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El país|Sábado, 8 de marzo de 2008
En un congreso ordenado, los peronistas llamaron a elecciones

Tomaron clases con el conde de Chikoff

Se aprobó una amnistía para los que compitieron por afuera del PJ y la prohibición de afiliación a acusados de crímenes de lesa humanidad. Cantaron la marcha, pero hubo poca liturgia peronista.

Por Daniel Miguez
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Antonio Cafiero presidió el Congreso, pero luego le pasó la posta al gobernador de Formosa, Gildo Insfrán.

Rápido, prolijito, sin palabras de más, el congreso nacional del PJ en sólo 50 minutos aprobó por unanimidad todo lo que debía aprobar y el Tula se fue como entró, casi sin tocar el bombo. Los congresales reunidos ayer al mediodía en Parque Norte votaron el llamado a elecciones internas para el 18 de mayo, el primer paso para que el ex presidente Néstor Kirchner presente su candidatura a presidente del partido y, si no se alista ningún competidor, sea proclamado poco después del 18 de abril, cuando vence el plazo para formalizar listas.

Los congresales se fueron anotando en orden desde las 10 de la mañana. De los 903 posibles, hubo 801, según los datos oficiales. A las 12.40 arrancó el congreso. Lo abrió Antonio Cafiero como presidente honorario por ser, con 85 años, el dirigente más antiguo. El ex senador llamó a elegir autoridades según lo había dejado indicado Kirchner quien, como se esperaba, no estuvo en Parque Norte. Estas designaciones se hicieron de acuerdo con una detallada distribución que anticipa quiénes no van a estar en la mesa chica del PJ: las autoridades del congreso no estarán en el consejo nacional, de donde se extrae a los integrantes de la conducción.

De todos modos ser autoridad del congreso no es para nada un ninguneo, sino, más bien, una segunda fila en el universo orgánico del peronismo. Fue elegido presidente el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán. Los vices fueron el ex gobernador de Entre Ríos Jorge Busti, el intendente de Tres de Febrero, Hugo Curto; los gobernadores de San Juan, José Luis Gioja, y de Córdoba, Juan Schiaretti. Las restantes secretarías fueron para el gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta; los ex gobernadores de Santa Fe Jorge Obeid y de Salta, Juan Carlos Romero; el ex presidente de la Cámara de Diputados y lavagnista Eduardo Camaño, el porteño Darío Asinelli, la mendocina y única mujer en el estrado, Patricia Fadel, el chubutense Rudy Ingan y el bonaerense de Saladillo, y hombre de confianza de Kirchner, Walter Abarca. También sentado en una punta se encontraba el interventor del partido, Ramón Ruiz.

Además de fijar las elecciones para el 18 de mayo, los congresales eligieron una junta electoral y un tribunal de disciplina. En el trámite de expeditivas votaciones se aprobó una amnistía para los que compitieron en los comicios por afuera del partido, la prohibición de afiliación a acusados de crímenes de lesa humanidad y una reforma de la carta orgánica que consiste en achicar el número de miembros del consejo nacional y agrandar levemente la llamada mesa chica.

El consejo nacional ahora tiene 130 miembros. Iba ser reducido a 48, pero finalmente se decidió dejarlo en 75. También las mismas necesidades políticas de no dejar a nadie herido y sin representación hicieron que la mesa directiva se amplíe de 24 miembros a 28. Tendrá un presidente (Kirchner), 5 vicepresidentes y 22 secretarías y vocalías, que el ex presidente distribuirá cuidadosamente (ver aparte).

Como se esperaba, en el congreso estuvieron casi todas las caras conocidas del peronismo, incluidos todos los gobernadores, todos los intendentes bonaerenses y varios ministros de Cristina Fernández de Kirchner, como el jefe de Gabinete, Alberto Fernández (que se fue apurado porque llegaba media hora tarde a la cita que tenía con el jefe del Gobierno porteño, Mauricio Macri); Aníbal Fernández, Florencio Randazzo y Carlos Tomada. También se vio al secretario de Legal y Técnica, Carlos Za-nnini, y el de Inteligencia, Héctor Icazuriaga. Como se preveía, no estuvieron Carlos Menem, los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez Saá, Chiche Duhalde, José Manuel De la Sota, ni Ramón Puerta.

El otro gran ausente fue el propio Kirchner que, con el argumento de que no es congresal, prefirió que el congreso se desarrolle en un clima de perfil bajo y estrictamente institucional, algo que no hubiera sucedido con su presencia.

El cierre del acto tuvo como música de fondo, por supuesto, la marcha Los Muchachos Peronistas, que pocos cantaron. En la rápida salida varios se detenían a responder a los periodistas de la radio y la televisión. Decían que Kirchner es el indicado para conducir al peronismo, acordaban con la necesidad de renovar el partido y, los que suenan para ocupar las vicepresidencias, se hacían los distraídos. Fuera del aire, las referencias preferidas eran a los buenos modales que tuvo el cónclave comparados con los congresos de los ’70 que terminaban a los tiros o, los más contemporáneos, a las trompadas o, al menos, con cruce de gruesas chicanas. Un intendente con varias batallas políticas a cuestas sintetizó: “Más que un congreso peronista pareció un congreso de los socialdemócratas europeos”. Para que nadie lo interprete como un lamento nostálgico aclaró: “Y en buena hora”.

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