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El mundo|Lunes, 11 de diciembre de 2006
MANUEL GARRETON, DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

El mea culpa de la derecha

Por Mercedes López San Miguel

Augusto Pinochet murió en el momento en que estaba procesado en casos de violaciones a los derechos humanos y –hasta su internación– bajo arresto domiciliario. “Muere con el reconocimiento general de que se trata de un asesino y un ladrón”, dijo en conversación con Página/12 el sociólogo Manuel Antonio Garretón, de la Universidad de Chile. Pero la sociedad chilena aún aguarda un mea culpa de la derecha política y la remoción de las leyes constitucionales heredadas del pinochetismo. Para Garretón, la profundización de la democracia exige una mayor representación de la diversidad política, que se ve limitada por el vigente sistema electoral binominal.

El sistema electoral chileno es un quiste de la dictadura: posee un carácter cerrado, porque excluye de la competencia a todas las formaciones que no pertenezcan a las dos grandes coaliciones de partidos, Concertación (Partido Socialista, Democracia Cristiana, Radical Demócrata y P. Socialista) y Alianza por Chile (derecha, Unión Democrática Independiente y Renovación Nacional). El analista Garretón advierte que del régimen militar sólo quedan elementos negativos. “Pinochet destruyó la economía chilena –es mentira que nos hayamos modernizado– y dejó en pie una institucionalidad que impide que sea una democracia.” En este sentido, afirma que la muerte del dictador significa el final de una época que de algún modo va a terminar pesando sobre los chilenos.

No obstante, “el ejército chileno ya ha iniciado un proceso de ruptura con el pasado y de reconciliación, que no debiera desandar”, señala Garretón a Página/12. El analista se refiere al “nunca más” del general Juan Emilio Cheyre, comandante en jefe del ejército, todavía en funciones en 2004 cuando asumió la responsabilidad institucional en las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura. Fue acusado de “traidor” por seguidores de Pinochet mientras pasaba por el hospital militar el lunes pasado.

La Iglesia Católica ayer llamó a respetar a la familia Pinochet y antes había pedido orar por la salud del anciano dictador. Fue la misma institución que jugó un papel fundamental en la defensa de los derechos humanos durante la dictadura. Primero el comité Pro Paz, que incluía a iglesias protestantes, logró salvarles la vida a muchos chilenos facilitando su salida al exilio. Cuando el gobierno cerró el comité, la Vicaría de la Solidaridad continuó esa tarea.

Garretón no desdeña el optimismo. “Podría ocurrir que con el fallecimiento de Pinochet, la derecha chilena que ha erigido su identidad en torno de su figura, haga su mea culpa, su camino de Damasco y decida la dirección democrática y no de la de ser heredera de la dictadura”. Sólo queda que el Poder Judicial y la UDI hagan ese acto de ruptura, insiste el sociólogo. Frente a los que dicen que Chile sigue dividido entre seguidores y detractores del ex dictador, Garretón subraya que en la conciencia general del país Pinochet es lo peor que ha tenido. “Debe pasar a la historia educativa no como presidente, sino como el dictador que llenó de horror y dejó una huella destructiva para muchas generaciones venideras”.

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