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El mundo|Domingo, 9 de julio de 2006
EL PONTIFICE Y EL DEBATE EN LA IGLESIA CATOLICA

Benedicto te da sorpresas

Por O. G.
Desde Valencia

El V Encuentro Mundial de la Familia que se desarrolla en Valencia, monopolizado por el Opus Dei, no ha logrado tapar el debate que sacude los cimientos de la Iglesia Católica desde que Benedicto XVI fue elegido Papa a finales de abril del año pasado. Desde los sacerdotes africanos que no ocultan sus relaciones sexuales con las mujeres de las tribus en las que trabajan, al tiempo que defienden el uso del preservativo en un continente azotado por el SIDA, hasta los más progresistas teólogos latinoamericanos y europeos, surge un clamor por una reforma con mayúsculas.

La elección de Joseph Ratzinger como Papa hizo presumir que esas voces no serían escuchadas. Pero el Papa alemán no ha dejado de sorprender a propios y extraños durante su primer año de pontificado. Y a pesar de ser considerado como el gran guardián de la ortodoxia, su estatura intelectual y su prudencia a nivel político han terminado por demostrar que el personaje es más complejo de lo que se pensaba. Su encuentro con Hans Küng, el máximo exponente de la disidencia teológica a nivel europeo, a principios de este año; su defenestración del dirigente de los Legionarios de Cristo y presunto pederasta Marcial Maciel, sancionado por la Santa Sede el 19 de mayo pasado, y su insólita visita al campo de exterminio de Auschwitz muestran a un Ratzinger diferente al que todo el mundo esperaba después de su duro discurso contra la dictadura del relativismo pronunciado días antes de ser elegido Papa.

Fuentes cercanas a la Curia española más progresista afirman que es tan fuerte la presión dentro de los muros vaticanos que Benedicto XVI está obligado a ejercer de equilibrista en medio de un campo minado. Su única Encíclica hecha pública hasta el momento refleja con claridad estas tensiones, que en el encuentro valenciano han vuelto a salir a luz. En ella Su Santidad no sólo reivindica la memoria de Juliano el Apóstata, toda una herejía teológica de alto vuelo, sino que llega a reconocerle al marxismo “algo de verdad” en su crítica a la acción caritativa de la Iglesia. Lo que se dice, un auténtico terremoto doctrinal en una institución que otorga a las palabras un valor supremo.

Quienes pensaban que Joseph Ratzinger iba a ser un Papa con bajo perfil internacional, extremadamente endógeno y eurocéntrico, también están a punto de llevarse una sorpresa. Siguiendo la senda de su predecesor, que apuntó contra el mundo comunista y aportó algo más que un grano de arena a la hora de derribar la cortina de hierro, Benedicto XVI está centrando su mirada en China. Una jugada política audaz, en clara sintonía con la Casa Blanca y que tuvo su punto de arranque durante su primera ronda de nombramientos cardenalicios, cuando el Papa elevó de rango al obispo disidente chino Joseph Zen. Zen lidera a la Iglesia católica clandestina en China, en abierta oposición al régimen que sólo reconoce a una supuesta Iglesia oficial dirigida por el Partido Comunista.

Pero todo esto no logra contentar a sus críticos, que esperan que el Vaticano abandone sus posturas extremas en defensa de la familia tradicional y deje de lado su conservadurismo a la hora de criticar a la ciencia, que experimenta con células madre en busca de una solución a enfermedades como el cáncer y el SIDA.

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