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El país|Jueves, 17 de julio de 2008
Al vicepresidente le tocó desempatar y votó en contra del proyecto oficial de retenciones móviles

Cobos se quedó con la última palabra

Luego de que la elección terminará 36 a 36, el vicepresidente intentó pedir un cuarto intermedio, pero los senadores no lo aceptaron. “La historia me juzgará”, dijo. Explicó que rechazaba el proyecto para ayudar a la paz social.

Por Miguel Jorquera
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Julio Cobos retoma la presidencia del Senado en un tramo luego de haberle dejado su silla a Pampuro.

En una dramática definición, a las 4 y media de la mañana, y luego de intentar pedir un cuarto intermedio que no fue aceptado, al vicepresidente Julio Cobos le tocó desempatar la elección en el Senado y votó en contra del proyecto oficial de retenciones móviles. “La historia me juzgará”, dijo Cobos, que explicó que tomaba esa determinación para ayudar a la “paz social”. “Mi voto no es positivo”, sentenció.

La primera votación arrojó un empate: 36 a 36. Julio Cobos leyó el reglamento y ordenó votar nuevamente antes de definir con su voto. El vicepresidente argumentó que no se debe leer el resultado de la votación en términos de triunfos y derrotas, pero afirmó que no se había logrado el consenso necesario sobre las retenciones móviles. Recordó la crisis que casi lleva a la guerra a la Argentina y Chile y luego la guerra de Malvinas durante la dictadura, también como llegó a la gobernación mendocina y afirmó que el de hoy era “el día más difícil de mi vida”. Cobos finalmente inclinó la balanza a favor de la oposición y le infligió la primera gran derrota al gobierno kirchnerista. El proyecto rechazado dejaría vigente la resolución 125 sin los beneficios para los pequeños y medianos productores que introdujo la Cámara baja hace doce días.

A las tres de la mañana la chicharra sonaba llamando a votar, y el último opositor en hablar, el radical mendocino Ernesto Sanz, reclamó varias veces la presencia de Julio Cobos, vaticinó el empate y aun sin Cobos sentado en la presidencia del Senado lo llamó a votar en contra de la resolución 125, “que no es votar en contra del Gobierno”.

El jefe del bloque K cerró el debate. En un nervioso discurso que dejaba entrever lo que se venía, Miguel Angel Pichetto pasó factura “por el oportunismo político” a los peronistas díscolos y sus propios aliados. Se preguntó como en tres meses muchos de los que buscaban sacarse una foto con la Presidenta habían dado un paso al costado y dónde habían quedado quienes adhirieron a la concertación que promovió el Gobierno. “¿Estamos en una crisis terminal?”, preguntó una vez más pero ya nadie le contestaría. Después dirigió la presión sobre Cobos afirmando que ningún vicepresidente, en el plano internacional, “votaría contra su propio Gobierno”. La suerte ya estaba echada.

A medianoche, la incertidumbre crispaba al kirchnerismo y carcomía a toda la oposición. Mientras todos estaban pendientes del decisivo voto del radical K Emilio Rached –que empataría la votación 36 a 36– y obligaría a Cobos a definir la suerte de las retenciones móviles, el senador santiagueño degustaba una picada junto a dos colaboradores en el comedor del Senado. Afuera lo esperaba el dirigente radical Leopoldo Moreau, un acercamiento que los senadores de la UCR veían con desconfianza. Rached aceptó el diálogo a solas con su viejo correligionario, pero enseguida cortó la charla que no duró más de un minuto. El senador pasó frente a los periodistas y dejó sólo una certeza: “No voy a hablar, sólo voy a votar”, dijo e ingresó al recinto. El final abierto se prolongaba.

En el recinto, el puntano Adolfo Rodríguez Saá tenía la palabra. Denostó la “demonización de la soja y de quienes tenemos una opinión diferente del discurso único que se quiere imponer”. Luego leyó de un libro sobre Juan Perón, la misma frase que eligió Carlos Reutemann para fundamentar su voto en contra: “Nosotros somos los ricos del futuro”, en referencia a la puja que el general pronosticaba en el ’73 sobre los alimentos que no podría producir el mundo industrializado.

Antes, Hilda “Chiche” Duhalde aseguró que “no voté los superpoderes a (Domingo) Cavallo que me pedían (Carlos) Ruckauf como gobernador y mi marido como presidente del PJ. La resolución 125 una trampa mortal. No estoy dispuesta a votar superpoderes”.

A esa hora, la una de la mañana, el oficialismo aceptaba a regañadientes que se le había escapado el triunfo y salió a informar el mecanismo en caso que Cobos tuviera que desempatar la votación. Pero nadie en el oficialismo arriesgaba cuál sería el sentido del voto del vicepresidente, pero admitían que la “intención política” del Gobierno era de terminar con el tema de una vez por todas.

Poco antes, y tras una reunión a puertas cerradas, las caras de decepción de Pichetto, y del bonaerense José Pampuro, daban muestras que ya no dominaban la situación. Cerca del bloque oficialista, deslindaban responsabilidades. El voto de los senadores de las provincias gobernadas por aliados, como Santiago del Estero en manos del radical K Gerardo Zamora y su senador Rached. Los resultados de la gestión de la Casa Rosada estaban a la vista: ninguno de los aliados díscolos revirtieron su anunciado voto negativo.

Quince minutos después, Menem comenzó su discurso disculpándose de haber abandonado varias veces el recinto por razones de salud. Visiblemente demacrado, y con “neumonía” –según sus colaboradores– hablaba pausado y con dificultad. La sesión la presidía el salteño Juan Carlos Romero. Menem adelantó su voto negativo y exhortó a los senadores a impedir que “se siga dividiendo el país”.

Dos y media de la madrugada, el radical Gerardo Morales arrancó su discurso “abreviado” embistiendo contra el Gobierno. La chicharra empezó a sonar, para volver a reunir el quórum y votar. Otro radical, Ernesto Sanz, reclamó varias veces la presencia de Julio Cobos, que no estaba en el recinto. La hora de la verdad había llegado.

Bastante lejos ya habían quedado las versiones del mediodía, cuando los pronósticos se dividían. Desde la oposición se vaticinaba un empate en 35 votos y los dos “últimos indecisos”: el catamarqueño Ramón Saadi y Rached. El oficialismo contaba a Saadi entre sus votos y dudaba de Rached, pero el santiagueño todavía no había llegado al Senado. Lo que dejaba al kirchnerismo con un solo voto arriba en una votación reñida.

Las más disparatadas versiones sobre el paradero de Rached comenzaron a circular por los pasillos del Senado. Rached era uno de los dos últimos indecisos. Pero a esa hora, los productores de Pinto fueron hasta la casa de su ex intendente para garantizar su voto “a favor del campo” (ver aparte).

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