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El país|Domingo, 22 de septiembre de 2002

La Fundación Paganini

El que tiene plata hace lo que quiere: para existir como político, Macri formó un inmenso equipo de asesores y les paga entre 3 y 7 mil pesos por mes. La tarea principal de los 280 agraciados es generar alguna idea y planes. Hasta entre ellos le dicen “Paganini” al partido que los emplea.

Por José Natanson
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Los técnicos que trabajan con Mauricio Macri en la preparación del plan para el Gobierno de la Ciudad cobran entre 3 y 7 mil pesos mensuales. Es una mezcla rara, en la que conviven académicos prestigiosos como Mariano Narodowsky o Eugenio Burzaco, ejecutivos multinacionales como Ralph Haiek, ex compañeros de colegio del presidente de Boca y ex funcionario como Juan Pablo Schiavi, quien conoció al entonces dueño de Manliba cuando era subsecretario de Obras Públicas de Carlos Grosso. Contentos con el trabajo, los técnicos de Macri destacan la libertad con la que se mueven, aunque no pueden evitar cierta ironía para referirse a su nuevo patrón. “Trabajamos para la Fundación Paganini”, dicen en voz baja.
El responsable del ingreso de Macri a la política es Francisco de Narvaez, el poderoso empresario del que el presidente de Boca se divorció hace un par de meses, cuando en lugar de lanzarse como candidato presidencial, optó por pelear el Gobierno porteño.
Aunque a De Narvaez le costó perdonar el desaire, la separación se tramitó en términos razonables y, como ocurre con las parejas civilizadas, no hubo problemas con la división de bienes: la Fundación Creer y Crecer, que los dos fundaron el año pasado, había elaborado dos planes. De Narvaez se quedó con el nacional y Macri se llevó el proyecto para la ciudad.
Definitivamente emancipado de su ex compañero de aventuras, Macri se dedica a la campaña porteña y a monitorear el trabajo de sus asesores. Se trata de un grupo grande, integrado por 280 personas, de las cuales 36 son rentadas. Hay tres categorías de sueldos: 3, 5 y 7 mil pesos. Además, algunos equipos funcionan a través de contratos por proyecto.
Conforman un grupo heterogéneo. Juan Pablo Schiavi, que funciona como una especie de coordinador de los equipos, tiene un vínculo histórico con el ex directivo de Socma. A principios de los ‘90, Schiavi se desempeñaba como subsecretario de Obras y Servicios Públicos de Grosso. En aquella época, la familia Macri era dueña de Manliba, la empresa de recolección deresiduos que fue la principal contratista del gobierno porteño y cuyos contratos fueron denunciados como irregulares más de una vez. Schiavi y Macri se conocieron cuando se encontraban en lados diferentes del mostrador, lo cual no les impidió construir una relación provechosa que se mantiene hasta el día de hoy: además de actuar como coordinador, el ex funcionario grossista se encarga del área institucional, los proyectos de transparencia y la reforma política.
Pero Schiavi es una excepción, porque la mayoría de los técnicos son jóvenes sin mucha experiencia política. En el área de cultura trabaja Ralph Haiek, ex representante en la Argentina del poderoso grupo multimedia venezolano Cisneros; en seguridad, Eugenio Burzaco, que estudio el tema de Estados Unidos y escribió varios libros con una mirada bastante progresista sobre el asunto; en Desarrollo Urbano trabajan Daniel Chain y María Katz; en Acción Social María Eugenia Vidal, que quiere extender a los fines de semana los comedores escolares; en Justicia, el profesor universitario Gustavo Ferrari; en salud, el ex rugbier Ricardo Mastai; y en Educación trabajan Torcuato Sozio y Mariano Narodowsky, un experto en el tema que estuvo en Ctera, es profesor de San Andrés y Quilmes y defendió el polémico proyecto de las escuelas charter de San Luis.
Aunque algunos estuvieron vinculados al Estado en algún momento de sus carreras, la mayoría proviene de ámbitos más académicos. Se mezclan con amigos íntimos de Macri, como Néstor Grindetti, encargado de la estratégica área de Hacienda, o su ex compañero de colegio Mauricio Devoto, responsable del proyecto de Gobierno Electrónico.
Por el momento, los técnicos se encuentran un poco disgregados. Como la separación entre Macri y De Narvaez no está del todo consolidada, algunos equipos aún trabajan en las lujosas oficinas de la Fundación Creer y Crecer, en la calle Lafinur, mientras que otros funcionan externamente.
¿De dónde salen los fondos? Cerca del presidente de Boca aseguraron a Página/12 que la Fundación los seguirá financiando hasta fin de año, y dos técnicos confirmaron que los cheques llevan la firma de Creer y Crecer. Sin embargo, Macri quiere consolidar la separación de su ex socio y unificar sus equipos en la sede de su nuevo partido, que está a punto de oficializarse. Primero pensó en llamarlo Partido por el Trabajo y la Equidad, pero fue objetado ante la Justicia por una fuerza de nombre similar, por lo que finalmente optó por un título más posmoderno: “Compromiso para el cambio”. En cualquier caso, el trámite está a punto de concluirse y en poco tiempo el flamante partido inaugurará su casa central, en Belgrano entre Tacuarí y Piedras.
Con el partido casi listo y los equipos funcionando, Macri dedica sus energías a los recorridos por la ciudad que realiza dos veces por semana y al desarrollo de su plan de gobierno. Todos los martes, el presidente de Boca encabeza personalmente las reuniones con sus equipos. “Está atento. Escucha y es receptivo”, asegura uno de sus asesores. “Es bastante obsesivo con los detalles y se preocupa por seguir los temas. No es como los políticos profesionales, que sólo quieren escuchar tres o cuatro cosas para poder repetirlas en los medios”, agrega otro. Consultados por Página/12, los técnicos destacaron la “libertad” y el “profesionalismo” con que trabajan. Sin embargo, no quisieron opinar sobre los negocios de la familia Macri. Tampoco sobre sus declaraciones respecto de los cartoneros, a los que el presidente de Boca calificó de “delincuentes” y prometió meter presos.

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