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El mundo|Lunes, 19 de septiembre de 2005
LA ECONOMIA, EN EL DESENLACE POSTERIOR AL VOTO

Tiempo de sumar (o restar)

Por Mercedes López San Miguel
La elección de ayer mostró que el electorado alemán fue más fragmentado que en otras votaciones generales en la historia reciente, un reflejo de la ansiedad desparramada por el alto nivel de desempleo en la locomotora de Europa, así como una falta de confianza tanto en Merkel como en Schroeder para que lideren el país. Los beneficiarios ad hoc fueron los partidos minoritarios: el liberal obtuvo 10 por ciento y el nuevo Partido de Izquierdas 8, por ciento –que capitalizó el descontento de la izquierda por los programas de reformas del canciller–.
El desempleo del 11,4 por ciento fue, de hecho, el tema que articuló la campaña electoral. Schroeder, que no introdujo su reforma laboral hasta 2002, aboga por continuar en la misma línea. En su programa buscó contentar al sector más a la izquierda de su electorado, que lo acusa de haber destruido el estado del bienestar, con algunas concesiones como el impuesto para ricos. Para –de lograrla– la próxima legislatura propone bajar un poco más los impuestos a las empresas para incentivarlas a la creación de empleo. La receta de la democristiana Angela Merkel incide también en quitarle cargas a las empresas. Pretende bajarles los impuestos y reducir los costos laborales. Para financiar estas medidas la Unión Cristiano Demócrata ha decidido aumentar el IVA dos puntos, hasta el 18%.
La CDU quiere flexibilizar el despido y permitir acuerdos tarifarios en el seno de las empresas sin que empleador y trabajadores estén sujetos al convenio regional o nacional negociado por los sindicatos. Sus socios, los liberales –conocidos por ser pro-empresa–, optan lógicamente en su programa por eliminar subvenciones a empresas y sectores deficitarios. El partido liderado por Guido Westerwelle quiere desmontar la Agencia Federal de Empleo y dedicar los fondos que ésta invierte en la tramitación de puestos de trabajo a la formación e investigación. Por su parte, los Verdes –de Joschka Fischer– también consideran urgente reducir los costos laborales, que financiarían subiendo los impuestos a los ricos -apuestan por introducir un salario mínimo que no cuantifican–. Por último, el Partido de Izquierdas –formado en la carrera para esta elección y conformado por ex comunistas de Alemania del este y ex renegados de los socialdemócratas, incluido Oskar Lafontaine, ex ministro de Economía del gabinete de Schroeder– desea aumentar los ingresos de los trabajadores para que consuman más, siendo que con una mayor demanda interna crezca la economía.

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