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El país|Jueves, 3 de abril de 2008
TRES SEMIOLOGOS ANALIZAN LAS EXPRESIONES DE LOS PRODUCTORES RURALES Y DEL GOBIERNO

La guerra de los discursos por el campo

Para los especialistas en semiótica consultados por Página/12, los medios de comunicación se ocuparon más de evaluar la retórica de los actores que el contenido de las discusiones. La autopercepción de los ruralistas y la caracterización de las movilizaciones.

Por Javier Lorca
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“Ningún medio corrigió la clasificación de la acción y siguió llamando paro al piquete”, dijo Barreiros.

–¿Cómo se construyó el discurso de “un campo” en torno de un enunciador que homogeneizó la diversidad inherente al sector agrario?

–Oscar Steimberg (profesor de la UBA): “La diversidad del campo se conjuró mediante el carácter de extremado resumen de actitudes que tuvo ese discurso. En las declaraciones del conjunto de las entidades agrarias aparecía un ‘no va más’ para la aplicación de la presión fiscal y ahí no había ninguna diferenciación entre entidades como la Sociedad Rural (SRA) y la Federación Agraria (FAA). El borramiento de las diferencias se produjo por el carácter único de la demanda: las entidades consiguieron confundirse por la vía de la renuncia a la extensión del discurso y a la manifestación de sus particularidades en términos de su composición social”.

–Roberto Marafioti (profesor de la UBA y la UNLZ): “La consolidación del discurso del campo como una unidad se produjo a partir de un error del Gobierno en la forma de comunicar sus acciones. Si todos están contra uno, uno ha hecho algo mal, porque es obvio que no son los mismos intereses y proyectos los que representan la SRA, Carbap o la FAA. La instrumentación de las retenciones móviles no tuvo una buena comunicación y eso permitió que se polarizaran las posiciones, sobre todo a partir del primer cacerolazo. Queda claro que se debería revisar cómo se transmiten los actos de gobierno”.

–¿Cómo se legitimó ese discurso rural y cómo el del Gobierno?

–Raúl Barreiros (profesor de la UNLP y San Andrés): “La legitimación de los discursos sociales se da en los medios y los medios tenían un molde de conflicto estipulado históricamente: ciudad/campo, provincia/capital, lo bucólico y puro, lo perverso y la ciudad, centralismo/federalismo, gobierno versus pueblo. La calificación de lockout es falsa, pues el campo nunca paró de trabajar, en realidad se trató de un piquete, un corte de ruta para impedir el tránsito de bienes y personas, pero que mostró su índole al provocar el desabastecimiento de alimentos. Ningún medio corrigió la clasificación de la acción y siguió llamando paro al piquete, ocultando lo que pasaba conceptualmente, mientras en lo visual se mostraba lo contrario. Pero las visiones, bien se sabe, son pura posibilidad”.

–Steimberg: “En la mayor parte de los medios ocurrió algo notable: los medios se comportaron como si fueran jurados en un torneo de oratoria, sobre todo en relación con el Gobierno, señalando si había sido confrontativo, si se había expresado en el momento adecuado, si había buscado negociar. En cambio, fueron infrecuentemente breves los momentos en que los medios se ocuparon del contenido del conflicto, que aparecía sustituido por los recursos polémicos de cada una de las partes. No parecía tener importancia lo que se decía, sino más bien los modos en que se decía, los énfasis, el manejo de los tiempos. La manera de la mayoría de los medios de tomar partido a favor del lockout consistió en una crítica de las formas del discurso, como si los medios fueran profesores de retórica evaluando al Gobierno. Las pocas menciones a algunos temas genéricos apareció como soporte de una crítica de las formas”.

–Marafioti: “Los medios, salvo excepciones, han jugado contra el Gobierno, pese a los beneficios que lograron del kirchnerismo. En el discurso de la Presidenta en Parque Norte, por ejemplo, la TV usaba la pantalla partida, mostrando los gestos ríspidos o el pulgar abajo de los ruralistas. La argumentación del Gobierno quedó vinculada a la actuación –poco retórica– de D’Elía y sus expresiones de odio a la oligarquía. En ese sentido, se debería tener más cuidado con quien argumenta. La Presidenta mencionó un cartel que decía ‘Volvé Videla’. Hubo incluso carteles peores, pero eso no habilita a que la contrapartida sea D’Elía. Hay mejores opciones dentro del kirchnerismo. A cien días de la asunción de la Presidenta, la reacción intempestiva indica que parte de la sociedad no ve a este gobierno como un gobierno nuevo, sino como a un segundo capítulo”.

–La Presidenta vinculó la historia del sector agrario con el golpismo. Ayer los dirigentes agrarios respondieron diciendo que “quedarse con la chequera del pueblo para engrosar la caja, eso es golpismo” y, de paso, recordaron que si hoy “en Argentina hay plata” es porque ellos producen.

–Steimberg: “En un caso, tenemos una apelación a la memoria del lugar político ocupado por unos y otros sectores en la historia. En el otro, es casi la creación de un nuevo diccionario plantear que un golpe de Estado tenga que ver con una medida económica. Por otro lado, suponer que la producción de riqueza exime a alguien de toda responsabilidad respecto del futuro del país, y que puede aislarse de los otros modos de producción, es un criterio salvaje”.

–Barreiros: “Dejaron de ser gente, o gente de campo, y pasaron a la categoría pueblo, ‘quedarse con la chequera del pueblo para engrosar la caja, eso es golpismo’. Y en esta otra ‘en la Argentina hay plata porque la producimos nosotros’ pusieron los argumentos en el color del dinero. Hacer flotar una ambigüedad decir: ‘engrosar la caja’, ya que eso no es una acción punible si es la del Estado, lo que se sugiere entonces es que eso va a ser robado”.

–Marafioti: “La mención a la riqueza que genera el agro es una apelación autorreferencial de un sector que se percibe como el primero que puso ‘la pica en Flandes’ y le marcó un límite al kirchnerismo. Ahí debería verse la habilidad del Gobierno para buscar otros interlocutores. Para los ruralistas, lo que han hecho los va a posicionar muy fuerte en su autopercepción a futuro”.

–¿Cómo interpretar la dicotomía entre espontaneidad/organización en las caracterizaciones de las movilizaciones a favor “del campo” y del oficialismo?

–Steimberg: “Para que las espontaneidades sean percibidas es necesario vivir en los espacios donde la ciudad se muestra como lugar deseable y de toma de decisiones. Si uno vive en una vidriera, sus espontaneidades se perciben de manera inmediata, alcanza con bajar por el ascensor y salir a la calle. Si uno vive en un margen, sus espontaneidades pueden no ser percibidas nunca. El que vive en el conurbano, ¿cómo hace para ser percibido en una plaza de Buenos Aires sin organizarse para tomar un micro o un tren?”.

–Barreiros: “Nada se puede decir de los apoyos que tiene este Gobierno que no se haya reflejado en la localización de sus sufragios: sus votos no son de la ciudad ni de los sectores privilegiados. Mover a sus partidarios a la ciudad, al escenario mediático, es complejo, viven lejos y, tal como se hace en toda Europa en campaña, se les da dinero para un tentempié y se los traslada y se les agradece. Las manifestaciones de las clases favorecidas en su posición social son más fáciles, viven en el escenario. Esa es la diferencia entre organización y espontaneidad”.

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