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El país|Domingo, 6 de abril de 2008
EL EX VICE DE PDVSA Y SU HIJO, CONVOCADOS A PRESTAR DECLARACION COMO SOSPECHOSOS

Cita para dos por el caso de la valija

Diego Uzcátegui Matheus y Daniel Uzcátegui Specht deben comparecer el próximo miércoles ante la Justicia, que podría pedir su captura internacional si no se presentan.

Por Irina Hauser y
Raúl Kollmann
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Guido Antonini Wilson, la pieza central del escándalo.

La causa por la valija de Guido Antonini Wilson podría tener este miércoles a los dos primeros imputados sentados en el banquillo. El ex vicepresidente de la petrolera Pdvsa Diego Uzcátegui Matheus, y su hijo, Daniel Uzcátegui Specht, están citados ese día a declarar como sospechosos de lavado de dinero y contrabando. Si no comparecen, es casi cantado que tendrán orden de captura internacional. Si, por el contrario, el miércoles se sientan ante el juez y los fiscales, es probable que no los detengan, teniendo en cuenta que evidenciarían voluntad de ponerse a derecho.

Los investigadores presumen que los Uzcátegui tuvieron que ver con las gestiones para subir al empresario venezolano al avión privado alquilado por Enarsa del cual bajó con los 800 mil dólares que terminaron incautados el 4 de agosto del año pasado. Después de dos pedidos de postergación, ésta es la tercera oportunidad que la Justicia les da a padre e hijo, quienes viven en Venezuela, para presentarse en los tribunales porteños. La última versión surgida de su entorno es que vendrán a declarar. Los rumores indican que los Uzcátegui argumentarán que nada tienen que ver con Antonini y tal vez intenten tirarles el fardo al empresario venezolano y a los funcionarios argentinos que estuvieron en aquel famoso avión.

La pieza central del caso sigue siendo Antonini Wilson y es factible que el resto de los protagonistas le carguen también toda responsabilidad y traten de relativizar la relación con él o al menos con el maletín. Tienen a su favor el hecho de que la Justicia norteamericana transformó al “valijero”, considerado en Argentina como un probable delincuente que quiso ingresar ilegalmente 800 mil dólares, en una víctima de sus amigos venezolano-norteamericanos de toda la vida que, supuestamente, quisieron presionarlo para que ocultara el origen y destino de ese dinero. Mientras Argentina reclama su extradición, Antonini goza de total impunidad gracias a los tribunales de Miami, donde es testigo estrella contra sus ex socios y compañía, acusados de actuar para el gobierno de Hugo Chávez.

Antonini Wilson y los Uzcátegui son hasta ahora los únicos personajes llamados a indagatoria. Se les imputa contrabando y lavado de dinero. El cuarto hombre con pedido de indagatoria de la fiscalías, pero no aún del juzgado es Claudio Uberti, ex titular del Organo de Control de Concesiones Viales (Occovi), quien hasta que estalló el escándalo manejaba los negocios energéticos con Venezuela. Esta citación se resolvería en cuanto asuma el juez definitivo de la causa, que será Daniel Petrone, quien juraría en la segunda quincena de este mes.

Uzcátegui Specht, de 20 años, venía con Antonini en el vuelo que salió de Caracas contratado por Enarsa, en el que también viajaban Uberti, su secretaria Victoria Bereziuk, tres ejecutivos de Pdvsa y el titular de la petrolera estatal argentina, Exequiel Espinosa.

En un descargo judicial, Uberti argumentó que había autorizado a que Antonini subiera al avión por un pedido de Uzcátegui Matheus y que lo había hecho por cortesía. Dijo que había conocido al valijero un día antes de volver de Caracas, en un almuerzo al que asistió invitado por el ex vicepresidente de Pdvsa, y que sabía que era amigo de Uzcátegui hijo.

En territorio judicial, hay una suerte de interna entre los Uzcátegui –representados por el abogado Hugo Pinto– y Uberti. Es probable que, cuando se decidan a hablar, los venezolanos argumenten que Antonini es un empresario multimillonario con negocios propios que no tiene nada que ver con Pdvsa, que el joven Uzcátegui era algo así como su asistente, y que ellos no tuvieron nada ver con que terminara sentado en el avión de Enarsa. Sería una forma de justificar por qué el chico tendría varios viajes registrados junto a Antonini y por qué se quedó con él hasta el final del procedimiento en que le detectaron e incautaron el dinero en la Aduana del Aeroparque Jorge Newbery.

En un reportaje publicado por el diario La Nación Uzcátegui Specht dijo que su padre no sabía que se habían tomado ese vuelo, al que habían sido invitados a subir, aclaraba, por Uberti y su secretaria. Así, darían a entender que los 800 mil dólares eran de Antonini o del que los subió al avión. Destacarán, seguramente, que el avión era argentino.

Los Uzcátegui deberían presentarse este miércoles ante la jueza Marta Novatti, que en estos días subroga el juzgado a cargo del caso, aunque también tienen –como todo imputado– la opción de presentar una declaración por escrito. Y no está para nada descartado que eso hagan.

Cuando declaró como testigo, Bereziuk coincidió con su ex jefe en que él había conocido a Antonini el 3 de agosto en Caracas. Ella, en cambio, dijo que lo había visto dos meses antes cuando el valijero le pidió en Buenos Aires una entrevista con Uberti, que supuestamente no concedió. También detalló que dos días después del episodio del maletín en Aeroparque, vio a Antonini en la Casa Rosada en un evento por la firma de un acuerdo energético entre el ex presidente Néstor Kirchner y Hugo Chávez.

La fiscal María Luz Rivas Diez y Mariano Borinsky (titular de la Unidad Fiscal de Investigación de Delitos Tributarios y Contrabando) analizan numerosos llamados telefónicos, además de los movimientos de los imputados. En parte de estas pruebas se basarían las indagatorias, que todavía se podrían multiplicar. Aún está en veremos, por ejemplo, la situación de Espinosa.

En Estados Unidos, el fiscal que conduce la investigación, Thomas Mulvihill, ha afirmado que el dinero de la valija no era de Antonini, que incluso el valijero no sabía que la plata estaba ahí y que fue subido al avión por alguna otra persona. Ese diagnóstico no es compartido de ninguna manera por los funcionarios judiciales argentinos que participan de la investigación y menos todavía por la Policía de Seguridad Aeroportuaria y la Aduana que verificaron las mentiras que Antonini soltó cuando le detectaron los billetes a través del scanner. Primero dijo que eran libros, después papeles, finalmente unos pocos dólares. En algunas de sus presentaciones, Mulvihill señaló que la plata sería de Pdvsa y su destino, la campaña electoral de Cristina Kirchner, convalidando así dichos de alguno de los acusados. Una muestra más de la protección especial que Antonini recibe del gobierno de George Bush que, en definitiva, es el que tiene la llave para habilitar su extradición.

La posibilidad de ir a indagar a Antonini a Miami existe, pero obligaría a constituir el juzgado porteño allá y, según explican allegados al caso, una movida semejante también puede ser objeto de planteos de nulidad. Por ahora, para la Justicia argentina sigue siendo un prófugo. Para los otros imputados, el blanco más fácil al que apuntar.

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