerco del grupo criminal, hasta obligar a sus integrantes a rendirse tras el asedio. Sin embargo, un alto cargo de Interior afirma que la decisión adoptada fue la que se consideró como más acertada. “Si hubiésemos decidido prolongar el asedio durante horas o días –sostiene este alto cargo–, habríamos estado expuestos a que los terroristas hirieran o atacaran a tiros o a bombazos a los agentes que estaban rodeando el edificio o al resto del vecindario. Y entonces, los ciudadanos nos habrían reprochado, con razón, no haberlo impedido.”
Los 11 geos que intervinieron en Leganés tenían la orden taxativa de “no entrar” en la vivienda antes de estar completamente seguros de que no había riesgos, según mandos policiales. Cuando se produjo la mortal explosión, un grupo de geos al mando del subinspector Francisco Javier Torronteras estaba muy cerca de la puerta del piso. Al parecer, los policías se habían aproximado después de que uno de los terroristas asegurase que estaban dispuestos a rendirse.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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