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El mundo|Sábado, 3 de septiembre de 2005
UN SENADOR EVALUO QUE LOS MUERTOS PODRIAN SER UNOS DIEZ MIL

La tragedia que no encuentra fin

El alcalde lanzó un pedido desesperado de ayuda. La ciudad está militarizada. Se sumaron soldados del ejército que acaban de venir de Irak. Tienen orden de tirar a matar a los saqueadores.

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Soldados vigilan la ciudad con edificios que se incendiaron.
Y al cuarto día el alcalde dijo: “¡Alguien debe poner su fucking culo en un avión, venir hasta aquí y resolver estas cuestiones en el acto!”. Y así sucedió. La tragedia en la que está sumida la vieja Nueva Orleans luego del paso del huracán Katrina dejó 228 muertos admitidos oficialmente, aunque un senador del partido oficialista caló más hondo –no sólo en la cifra sino en el propio gobierno– al estimar que la cantidad de víctimas fatales podría ascender a las 10 mil. El Congreso estadounidense aprobó fondos especiales para la ayuda humanitaria que fue recibida desesperada y descontroladamente por los refugiados. No obstante, los saqueos continúan y la ciudad está militarizada de tal modo que hasta llegaron soldados que acaban de regresar de Irak. Las estadísticas indican que la evacuación de personas superó a la ocurrida durante la Guerra de Secesión. Y las mediciones economicistas estiman las pérdidas en 100 mil millones de dólares.
El alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, sacudió al denunciar que “se discute largamente la posible utilización de colectivos escolares, cuando todos los colectivos del país deberían ser puestos a disposición. Hagan el favor –pidió– de traerlos acá de una buena vez (...) Murieron miles de personas y cada día mueren otras miles, ¿y no somos capaces de organizar la ayuda?”. Dicho eso, largó por televisión su frase sobre el trasero de algún funcionario y el avión.
Ayer fue justamente el día en que llegaba el presidente George W. Bush (ver páginas 2/3), que sumó en el lugar a 14 mil soldados de la Guardia Nacional enviados por el Pentágono y 300 que estuvieron en la invasión a Irak; a ellos se les agregarán otros 16 mil en los próximos días. Steve Blum, teniente general de la Guardia, aseguró que los hombres que llegaron hasta Nueva Orleans están preparados para acabar con la violencia “de una forma rápida y eficiente”. “Disparar a matar”, es la orden para los soldados que vean a alguien robando. “Los militares que arribaron hoy a la zona tienen experiencia de guerra, están armados con fusiles M-16 y saben disparar y matar, así que espero que lo hagan”, afirmó la carismática gobernadora de Louisiana, Kathleen Blanco.
Si bien la llegada del ejército ayudó a controlar los saqueos y actos de violencia, el colapso atacó por otros frentes. Se detectó una seguidilla de incendios en el Barrio Francés, casi al mismo tiempo que estalló un depósito ferroviario, al parecer, con productos químicos. Los socorristas informaron que, a pesar del riesgo, no se formó una nube tóxica. Sobre la ciudad se elevaban humo y llamas que también se podían ver desde varios kilómetros de distancia, hacia donde se envió ayuda especializada. Pero a los bomberos se les hace difícil el combate contra esas eventualidades debido a la falta de presión en las bocas contra incendios y por la imposibilidad de conducir camiones cisterna por las calles inundadas. Y a esas trabas se le suma la de los cuerpos que flotan por las calles junto con desechos y mosquitos.
El gobierno decidió que las 20 mil personas que aún quedan refugiadas en el estadio de fútbol Superdome deben ser evacuadas en las próximas 24 horas. Los autobuses evacuaron a 3500 personas y las llevaron a Texas. La Guardia Costera rescató a unas 3 mil que se encontraban varadas en las zonas costeras de los estados de Alabama, Mississippi y Louisiana. Las autoridades de Texas declararon “completo” –con 11.375 evacuados desde Nueva Orleans– al estadio “Astrodome” de Houston, motivo por el cual comenzaron a desviar a otras localidades el flujo de damnificados.
El gobierno de Bush detuvo en 228 la cifra de los muertos. Pero el senador David Vitter arriesgó un poco más: “Supongo que (la cuenta) empezará en 10.000”, estimó. En tanto, sus pares en la Cámara de Representantes aprobaron un paquete de ayuda urgente de 10.500 millones de dólares para paliar los daños. Tras la aprobación, el líder de la mayoría en el Senado, Bill Frist, dijo que el dinero era apenas un adelanto para ayudar a la golpeada región que podría tardar años en ser recuperada. Por su parte, la ONU creó un grupo de gestión de crisis para atender las consecuencias de Katrina. El cuerpo está integrado por expertos y se encargará de la elaboración de un plan de ayuda “coherente y rápido”, según lo afirmó la portavoz de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU, Elizabeth Byrs. El objetivo es preparar con la suficiente antelación un plan de asistencia para el caso de que las autoridades estadounidenses juzguen conveniente la intervención de Naciones Unidas.
Mientras tanto, en Mississippi, los médicos forenses en la zona costera llevan a cabo las autopsias en estacionamientos de automóviles, porque la única luz disponible es la del sol.
Tal como lo suelen hacer quienes dimensionan las tragedias en billetes, la empresa de análisis de riesgo estadounidense Risk Management Solutions (RMS) estimó que los daños totales causados por Katrina superan los 100 mil millones de dólares. Al menos el 50 por ciento de las pérdidas económicas se deberían a la inundación de Nueva Orleans. Los calculadores habían valuado las consecuencias en 25 mil millones, pero eso fue el lunes.
“Teníamos cadáveres sentados junto a nosotros durante días. Siento como si me fuera a morir. La gente va a matarte por agua”, contó Thomas Jessie, de 31 años. Para dimensionar la catástrofe, los memoriosos y numerólogos afirmaron que el millón de personas evacuadas en la zona del delta del río Mississippi constituye el mayor movimiento de ciudadanos norteamericanos ocurrido en Estados Unidos desde los tiempos de la Guerra de Secesión. En términos numéricos, es mayor a la evacuación provocada en 1906 por el terremoto de San Francisco, que redujo la ciudad a un montón de ruinas, o la de los años 30 por la Gran Depresión.

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