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El mundo|Martes, 5 de febrero de 2008

El sueño realizado de los líderes negros en el cine y la televisión

Los hermanos Palmer, de la serie 24, y los presidentes de Impacto profundo, El quinto elemento y Head of state, y hasta el director del hospital de Grey’s Anatomy, acostumbraron a la llegada de dirigentes negros al poder, antes de Barack Obama.

Por Julián Gorodischer
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Los presidentes negros de 24 enfrentaron ataques externos monumentales.

Lo decretó el diario Los Angeles Times: la batalla cultural para acostumbrar a las audiencias a un primer presidente estadounidense negro ya estaba ganada mucho antes de que el precandidato demócrata Barack Obama viviera hoy su supermartes de gloria o de fracaso. El proceso fue forjado en el cine y la televisión de la mano de los hermanos David (Dennis Haysbert) y Wayne Palmer (D.B. Wodside), ambos en 24; pero también contribuyeron el personaje de Morgan Freeman en Impacto profundo; y los líderes de películas como El quinto elemento y Head of State, entre otras fantasías de historia-ficción. Los presidentes negros de la pantalla –de cine y TV– salieron bien parados a pesar de las cavilaciones del errático W. Palmer o de los manejos dudosos de la información en el caso del poderoso a cargo de Freeman; el “aprobado” para sus gestiones no fue obtenido por carisma o capacidad retórica sino por afinidad a un contexto histórico de extremo parecido con la paranoia post 11/S. Les tocó enfrentar la catástrofe nuclear y el ataque bioterrorista, el fin del mundo o el impacto de un cometa mortífero y la nación que comandaban siguió a pesar de todo, aun devastada y en estado de sitio. Esa continuidad se premia en la taquilla.

De todos los mandatarios negros, el de Freeman en Impacto profundo (1998, dirigida por Mimi Leader) conecta con la actualidad en la figura del actor, que es contribuyente para la campaña de Obama. En la película, le toca (como suele pasar en la ficción reciente sobre el Salón Oval) enfrentar la agresión externa descomunal, en este caso un cometa a punto de impactar sobre la Tierra. “Un presidente norteamericano negro, como el que anima Morgan Freeman en Impacto profundo, no es moco de pavo –opinó el crítico Guillermo Ravaschino–. Sobre las primeras secuencias, su presencia hasta puede llevar a imaginar que la segunda superproducción de SKG (el estudio de Steven Spielberg) se animó a incursionar en los complejos conflictos socio-políticos que supone semejante cambio de timón. Pero no. El presidente negro simplemente está, como otro dato más de una Norteamérica ambientada en el presente y que exhibe su perfil más rosa de la mano de la directora Mimi Leder y del padre de Jurassic Park.” Vinculada a Día de la Independencia y a El día después de mañana (por el regodeo en la catástrofe y la creencia en la grandeza de la Nación a pesar del pánico), Impacto... no tematiza, a diferencia de 24, el ascenso de un negro al poder; llegado el punto es sólo un toque de color. Su directora no se priva, sin embargo, del protocolo habitual en el género. “El final –sigue Ravaschino, sobre los últimos minutos de Impacto profundo– es una especie de ensalada de todas las concepciones del crescendo dramático que manejan los ejecutivos de marketing: un tendal de despedidas lacrimosas, dos o tres sacrificios heroicos de último minuto y un discurso de cierre con que el presidente, a esta altura entre la directora de escuela y el jefe de familia, invoca a Dios y agradece a los presentes.”

Los hermanos Palmer se desempeñaron por contraste, dando un paso más allá al concebir la existencia de un linaje o sucesión (no directa) de negros en el poder político norteamericano. Wayne, a cargo de Wodside, fue un presidente de manos manchadas, o el hombre condenado a ser la sombra defectuosa de su súper hermano, moralmente virtuoso (David). Este personaje de 24 (serie que ve peligrar el estreno de su séptima temporada en 2008, debido al paro de guionistas en Hollywood) se caracteriza por su hiperrealismo: aporta mediocridad y medio pelo a la conducción del Imperio. Talentoso “hasta ahí nomás”, capaz de ensuciarse para ocultar un asunto de alcoba, infiel con la mujer de un poderoso, hábil para buscarse y traer problemas a su entorno, no tan extremo en sus defectos como para destacarse por la negativa, tal vez fue el que más familiarizó al público con un negro en la Casa Blanca por el escándalo asociado: antes de asumir llegó a estar involucrado en el crimen de una amante y en el ocultamiento de la prueba. David, su precursor, era todo lo contrario: recto en lo doméstico y la gestión, hombre de principios pese a la degradación del entorno y protector de la última esperanza nacional encarnada en Jack Bauer (Kiefer Sutherland). Pero fue su muerte la que lo vinculó explícitamente al apellido Kennedy (también a Obama se lo ha llamado el Kennedy negro afroamericano), tras morir baleado.

En El quinto elemento (1997), la Tierra del año 2259 habría sido amenazada por el mal, figurado como un cáncer interplanetario que podría tragársela. El presidente Lindberg, de los Estados Unidos, es un negro, Tiny Lister Jr. que envía a su emisario, Korben Dallas (Bruce Willis), a rescatar unas piedras que impedirían el triunfo del mal. Cierta condición opacada (limitarse a esperar a que otro salve el mundo) se refuerza con el personaje de Chris Rock en Head of state, que cuenta el ascenso relámpago a medida del sueño americano de un concejal del montón que se transforma en candidato a la presidencia de los Estados Unidos cuando muere el que lideraba la lista de su partido. Head... es una sucesión de chistes de consumo rápido, como la escena en que una multitud de californianos sale corriendo espantada ante la posibilidad de que un negro fuera presidente, como parte de esa intención cáustico-crítica del modo americano que resulta una parodia de sí misma. El mayor envión para Obama, opinaron algunos comentaristas estadounidenses de TV, está dado, sin embargo, por el tipo de autoridad que ejerce el director del hospital Seattle Grace, en la serie Grey’s Anatomy, por estos días el segundo programa más visto de los Estados Unidos. El personaje se llama Richard Webber (a cargo de James Pickens junior) y, pese a no tener nada que ver con la política, reproduce sus mejores rasgos, lo cual lo erige en su propio marco institucional como un líder carismático, prolijo y justo. En esa ficción, promueve ascensos de los mejores entre su gente, no permite que lo privado lo consuma, contempla un lugar para el asistencialismo aun en el emprendimiento privado, da lugar a un cupo étnico y de género entre la planta estable. El equipo de Obama soñaba con una declaración a favor de la causa. No hubo respuesta todavía.


Ultimas encuestas

Hillary Clinton y Barack Obama llegan virtualmente empatados a la crucial cita de hoy, mientras que John McCain ha conseguido, entre los republicanos, una ventaja sustanciosa sobre su principal rival, Mitt Romney. Un sondeo publicado por The Washington Post daba a Clinton sólo cuatro puntos de ventaja sobre Obama. En California, el mayor estado del país, la ventaja de Clinton sobre Obama, según el sondeo de Field Poll publicado el domingo por el diario San Francisco Chronicle, era tan sólo de dos puntos. Del lado republicano, John McCain cuenta con un 48 por ciento de intención de voto, según la encuesta de The Washington Post-ABC, justo el doble de las expectativas de Mitt Romney. En California, esa ventaja se reduce a ocho puntos. El senador por Arizona es favorito en los 24 estados en los que hoy se celebran primarias o caucuses.

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