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El país|Lunes, 26 de mayo de 2008
Las entidades rurales convocaron en Rosario la mayor manifestación contra el gobierno del kirchnerismo

“Si no hay soluciones, vuelven las acciones”

Ante una multitud llegada en tractores, camionetas y hasta aviones privados, los dirigentes agrarios criticaron duramente a CFK y a Kirchner, y amenazaron con retomar las medidas de fuerza mañana, si hoy no se alcanza un acuerdo. Hubo dirigentes de casi toda la oposición.

Por Werner Pertot
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“Basta de reuniones estériles, queremos un diálogo que traiga soluciones”, bramó De Angeli desde el escenario.

Desde Rosario

Las entidades rurales consiguieron reunir la mayor multitud que se haya juntado contra el Gobierno desde 2003. Los organizadores calcularon 300 mil personas y la policía local estimó 170 mil e informó que miles más quedaron en las rutas, sin poder entrar en Rosario. En cualquier caso, superaron holgadamente la multitud que reunió en su momento Juan Carlos Blumberg. Extasiados con el poder de convocatoria, y ante una tribuna de opositores, los dirigentes agrarios fustigaron al ex presidente Néstor Kirchner, a gobernadores, intendentes, legisladores y lanzaron un ultimátum a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. “Si mañana (por hoy) no hay soluciones, el martes empiezan los cortes”, bramó enrojecido Alfredo De Angeli. Los otros cuatro asintieron.

Con el frío cortante de la mañana rosarina comenzaron a llegar las columnas de tractores, camionetas 4x4 con banderines, casas rodantes, que se aglomeraron en los accesos a la ciudad. Algunos, más afortunados, vinieron en sus aviones privados: llegaron quince al aeropuerto de Rosario. Entre ellos, arribó una pléyade de dirigentes opositores, que se pasearon frente a las cámaras en un corralito frente al palco, especialmente reservado para ellos. Allí estuvieron dirigentes del PRO, la UCR y la izquierda, además del gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, el propio Juan Carlos Blumberg, que tenía de bufanda una bandera argentina (ver página 6). Se mezclaron entre los productores Elisa Carrió, Margarita Stolbizer, Luis Juez y el intendente rosarino Miguel Lifschitz, que declinó hablar en el palco, pero finalmente fue al acto (ver “La presencia socialista”).

Los ruralistas fueron desembocando en el Monumento a la Bandera: desde arriba se veía como una inundación de celeste y blanco, plagada de banderas de los más diversos lugares. Algunas decían “Vaquita, no se me afloje”. Otras, “Cristina, con tu soberbia parás al país”. Un hombre que vendía cornetas celestes entre la multitud recibió más de una gastada de los productores: “¡Basta con la corneta!”, le gritó uno, recordando una frase de la Presidenta.

Había desde niñas vestidas de damitas antiguas, señoras engalanadas y cómodamente sentadas en sus reposeras, arrendatarios mateando subidos al tractor, hasta un grupito de hijos de productores, que optaba por un estilo más “andino”. “Hijos y nietos de productores”, le aclararon de entrada a Página/12. Con un pulóver con llamas y un sombrero panamá, Paula defendió los cultivos de soja: “Es rentable, no se puede ir contra la economía”. Y planteó que “tendrían que anunciar la vuelta al paro”.

–¿Y si no la anuncian?

–Volvemos al corte igual.

Paula y sus amigos se adentraron en la multitud, que ya coreaba una dedicatoria: “Es para Cristina que lo mira por tevé”. Algunos bailaban las zambas de los que tocaron antes de que empezara el acto. El último artista antes del show principal fue el payador “El Pampa” Cruz, de poncho negro, pañuelo y boina roja, que le leyó unas décimas a la Presidenta: “No puede cometer el desliz / de armar tremendo barullo / diciendo: la soja es yuyo”, decía una de sus estrofas. “Mi cielo hoy no es azul / tengo que alquilarle a un pool”, continuaba y cerraba con versos del Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos (...) porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”.

El ultimátum

En el atril había una virgen de Luján y una botella de agua mineral. El palco era todo celeste y blanco y tenía de fondo un cartel que decía: “Con el campo por un país federal”. Como estrellas de rock, los cuatro dirigentes entraron de a uno, levantando el puño, mientras el locutor los anunciaba. El titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, llevaba una camiseta de la Selección Argentina al cuello, por si faltaban más colores patrios. Los presidentes de Coninagro, Fernando Gioino, y de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, eran los más formales. A su lado, el de la CRA, Mario Llambías, acompañaba divertido cada cantito que surgía de la tribuna.

–Ya somosssss trecientassss milll personasssss –dijo el locutor.

–¡Oíste Cristina! ¡Andateeeee! –le respondió, entre la multitud, una mujer rubia que llevaba campera de corderoy y sacudía una bandera.

El primero en hablar fue De Angeli, recibido con un estruendo de cornetas, con un inmenso ondear de banderas y un rugido de voces combinadas: “Alfreeeedo, Alfreeedo”. El dirigente de Gualeguaychú fue el único que en todo momento se dirigió directamente a Cristina Fernández. “Señora Presidenta, yo me tomé el atrevimiento de invitarla a este acto, pero para que viniera con un acuerdo firmado. Me falló: tendríamos que haber tenido un solo acto nacional y en la historia va a quedar que en 2008 hubo dos actos”, arremetió.

Los productores pedían más: “Las segadoras se están oxidando y la culpa es del Gobierno. La yerba va a salir triste y la culpa es de la Presidenta. ¡Acá están las 300 mil personas, Presidenta! ¡No vamos a aflojar!”, lanzó. “La Presidenta no sabe gobernar. ¿A quién le distribuye la riqueza? ¡Se la da a los pobres para que vayan a su acto! ¡¡Miente!! ¡¡Presidenta, no mienta más!!” Desde las filas del frente, surgió un grito:

“Síííí, al corte, al corte”. Sin cambiar el tono, De Angeli pidió esperar hasta el martes para tomar medidas de fuerza.

“A los gobernadores, pegales a los gobernadores”, le pidieron.

“Esperen, que no terminé. A ellos también les toca: a los gobernadores, que no entren a la chiquilinada de defender al Gobierno. Y a los legisladores que no dan quórum, vergüenza les va a dar”, dijo. Desde la tribuna, Blumberg lo miraba con nostalgia. “Este Gobierno no sabe manejar al país y por eso nos quiere enfrentar”, insistió el chacarero-estrella antes de cederles la palabra a dos dirigentes que languidecieron frente a su discurso flamígero: Gioino y Miguens. El primero hizo un planteo más cercano al repertorio progre: habló de los ’90, de la distribución de la riqueza, de no enfriar la economía. “Basta de reuniones estériles, queremos un diálogo que traiga soluciones”, concluyó.

Miguens advirtió que iba a leer su discurso. “Esto de la tribuna me llegó muy viejo”, admitió el criador de caballos de polo. “Nos quisieron demonizar, acusándonos de golpistas y desestabilizadores. Estamos muy lejos de ser egoístas y especuladores. El campo no pelea por unos puntos de retención, sino por una forma de vida”, dijo el titular de la Sociedad Rural. “Nos deben una respuesta. Y nos la deben ya”, desafió.

Los más duros fueron Llambías y Buzzi. El titular de la CRA pidió una dirigencia “con pelotas” y le apuntó a Kirchner: “Alguno, que para nosotros se tendría que haber jubilado, dice que somos la Unión Democrática. ¡Ni somos la Unión Democrática, ni la pareja gobernante son Perón y Evita!”, fustigó. “Me sorprende que desconfíen de la pobreza: acá tenemos a Margarita Barrientos y a Raúl Castells, que saben que hay más pobreza, y ellos tienen el Indec mentiroso”, dijo. Desde la tribuna, cantaron: “El que no salta es un pingüino”. Al fondo del escenario, De Angeli saltó.

“El gobierno de los Kirchner es un obstáculo para que avancemos, para crecer con pleno empleo”, arremetió Buzzi, quien cuestionó al senador kirchnerista Roberto Urquía, de la Aceitera Deheza, una de las exportadoras “que ganan fortunas, mientras despojan al pequeño productor”. En plan de chicanear a los Kirchner, citó a Arturo Jauretche, planteó que “cuando tengan que tomar una decisión importante llamen a un referéndum y no lo decidan en un contubernio de cuatro personas”. Y reiteró el plazo perentorio: “Estemos preparados para volver a los piquetes el martes, de manera que truene el escarmiento si no se cambian las retenciones –dijo Buzzi–. Si pegábamos el portazo que querían, el país se prendía fuego”. Por la mañana, el dirigente había planteado: “Espero que el Gobierno no cambie lo del lunes. Si lo cambian por el tono del acto, es una falta de respeto”.

El acto pareció terminar con una lluvia de papelitos de colores, lanzados desde un avión particular traído por los ruralistas. Pero no. La multitud reclamó la vuelta de De Angeli. El entrerriano no se hizo rogar y repitió para todos sus frases más célebres.


Una Abuela en Rosario

Por W.P.

Como una mojada de oreja o un desafío al Gobierno, Eduardo Buzzi leyó en el acto una carta de una Abuela de Plaza de Mayo rosarina, Darwina Galicchio, madre de Estela Galicchio y abuela de la nieta recuperada Ximena Vicario. “Los chacareros no provocan el saqueo. Sabemos quién es el enemigo desde el 24 de marzo de 1976. Estoy en contra de la extranjerización de la tierra y por la distribución de la riqueza”, leyó Buzzi, quien intentó que los productores corearan “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”, pero sólo consiguió un frío silencio. Sentada en primera fila, con su pañuelo blanco en la cabeza, Galicchio dialogó con Página/12. “Vine por mis convicciones”, explicó. “Con el tema de las retenciones no me quiero meter, yo pido por la redistribución de la riqueza. Vine para apoyar a la Federación Agraria y por la injusticia de los chicos desnutridos.”

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