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El país|Domingo, 20 de abril de 2008
UN JUEZ PROCESO A PRODUCTORES POR LAS QUEMAS EN 2004, SIN EXITO

Una causa igual, cerrada hace cuatro años

Por Gustavo Veiga

El juez de instrucción Jorge Brassesco solía internarse en las islas del departamento Victoria, Entre Ríos, con el propósito de hacer docencia. Una y otra vez, ahora recuerda, “traté de generar conciencia sobre la necesidad de que las quemas fueran controladas y organizadas, de que se realizara un censo, atento a que en aquella época había una gran sequía como ahora. Aquí, en esta parte de la provincia, el 60 por ciento de las tierras son islas y por los incendios hice una tarea de prevención con gente de Victoria que es dueña de hacienda en esa zona. También efectué visitas a comunas cercanas a Rosario, como Capitán Bermúdez y Arroyo Seco, que se sentían perjudicadas por este problema”.

Jubilado a comienzos de este año, Brassesco hoy reconoce que su prédica no tuvo demasiado éxito. Las quemas indiscriminadas continuaron. En 2004, cuando él todavía se desempeñaba en el Poder Judicial, a raíz de una denuncia del municipio de Victoria inició una causa penal por el delito de “incendio intencional” en la que procesó a dieciséis personas. Tiempo después, los abogados de los productores agropecuarios imputados apelaron y la Cámara Federal de Paraná los sobreseyó al considerar que no había delito, “porque la quema es una práctica ancestral, una costumbre de toda una vida en las islas”, explicó el ex juez en una entrevista telefónica con Página/12.

Brassesco, quien es columnista del programa radial Caminando, que se emite por FM Puente de Victoria, parece estar convencido de cómo se iniciaron los incendios hace un par de semanas: “No creo que hayan sido cazadores de nutrias los que provocaron quemas de semejante envergadura. Más bien, me inclino a pensar que fueron personas que necesitan el brote de pasturas para alimentar al ganado. También es entendible que no se utilicen herbicidas, porque eso acarrearía consecuencias tremendas para muchas especies. Por eso, si las quemas fueran controladas, no las cuestionaría. Muchas se produjeron en tierras fiscales, donde la gente tiene la posesión precaria de las mismas”.

El ex magistrado recuerda que en sus inspecciones a las islas era acompañado por el intendente de Victoria, César Gracilazo, y en ocasiones por jefes policiales. Cuando le tocó actuar y pese a sus visitas disuasivas, comprobó que “andaba gente a caballo volcando combustible a lo largo de la isla”. También se quejó de que “fue un trabajo con mucho esfuerzo que quedó en la nada. Y ahora aparecen resultados trágicos”.

La Cámara Federal de Paraná, según Brassesco, “no tuvo en cuenta el contexto diferente que había cuarenta o cincuenta años antes”. En el expediente de casi trescientas fojas y en donde constan las declaraciones de treinta testigos, se reunieron pruebas suficientes para procesar a dieciséis pequeños productores y a los trabajadores de sus campos por incendios intencionales. El ex juez dijo que su conducta “ponía en riesgo no sólo la vida de personas por la cercanía de la traza Rosario-Victoria, sino bienes de terceros, que son las casas de quienes viven en las islas. Recuerdo el caso de un isleño que en la suya quedó rodeado por el fuego”.

Brassesco apeló en su investigación a fotografías aéreas, entre otras pruebas, y se convenció de que “había dolo en el accionar de algunos procesados, porque sabían que las condiciones climáticas eran adversas y que el fuego se podría extender en forma indefinida y no tomaron precauciones”. Además, aportó el dato de que en la zona de islas de Victoria había unas diez mil cabezas de ganado hace algunos años y ahora hay como sesenta mil.

“El contexto ha cambiado”, señaló y, antes de despedirse, recordó que con el Código Penal intentó castigar los estragos causados por una práctica antiquísima. Esa que en el libro El país de los chajás (1956), escrito por el sacerdote Gregorio Spiazzi (que escribía con el seudónimo Martín del Pospós), reseña la vida en las islas de la zona y cómo se quemaban los campos para conseguir mejores pasturas.

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