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El país|Domingo, 23 de noviembre de 2008
TENSION EN TUCUMAN DURANTE EL VELATORIO DEL EX REPRESOR Y EX POLICIA SUICIDADO

La última amenaza del Malevo

Su viuda juró “matar” por venganza, mientras ex policías decían que fue un buen hombre. Intimidaciones.

Por Carlos Rodríguez
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Ferreyra, con sombrero y camisa negra, como construyó su personaje y será enterrado.

”Lo hizo para perpetuarse, para quedar en la historia. En Tucumán, a partir de la figura de (Antonio Domingo) Bussi y de la dictadura, mucha gente tiene incorporado el discurso de la mano dura, de la ley y el orden. Y en ese marco, para muchos, el Malevo Ferreyra no era un asesino, era un justiciero.” El periodista, de un diario alternativo de Tucumán, definió el perfil del policía tucumano Mario “El Malevo” Ferreyra y analizó el porqué de su cinematográfico suicidio, el viernes, frente a las cámaras de Crónica TV, imágenes cuya difusión fue prohibida por una jueza porteña, por pedido del presidente del Comité Federal de Radiodifusión (Comfer), Juan Gabriel Mariotto (ver nota aparte). “Fue fanfarrón y prepotente hasta el último minuto de su vida. Se mató para no sufrir la humillación de una nueva condena por asesino.” Otro periodista, de un medio importante de la provincia, coincidió en la visión de un “suicidio premeditado, para convertirse en un mito para sus seguidores”. Los dos periodistas pidieron reserva del nombre, por razones de seguridad, mientras que los abogados de Derechos Humanos de Tucumán también se llamaron a silencio, por ahora. “El clima en la ciudad está muy denso, es mejor esperar”, comentó una dirigente local ante la consulta de PáginaI12. La decisión fue tomada luego de una reunión que se hizo ayer por la tarde.

Para alimentar el mito, anoche los familiares del Malevo Ferreyra seguían velando sus restos a cajón abierto, preservando los elementos que lo hicieron famoso. Su imagen era la misma que levantaba desprecio en muchos y que, al parecer, genera devoción en otros tantos: lucía su típico sombrero de paja y su camisa negra de siempre, lo que disimulaba la mortaja que cubría parte del cuerpo.

El sepelio fue demorado para hoy a las 11, en el cementerio de la localidad de Los Pereyra, Cruz Alta, al este de San Miguel de Tucumán, donde había nacido hace 63 años. Los allegados confirmaron que Ferreyra será enterrado con su sombrero característico. El velatorio comenzó ayer, antes del mediodía, y ayer por la tarde se esperaba la llegada de otros familiares, su madre y un hermano, que viven en Buenos Aires, y un hijo que reside en los Estados Unidos.

La vigilia, que anoche se hacía a la luz de las velas, era amenizada por sus ex compañeros de armas llevar, policías y algunos ex militares o paramilitares. “Era un tipo que siempre iba de frente, que se jugaba por la sociedad. No era un asesino como dicen los de los derechos humanos”, expresó en voz alta un ex policía, como para que lo escucharan los periodistas y fotógrafos de los medios locales que fueron hasta la finca de San Andrés, donde vive la familia Ferreyra, a cubrir el velatorio. “Cuando entrábamos con él en algunos barrios peligrosos, los delincuentes nos respetaban, porque él se sabía hacer respetar”. Para imponer tanto “respeto” cometía atropellos, torturas y asesinatos, de los que fue acusado a lo largo de toda su vida.

Por un triple crimen, cometido en 1991, cuando se desempeñaba como jefe de la Brigada de Investigaciones, fue condenado en 1993 a la pena de prisión perpetua, pero en septiembre de 1996, por un decreto del entonces gobernador Antonio Domingo Bussi, le redujeron la condena a 20 años y un año después a 18. Desde septiembre de 1998 comenzó a gozar de salidas transitorias para ir a trabajar y en 2002 obtuvo la libertad condicional. A pesar de tantos beneficios, ayer, sus ex compañeros, seguían expresando sus críticas “a la persecución del gobierno nacional y provincial, que llevó a la muerte al mejor policía que tenía la provincia”. Comentarios de este tipo se repetían a cada minuto.

María, la esposa de Ferreyra, estaba ayer acompañada por cuatro de sus hijos. En medio del llanto, juró venganza: “Me voy a encargar de hacer justicia. Si tengo que matar al hijo o al nieto lo voy a hacer”, aseguró la viuda ante un grupo de allegados y ante los medios de prensa locales.

No precisó a quien se dirigía, aunque muchos pensaron en el juez federal subrogante Daniel Bejas, que investiga los crímenes cometidos durante la dictadura militar en el ex arsenal Miguel de Azcuénaga, y que fue quien pidió, el 11 de noviembre, la detención del Malevo.

La abogada María Arraigada, que representa a los familiares de Ferreyra, culpó a la Gendarmería por el suicidio de su cliente. “No me dejaron trabajar. Nos dieron diez minutos para que entráramos a disuadirlo, pero cuando caminábamos hacia la tranquera para hablar con él, irrumpieron los gendarmes y entre gritos, escuchamos el disparo”.

Los familiares tuvieron ayer un entredicho con los policías, en actividad, que habían hecho un cerco en torno de la casa donde se hace el velatorio. “Déjennos elaborar el duelo, pongan una guardia mínima”, le manifestó uno de los hijos del Malevo al jefe del operativo. Una bandera roja había sido colgada en lo alto del tanque de agua al que se subió Ferreyra para resistir la detención. En ese lugar se suicidó ante las cámaras de Crónica Televisión. Todavía se observaban los restos de sangre que había dejado el policía, en su gesto final.

Ayer, durante todo el día, fue incesante el paso de amigos, vecinos y parientes que le dieron el último adiós, en la vivienda que está en la calle Del Cielo, en el barrio San Andrés. “No tengo nada que ver. Que investiguen, que vayan a los lugares, que busquen. Si miento, que me fusilen”, había dicho Ferreyra negando su participación en los crímenes ocurridos durante la dictadura militar.

Laura Figueroa es la abogada que lleva la causa en representación de la parte querellante. Ayer, por la tarde, participó de una reunión con dirigentes de varios organismos de derechos humanos. Resolvieron llamarse a silencio, por ahora, dado que existe en la provincia “una gran tensión y no queremos alimentar reacciones de ningún tipo”, le dijo a este diario una dirigente provincial. “El clima está muy tenso y todos saben que la gente que rodea al Malevo es gente de acción. La situación es complicada porque incluso, antes de morir, Ferreyra había amenazado a quienes lo estaban acusando.”

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