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El país|Miércoles, 25 de septiembre de 2002

El juicio de Hard Communication terminó con felices los acusados

Los directivos de la empresa del concurso telefónico de Susana Giménez fueron absueltos.

Felices los hombres. Así quedaron los integrantes de Hard Communication, la empresa llevada a juicio por el concurso telefónico de Susana Giménez, en el que todas las partes ganaron más plata que la supuesta beneficiaria, la Fundación Felices los Niños, del cura Julio Grassi. En realidad, no hubo sorpresas. Todos los acusados ya sabían que la suerte estaba de su lado desde que percibieron que ni el fiscal ni el tribunal mostraban en el juicio interés en el tema de fondo: si era legal o no el contrato entre Hard y la Fundación. Descartado ese punto, la absolución fue una obviedad. Aunque no por eso menos festejada ayer por el novio de la diva y Jorge Born, las absueltas estrellas del juicio.
Jorge “Corcho” Rodríguez no disimuló su alegría. “Con este juicio me siento gratificado y me permite seguir creyendo en la Justicia”, dijo a la salida. Y Jorge Born aprovechó para insistir en que “fuimos víctimas de una brutal campaña orquestada en función de los intereses económicos de ciertos grupos periodísticos para quedarse con el negocio que teníamos”.
Lo cierto es que la felicidad estaba sellada desde el arranque del juicio al que se sentaron como acusados Rodríguez, Born, Federico Quirno y Roberto Engels. Desde el primer día, el fiscal Eduardo Marina evidenció que su línea de acción no haría centro en la discusión sobre la legalidad del convenio firmado entre Hard y Grassi. Ese había sido el eje de la elevación a juicio por parte de Martín Niklison, el fiscal que instruyó el caso.
Niklison sostuvo que un decreto del año ‘65 establecía que ese tipo de concursos con fines benéficos debía destinar el 50 por ciento de lo recaudado a la entidad beneficiada. Pero el contrato entre la empresa que en vida también integró Rodolfo Galimberti (en sociedad con su ex secuestrado Jorge Born) preveía apenas un siete por ciento del neto.
Así, Felices los Niños se llevó 400 mil pesos (cuando por la norma debía haber cobrado 7 millones). La parte del león se la llevó el resto: Hard se alzó con 110 mil pesos como ganancia, más 314 mil por “gastos” y 638 mil por “honorarios”. Telefé cobró 2,5 millones por publicidad. Las telefónicas cobraron 1,6 millones. Y la empresa que puso la tecnología, 1.171.000 pesos.
Cuando todo esto se hizo público por la denuncia de Grassi, la propia Susana Giménez, salpicada por un escándalo que crecía peligrosamente, le hizo al cura una “donación” de 680 mil pesos. El sacerdote también recibió una contribución “personal” de Rodríguez por 10 mil pesos.
Con esa recaudación, finalmente, Grassi se declaró satisfecho y pasó a bajarle el tono a sus acusaciones. Pero la causa judicial ya estaba en marcha. Y llegó al juicio oral donde testimonió el propio cura, que fue por demás ambiguo y evasivo. Dijo que lo cobrado fue “correcto” y que no hubo estafa hacia la Fundación. También aseguró no haber recibido presiones para firmar el famoso contrato. Así, el fiscal del juicio, Eduardo Marina, consideró que no había motivo para acusación alguna. El tribunal se limitó a seguir la doctrina que establece que si no hay acusación fiscal corresponde la absolución sin más trámite.
La mano del cura hacia sus ex acusados de Hard no impidió que fuera blanco de las críticas después del fallo absolutorio. “No se puede mentir en nombre de Dios ni en nombre de los chicos”, advirtió el novio de Susana Giménez. Grassi “tiene que explicar muchas cosas” porque “él sabía perfectamente lo que había firmado y siempre hizo un reclamo mediático que, acá, en el juicio, confesó que era en función de una expectativa y no de algo real”.
En la puerta de los tribunales, el abogado de Hard, Oscar Salvi, fue aún más allá: “Me parece lógico que Grassi quiera recaudar más, pero acá se ha puesto en crisis el honor de cuatro personas que se han portado muy bien con él. El nunca mintió ante un tribunal, pero cuando hablaba con los medios decía otra cosa”.

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