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El país|Sábado, 14 de junio de 2008
En Rosario se multiplicaron los festejos para celebrar el 80 cumpleaños del icono revolucionario

Uno, dos, tres, muchos homenajes al Che Guevara

Talleres, paneles, encuentros internacionales, muestras de fotos, actividades en las plazas y música en los bares forman parte de las distintas maneras de recordar al rosarino en su ciudad natal. Hoy se inaugurará un monumento.

Por Laura Vales
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El intendente Miguel Lifschitz y el gobernador Hermes Binner en el acto de anoche en Rosario.

Desde Rosario

Lo primero que habría que decir es que el Che no nació el 14 de junio de 1928, como figura en los papeles. Su verdadera fecha de nacimiento fue el 14 de mayo, pero su madre, Celia de la Serna, lo anotó un mes más tarde porque se había casado embarazada y no quería que su familia lo supiera. La habían criado unas tías muy católicas que hubiesen hecho un escándalo; así que viajó a Rosario para estar lejos cuando llegara el momento de dar a luz y después le dijo a todo el mundo que el bebé era sietemesino. Esta es la razón de que el Che naciera en esta ciudad, donde anoche empezaron tres días de festejos para celebrar el 80 cumpleaños de Guevara y en la que, como era de esperar, que la fecha sea verdadera o falsa a nadie le importa en lo más mínimo.

La actividad central de esta tarde será la inauguración del monumento hecho por el artista Andrés Zerneri, una escultura de bronce de cuatro metros y tres toneladas realizada con la participación de 15 mil personas que donaron llaves. Anoche, en la apertura de las festejos por el 80 aniversario, hablaron el gobernador Hermes Binner y el intendente Miguel Lifschitz (ver aparte). Los festejos fueron organizados por la Municipalidad junto al gobierno de Santa Fe (ambos socialistas), la Embajada de Cuba, la multisectorial de Solidaridad con Cuba y los independientes que se juntaron en la Comisión del Monumento al Che. Mañana, un recital hará el cierre. Alrededor de estos tres grandes eventos se organizaron además talleres, paneles, encuentros internacionales, muestras de fotos, actividades en las plazas y música en los bares.

Con tanto homenaje, la agenda tenía el gran riesgo de convertirse en un ataque masivo de retórica, pero la sorpresa fue que no, o por lo menos no en todos lados. Pasó que a la ciudad llegaron antiguos amigos de la infancia de Ernesto Guevara, compañeros en la Sierra Maestra, tres de sus hermanos y tres de sus hijos. Eso hace que se puedan escuchar menos discursos y cosas más de entrecasa.

Camilo y Ernesto son dos de los hijos del Che. Vinieron con Aleida, la mayor y más conocida de los hermanos, y a diferencia de ella no quisieron participar en paneles ni dar entrevistas. Ayer a la mañana estaban parados en la vereda del edificio de Luz y Fuerza, donde la CTA organizó un encuentro sindical, tomando aire entre las exposiciones de dos panelistas y tratando de escapar inútilmente a los pedidos de autógrafos y fotos.

–Debe ser mucha carga ser el hijo del Che.

–¡¡Es una carga!! –confirma Ernesto, decidido a espantar cualquier posibilidad de una entrevista. Pero es sociable, y después de un rato agrega–. ¿Qué voy a hacer?... es lo que me tocó.

Cuenta que la que habla es sobre todo la mayor, Aleida. A él, en cambio, le gusta más escuchar a los que vivieron cosas con su padre. “Porque yo no tengo recuerdos de él. Nací en el ’65 y lo mataron en el ’67”. En la vereda y aprovechando el sol cuenta algunas cosas más, como que el Che tiene en Cuba nueve nietos. Que él estudió leyes como su hermano Camilo, que otra de sus hermanas es veterinaria y otra doctora.

Que es cierto que sus abuelos tenían apellido de familias acomodadas, pero que en Alta Gracia siempre alquilaron, y por eso andaban de casa en casa.

A Camilo, su hermano, le gustaron las anécdotas que adentro, en el auditorio de Luz y Fuerza, contó Orlando Borrego en un panel. Borrego peleó con el Che y lo acompañó después en el Ministerio de Industria, donde fue su mano derecha. En la charla, ante un auditorio de trabajadores e integrantes de la juventud de CTA, habló sobre el pensamiento económico del Che. En realidad, habló de su gusto por aprender. Contó que al convertirse en ministro, el Che estudió Economía Política, hasta que terminado el programa un día le pidió que le consiguiera un profesor de matemática. Estudiaba de noche, con el mejor profesor que le encontraron en la universidad; después pidió que le enseñaran Investigación de Operaciones. Y siguió con contabilidad. “Usaba una lapicera de tres colores, rojo, azul y verde, para hacer los balances.” Mandó a buscar profesores para que sus guardaespaldas aprendieran a leer y escribir y completaran el secundario, y mandó a algunos a la universidad. Borrego reveló también que a Guevara lo fascinaron las primeras computadoras y fue el que llevó la primera a Cuba, una IBM que mandó comprar quién sabe cómo a Estados Unidos e instaló en el Ministerio de Trabajo. “Tenía una cosa ligada a la cultura que era muy argentina. Por ejemplo, en los viajes tenía la costumbre de escribir”, señaló su antiguo colaborador, quien apostó a que si viviera, “a los 80 años el Che estaría sentado frente a una Pentium 4 volviéndolo loco a (Hugo) Chávez como su asesor”.

A cinco cuadras del edificio de Luz y Fuerza, en el rectorado de la Universidad, se hacía a la misma hora el Encuentro de Cátedras del Che, que reunió a docentes y estudiantes de 21 provincias argentinas, de Cuba, Paraguay y Venezuela. Ahí estuvo Aleida, que criticó el lockout agropecuario y se dijo impactada por las imágenes de los camiones tirando leche a la ruta en un país donde hay chicos para alimentar.

Otros de los que se puede cruzar caminando por la ciudad: Alberto Granado y Carlos Calica Ferrer, compañeros de los viajes por Sudámerica del Che; Harry Antonio Villegas Tamayo, el general Pombo, combatiente del Che en todas sus campañas, que se sumó a los revolucionarios a los 14 años.

Aunque los cortes de ruta y la falta de gasoil para los colectivos restaron algunas delegaciones que no pudieron viajar, los tres días de festejo son un lugar de encuentro para grupos de todo el país. Entre ayer y hoy también va a sesionar, por ejemplo, unas jornadas de organizaciones sociales. Hay un campamento de jóvenes y en el Club Central, del que se dice que era simpatizante el Che, se hace un campeonato de ajedrez para chicos. Los veteranos son mayoría en las charlas y paneles, mientras que a los sub 30 se los ve motorizando las actividades al aire libre. Alejandro Orellanos, de 28 años, es uno de los que llegó de Mendoza con Jóvenes de Pie. Con 140 compañeros, llevaron a una plaza una murga, una muestra de videos y pintaron un mural. “Mañana inauguramos un parque en un barrio, hecho con trabajo voluntario. Tratamos de traer a los festejos cosas concretas”.

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