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El mundo|Domingo, 4 de noviembre de 2012

Is it the economy, stupid?

Por Horacio Verbitsky

Esta es la primera campaña presidencial en que las grandes empresas pueden hacer aportes ilimitados, siempre que no sean en forma directa a los partidos sino a los denominados Comités de Acción Política, PAC, que hace dos años la Corte Suprema denominó “independientes”. Esto produjo un violento desequilibrio en favor de los republicanos. Según el Center for Responsive Politics ya se canalizaron más de quinientos millones de dólares hacia los candidatos conservadores y menos de la mitad hacia los liberales. Los PAC tampoco tienen los límites morales de los partidos: un aviso mostró a Obama prosternándose ante un jeque árabe y otro sostuvo que el presidente era el hijo bastardo del dirigente negro comunista Frank Marsall Davis. Según el profesor de periodismo de la Universidad de Columbia Thomas B. Edsall, esto puede destruir a los partidos, ya que los líderes de los PAC, como Karl Rove, el inescrupuloso asesor de W. Bush, manejan recursos muy superiores. Tanto los diarios The New York Times y The Wall Street Journal como las encuestadoras Bloomberg y Pew afirman que la decisión de voto se tomará por cuestiones económicas y de empleo. En uno de los análisis más completos sobre las perspectivas electorales, el consultor Alan Stoga sostuvo que desde 1968, cinco de los seis presidentes que intentaron la reelección no lo lograron cuando la desocupación pasó del 6 por ciento. Desde 1948, hubo 82 meses en los que superó el 8 por ciento y más de la mitad (43 meses) ocurrieron durante el gobierno de Obama. Conclusión: Obama debería perder por paliza, cosa que ninguna encuesta vaticina. Los salarios representaban el 53 por ciento del Producto Interno Bruto en la década del ’70 y el 44 por ciento ahora, mientras las utilidades de las empresas crecieron desde los ’80, del 2 al 9 por ciento del PIB. Stoga muestra que la clase media se redujo del 61 al 51 por ciento del total de adultos y a medida que se produjo esta creciente desigualdad de ingresos aumentó la polarización política que, a su vez, destruyó el centro político.

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