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El país|Lunes, 5 de enero de 2009
Las dos alternativas que baraja el kirchnerismo para los comicios

Un dilema electoral en Kapital

En un distrito con mayoría opositora, dirigentes porteños del Frente para la Victoria pretenden construir una alianza con todo el espectro del centroizquierda de la ciudad. Pero Kirchner prefiere sostener un criterio más selectivo. Las especulaciones sobre Ibarra y Telerman.

Por Daniel Miguez
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“Aníbal se portó muy mal. Nosotros siempre lo apoyamos”, se le escuchó decir a Kirchner hace poco.

A veces parece que a la cúpula kirchnerista le preocupa mucho la elección del 2009 en la ciudad de Buenos Aires porque objetivamente está en marcada inferioridad y tiene por delante el desafío de hacer un esfuerzo enorme, juntar socios y tratar de revertir la situación. Otras veces parece que ve sus chances electorales con tanto pesimismo que podrían apostar a una elección casi sin alianzas, algo así como morir con las botas puestas. De esas sensaciones, casi maniqueas, se desprenden las dos posturas que diferentes sectores del kirchnerismo sostienen sobre cómo hacer el armado electoral para afrontar las legislativas de octubre en Capital.

Por un lado, están los referentes históricos del oficialismo que quieren abrir las puertas de par en par del Frente para la Victoria y que ingrese todo el progresismo disponible en Capital.

Por ahora, estos dirigentes se pronuncian en voz baja y no públicamente porque quien prefiere entornar las puertas para que el ingreso sea más selectivo, aunque eso implique tener menos votos, es el presidente del PJ, Néstor Kirchner, y no quieren aparecer en posiciones enfrentadas a la suya.

El análisis de quienes prefieren un frente amplio es aprovechar que el macrismo y la Coalición Cívica, los más fuertes en Capital, se repartirían en forma más o menos pareja a los votantes del centroderecha y a otros que, sin definirse, están desencantados con el gobierno nacional, para que un kirchnerismo ampliado pueda capitalizar gran parte del centroizquierda y el progresismo en general.

En sus análisis dicen que el ex jefe de gobierno porteño Aníbal Ibarra no puede estar afuera de ese esquema. Recuerdan que en la elección de 2007, en la que el kirchnerismo salió segundo detrás de la Coalición Cívica y ubicó al ex ministro de Educación Daniel Filmus como senador, Ibarra con su colectora Diálogo por Buenos Aires aportó tantos o más votos que la lista del oficialismo puro, que encabezaba el ex ministro de Salud y actual embajador en Chile, Ginés González García.

El problema para este sector es que dos de los tres máximos referentes de Diálogo por Buenos Aires, Ibarra y el diputado Miguel Bonasso, hoy son particularmente críticos del gobierno nacional. El único que mantiene sus declaraciones de apoyo es Carlos Heller.

Por eso es que en la Quinta Presidencial de Olivos se escuchan elogios a Heller y hay expresiones de enorme decepción con Ibarra, que se transforma en fastidio cuando alguien menciona la posibilidad de incluirlo. Los argumentos que se escuchan en la cima del Gobierno van mucho más allá del encono actual con el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández y la cercanía de éste con Ibarra. Aseguran que no se trata (sólo) de una cuestión de propiedad transitiva, sino que especialmente le facturan a Ibarra haberse corrido durante el conflicto con las cámaras agropecuarias.

“Aníbal se portó muy mal. Nosotros siempre lo apoyamos. Lo bancamos para su reelección como jefe de gobierno. Y también lo bancamos en momentos muy difíciles, y pagamos los costos”, se le escuchó decir a Kirchner hace un par de meses. Los “momentos muy difíciles” y los “costos” eran clara referencia a la tragedia de Cromañón, que derivó en la destitución de Ibarra. “Las retenciones móviles era una medida redistribucionista, progresista. Nosotros cometimos errores y parte de la clase media no nos entendió. Pero él prefirió pensar en su beneficio personal, antes que salir a apoyar”, era la frase que completaba el concepto sobre el ex jefe de gobierno de la ciudad.

También Kirchner sabe que con el Partido Justicialista, sólo, no puede ir muy lejos en Capital y aspira a mantener a Heller y sumar al sector del ex jefe de gobierno Jorge Telerman. Incluso alguna vez, no hace tanto, también pensó en Roberto Lavagna como un posible candidato.

Del otro sector, el de los que quieren a Ibarra adentro, señalan que Telerman es visto por buena parte del progresismo como el hombre que transó con Mauricio Macri para voltear a quien era su jefe. “No sólo aporta muchos menos votos que Ibarra, sino que con esa mochila encima directamente es piantavotos”, afirman.

Para este sector, Elisa Carrió, de la Coalición Cívica, y Gabriela Michetti, del PRO, van a tener una pelea muy pareja y es una oportunidad para que las fuerzas progresistas se unan y puedan estar en la conversación. “De lo contrario –concluyen–, los votos del centroizquierda se van a dividir entre nosotros, Ibarra y Pino Solanas. No tiene sentido.” Queda al menos un semestre para cerrar el debate. Aún no hay fuerzas internas conformadas y todavía es una discusión entre dirigentes que buscan formar corrientes de opinión en torno al tema. Y especialmente corrientes de opinión que tengan la fuerza de llegar hasta Olivos, que es donde, en un sentido u otro, se sellará el sistema de alianzas del kirchnerismo.

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