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El país|Jueves, 21 de agosto de 2008
Iribarne renunció a su postulación como embajador en el Vaticano

Un nuevo casting para el Papa

El ex ministro de Justicia de Néstor Kirchner, a quien el Vaticano no le dio el plácet después de ocho meses de espera, le envió una carta a la Presidenta liberándola de mantener su candidatura. Un escollo menos en la relación con la Iglesia.

Por Laura Vales
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El ex ministro de Justicia Alberto Iribarne, cuestionado por divorciado vuelto a casar.

Después de ocho meses sin haber obtenido del Vaticano el plácet para asumir como embajador, Alberto Iribarne renunció a ser postulado para el cargo. En una carta a la Presidenta, señaló que por el tiempo transcurrido y como asumió otros compromisos profesionales, decidió liberar al Gobierno de mantenerlo como candidato a embajador ante la Santa Sede, puesto en el que la Iglesia nunca lo aceptó debido a que es un divorciado que volvió a formar pareja.

La renuncia, aseguraron fuentes de Gobierno, fue el camino elegido para superar de la forma más diplomática este punto de conflicto con la Iglesia, ya que dejará la pulseada con el Vaticano en una suerte de empate: permite que no sea el país el que deba retirar la postulación –es el candidato quien desiste por razones personales–, mientras que la curia tampoco queda mal parada porque no llegó a enviar ninguna notificación de rechazo de manera oficial. Así, queda la ruta despejada para que la Casa Rosada designe otro embajador que no resulte irritante para la cúpula católica.

Iribarne fue designado en diciembre del año pasado. Venía de ser ministro de Justicia en el último tramo de la gestión de Néstor Kirchner, por lo que se suponía que era un candidato jerarquizado, pero apenas trascendió su nombramiento la Iglesia hizo saber por medio de la prensa que no respondería el pedido de plácet –lo que, en lenguaje diplomático, expresa desaprobación–. El Gobierno se dijo sorprendido, ya que hay todo un listado de embajadores ante el Vaticano que están divorciados o separados –tal es el caso de los representantes de Suiza, México y Cuba–. Por eso, ratificó a Iribarne como candidato y planteó que no haría ningún movimiento hasta que el Vaticano contestara oficialmente el pedido de plácet; en ese marco, llegó a evaluar incluso la posibilidad de no tener embajador hasta el fin del mandato de Cristina Kirchner, delegando las funciones en el encargado de Negocios. El conflicto se asentaba en otros antecedentes, como la pelea de la Iglesia con el ex ministro de Salud Ginés González García por su política para garantizar el acceso a los anticonceptivos y la remoción del vicario castrense.

En las últimas semanas, tanto el Gobierno como la Iglesia habían hecho gestos para mejorar su relación. La Presidenta se reunió en Roma con el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano; luego vino a Buenos Aires Dominique Mamberti, encargado de las Relaciones Exteriores de la Santa Sede, quien se reunió con el canciller Taiana. En ese clima de mejor sintonía, relataban ayer fuentes de Gobierno, el Vaticano retiró su pedido de crear un obispado en Tierra del Fuego del que quedarían excluidas las Islas Malvinas, es decir que ha habido acciones de los dos lados en favor de una distensión.

En su carta Iribarne presenta la renuncia como un hecho indeclinable. “Ha sido para mí un gran honor personal el ofrecimiento que usted me hiciera para representar a la República Argentina ante la Santa Sede. El largo tiempo transcurrido desde entonces, sin respuesta al pedido de plácet formulado, ha motivado que fuera asumiendo responsabilidades políticas y profesionales que me imposibilitan representar al país en el exterior”, señala. Presidencia girará ahora la carta a la Secretaría de Culto para que se retire el pedido de plácet, con lo que el cargo quedará vacante para la nueva designación.

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