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El mundo|Lunes, 5 de junio de 2006

Alan García, un hombre con cuentas pendientes que busca revancha

El presidente más joven del Perú inicia su segundo gobierno con un legado poco feliz. Su primer mandato había terminado en un caos de violencia terrorista, corrupción y violaciones a los derechos humanos.

Por C. N.
Desde Lima
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García nació en una familia de clase media aprista. El presidente peruano se casó con una argentina.

Llegó por primera vez a la presidencia a los 36 años en 1985 y su gobierno culminó cinco años después en medio de una de las más graves crisis políticas y sociales que recuerde el Perú. Hiperinflación, corrupción, crecimiento del terrorismo maoísta del grupo Sendero Luminoso y violaciones a los derechos humanos, fueron la marca de ese gobierno de Alan García, quien con su victoria de ayer retorna al poder después de 16 años, la mitad de los cuales los pasó en el exilio, entre París y Bogotá, perseguido por el régimen autoritario de Alberto Fujimori (1990-2000).

A pesar de tantos males acumulados en su pasado gobierno, García logró ayer la proeza de retornar al poder.

Gran parte de la explicación se encuentra en el miedo que el ex comandante Ollanta Humala, su rival, desató en las clases medias y más acomodadas del país, que terminaron votando en el ballottage por García, pero sin entusiasmo. Esos votos se sumaron al 25 por ciento que García obtuvo en la primera vuelta y le dieron la victoria final, a pesar de haber sido el segundo, con cerca de 900 mil votos menos que Humala. En la primera vuelta, García ha señalado que en su segunda presidencia buscará una reivindicación histórica. Es que no quiere que se lo recuerde por lo que hizo entre 1985 y 1990 sino por lo que hará entre el 2006 y el 2011.

Alan García nació en 1949 y militó desde su niñez en la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), que fuera fundada por Víctor Raúl Haya de la Torre en 1923, estando en el exilio en México. García creció en una familia de clase media, con los sobresaltos de la política. Su padre y su madre fueron militantes apristas. La militancia de su padre lo llevó a prisión durante la dictadura militar del general Manuel Odría (1948-1956). García conoció a su padre en esa cárcel, ubicada por esos años en el mismo lugar donde casi 60 años después cerraría su campaña que lo llevó de retorno al poder.

Había estudiado Derecho en el Perú y en los años ’70 viajó a París y a Madrid, donde conoció a su actual esposa, la argentina Pilar Nores, una economista nacida en Córdoba con quien tiene cuatro hijos, tres mujeres y un hombre, el menor, de 18 años. García tiene otra hija de su primer matrimonio. El nuevo presidente peruano iniciará su gobierno el próximo 28 de julio con una minoría de 37 bancas sobre un total de 120 en el Congreso, lo cual lo obligará a buscar alianzas para poder gobernar.

En 1985, Alan García se convirtió en el presidente más joven de la historia del Perú y lo hizo como candidato del partido político más antiguo del país. En el APRA conviven posturas de derecha y sectores populares y obreros. Su líder, Haya de la Torre, quien murió en 1979, nunca logró llegar a la presidencia. Ganó una vez las elecciones, en 1962, pero un golpe militar le robó ese triunfo. Fue con García, más de 60 años después de su fundación, que el APRA finalmente llegaría a la presidencia. Y ahora lo hace por segunda vez en su larga historia. Y otra vez con García como su conductor. El APRA es el partido más antiguo y mejor organizado del Perú, pero se ha convertido en una agrupación muy dependiente de la figura de García. En los años ’90, cuando García estuvo en el exilio, el aprismo descendió por debajo del 5 por ciento cada vez que se presentó a una elección. Fue el retorno de su líder, en el 2001, lo que lo hizo resucitar de sus cenizas. En las elecciones de ese año, García obtuvo cerca del 25 por ciento de los votos –porcentaje muy similar al que logró este año en la primera vuelta–, y en el ballottage obtuvo el 47 por ciento, perdiendo contra el actual presidente Alejandro Toledo. Hace unos meses, García criticó el Tratado de Libre Comercio (TLC) negociado por el presidente Toledo con Estados Unidos, pero con el correr de la campaña ha cambiado de postura y se ha convertido en un defensor de ese tratado. A pesar de haber sido perseguido durante el gobierno de Fujimori, García ha acogido entre sus colaboradores a personajes que trabajaron en el régimen fujimorista, algunos de ellos muy cuestionados por haber mantenido estrechos vínculos con Vladimiro Montesinos, el siniestro jefe de inteligencia de Fujimori, hoy encarcelado y procesado por numerosos delitos de corrupción y violaciones a los derechos humanos. Humala denunció que García había hecho un “pacto de impunidad” con Fujimori para captar el voto fujimorista. García lo negó. Desde Chile, Fujimori le dio su respaldo a García. El vicepresidente de García será el almirante en retiro Luis Giampietri, un ex colaborador del régimen fujimorista y sobre quien pesan graves cargos de violaciones a los derechos humanos. Giampietri, como oficial de la Marina en actividad, dirigió el asalto militar a la isla penal del Frontón en 1986, durante el gobierno de García, que terminó en una matanza masiva de presos acusados de terrorismo. Giampietri se ha pronunciado públicamente en contra del juzgamiento de los militares acusados por violar los derechos humanos, tema que García ha eludido durante toda la campaña.

Por el giro de su discurso durante la segunda vuelta, la necesidad de buscar acuerdos con los grupos conservadores en el Congreso para tener mayoría, y el apoyo que ha recibido del establishment económico, los analistas pronostican un gobierno de García ubicado en la centroderecha. “García seguramente hará algunos cambios al modelo neoliberal para buscar atender algunas demandas sociales, pero serán cambios menores y lo sustancial del modelo seguramente se mantendrá”, le señaló a Página/12 el economista Humberto Campodónico.

En el terreno internacional, García ya ha adelantado una postura de frontal enfrentamiento contra el presidente Hugo Chávez de Venezuela y seguramente buscaría ejercer algún liderazgo regional contrario al de Chávez. García ha manifestado con entusiasmo sus simpatías por Michelle Bachelet y Luiz Inácio Lula da Silva, pero sobre la Argentina y Kirchner no ha querido pronunciarse.

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