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El país|Miércoles, 18 de febrero de 2009
El embajador de España en la Argentina, Rafael Estrella, analiza la relación bilateral y la visita oficial a Madrid

“El vínculo con la Argentina es indestructible”

Después de poco más de dos años en el país, el embajador Estrella asegura que “las empresas españolas están satisfechas” y circunscribe el conflicto por la estatización de Aerolíneas a una relación entre el gobierno argentino y empresas privadas.

Por Mario Wainfeld y Nora Veiras
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“Cuando hay una relación tan intensa como la nuestra es muy difícil que no se produzca algún desencuentro”, dijo Estrella.

Rafael Estrella recibe a Página/12 en un refrigerado ambiente de la embajada española, generosamente engalanado con retratos de sus majestades. Lleva bien sus 58 años (dos hijos grandes, sin nietos, “no parece que tengan mucho interés”). Es un entrevistado atento, en una doble acepción del término: enchufado y cortés. Su origen andaluz aparece en la pronunciación, en algunas consonantes aspiradas (“lo’ españole’”), no tanto en su medida gesticulación. Asume un lapsus con buen humor, no pierde la concentración, decide fumarse un pitillo cuando se le pregunta sobre Hugo Moyano. Habla a agenda abierta, con una mirada política infrecuente en la diplomacia y en muchos abordajes locales. Es un cuadro político, su primer destino diplomático fue la Argentina. Se le nota, aunque igual se le pregunta al efecto.

–¿En qué es diferente un embajador (como usted) que ha hecho toda su carrera en la política a uno que se dedicó todo el tiempo a la diplomacia?

–Probablemente esa actividad política, en mi caso siempre vinculada con la política exterior, da una visión global, más política. Luego, quizá, permite entender mejor y decodificar los mensajes políticos, situar los elementos en su lógica. No guiarse tanto por la noticia del día sino por su proyección de varios días o meses.

–¿Hay algo en el mundo de la política que ande 99 por ciento bien, de verdad?

–Sí. La política, al fin y al cabo, es diálogo, interlocución, liderazgo, acreditación del otro. Cuando está en minoría se acredita como alternativa y reconoce el liderazgo del otro. Cuando hay una relación tan intensa como la nuestra es muy difícil que no se produzca algún desencuentro, diferencias de enfoque, situaciones conflictivas. Si no, no sería una relación viva. Lo importante es que existan los mecanismos y la capacidad y la voluntad de sobreponerse a las circunstancias y volver a construir. En el caso de Argentina y España, el sustrato, el soporte, están sólidos, permiten que el vínculo sea indestructible, como lo demostró la Presidenta en Madrid.

–Distintos intereses o divergencias existen siempre. Pero en el conflicto de Aerolíneas Argentinas hubo un compromiso del Ejecutivo argentino respecto de la tasación que incluía a un tercero para desempatar. Eso fue dejado de lado por una ley, instada y votada (entre otros) por el partido oficialista. El Gobierno rectificó lo acordado y tanto el gobierno español como la empresa se manifestaron incómodos. ¿Cuál es el peso de esa desinteligencia, apenas el uno por ciento?

–Es poco, porque las relaciones no se restringen a lo económico. Hay que tener en cuenta la relación social, cultural, de visión compartida de los problemas del mundo, de visiones comunes sobre problemas universales como los derechos humanos, visión convergente de algunas respuestas a la crisis. Cuando uno suma todo eso... pues probablemente la parte económica no pesa más de un 10, 20, 30 por ciento. Hay pocos casos de una relación tan intensa y profunda como la que hay entre Argentina y España.

–¿Cómo ve la posibilidad, que se dice cercana, de un acuerdo entre el gobierno argentino y el grupo Marsans y cómo juega el gobierno español?

–El gobierno español no juega. Es una discusión a tres bandas (Argentina, Airbus y Marsans). El gobierno español lo que puede hacer es lo que hizo su presidente: que se busque una solución que sea satisfactoria para todas las partes.

–¿Su gobierno no percibe que el caso Aerolíneas puede ser un mal precedente de conducta de Argentina hacia otras empresas españolas, que cambie las reglas de juego?

–Eso puede crear más preocupación en sectores de análisis de información de mercado. Las empresas españolas están muy satisfechas en la Argentina, están comprometidas. Estuvieron en los momentos más difíciles de la crisis, no se marcharon. Han mostrado vocación de permanencia absolutamente sólida, férrea. No hay un proceso: hay un caso singular, se intenta que tenga una salida aceptable para todos.

–En los ’90, en el marco de la privatización de las empresas públicas, España fue el principal inversor. Ahora, en los gobiernos de Néstor Kirchner y de la actual Presidenta, comenzó un proceso de reestatización de algunas empresas y de inversión privada en empresas españolas, como en Repsol. ¿Ustedes advierten que ese cambio puede afectar los intereses españoles?

–Ha habido cambios de accionaridad, entrada de socios argentinos en dos empresas de capital español, YPF y Gas natural. Los dos casos se han producido sin interferencia política, que es lo más importante. Ha habido conocimiento de los dos gobiernos, pero los acuerdos se han desarrollado sin intervención política. Se ha preservado lo que es una relación económica, lo que ha favorecido esos acuerdos, que están funcionando bien. YPF ya lleva algún tiempo, Gas natural menos. Escucho de los socios argentinos y de los españoles satisfacción: han hecho una opción de negocios, han hecho una apuesta estratégica en su visión de la relación entre los países.

–Concretamente: ¿está conforme España con el proceso de las estatizaciones de Aerolíneas y del sistema jubilatorio?

–Aerolíneas es una decisión normal del Gobierno, lo que cabe es esperar una solución justa para todas las partes. Ha habido desencuentros, hay que buscar una solución satisfactoria para todas las partes, se está trabajando. Sobre las AFJP, no me corresponde opinar del actual modelo ni del anterior. En mi país tenemos un sistema público de pensiones. Según nuestro gobierno, uno de los principales activos frente a la crisis es que los mecanismos de protección son sólidos. El cambio del modelo de pensiones es una decisión interna. Lo que hubo aquí en esos días fue una reacción un tanto histérica de los mercados, la histeria domina en los mercados en general. Se critica una decisión de la Argentina, interesadamente por parte de algunos, en función no del presente sino del pasado. Me parece injusto, pero ese hecho pasado se produjo. Argentina tiene la tarea de acreditarse como un país que cumple sus compromisos porque la carga histórica de la Argentina del default pesa mucho, aunque no sea la actual.

–Usted dice que el gobierno y las empresas españolas están muy conformes. La melodía de sus palabras suena disonante con la de muchos analistas argentinos y también con la de los representantes de las empresas españolas. Por ejemplo, abundaron quejas por el congelamiento de tarifas o por la suba ulterior (considerada escasa) o por la falta de seguridad jurídica. ¿Cuál es su parecer?

–Quejosas estaban todas las empresas sometidas a un régimen de control de precios y de tarifas, entre las cuales las había de capital español. Cuando llegué aquí, me sorprendió, me causaba gracia que se me hablara de las empresas españolas quejosas. No se mencionaban las argentinas, igualmente quejosas. Quizá por la simplificación obligada de la perentoriedad de la noticia, del mensaje que tiene que estar muy reducido para que el lector lo entienda, se creó el estereotipo de que era un problema de las empresas españolas. Era una decisión política: contener los precios como un elemento de estímulo para la salida acelerada de la crisis. Se puede cuestionar, o no. A mí me parece que tiene bastantes elementos de racionalidad. Las empresas españolas han acompañado ese proceso, los sacrificios del pueblo argentino, con sus sacrificios y su compromiso. Ahora el Gobierno ha tomado una decisión que, sin opinar a fondo, me parece que es bastante de sentido común: bajar los subsidios. Se transparentan los precios, con aumentos para los consumidores aunque un esquema que procura que pese menos sobre los más débiles.

–Hablando en perspectiva, ¿cómo definiría usted la relación entre Argentina y España, en especial en los años de la administración Kirchner y cómo la prevé en el horizonte de una crisis financiera internacional?

–Creo que la crisis internacional nos obliga a estar mucho más coordinados. Es uno de los frutos de esta visita de la Presidenta, de los que no se ha hablado demasiado. Una visita de estas características se da una vez cada mandato: ha tenido el máximo rango institucional. Hay una decisión por las dos partes de elevar y profundizar nuestra relación, de trabajar en la construcción de agendas compartidas. Ha habido una determinación de recuperar algo del pulso –en el caso de España porque hemos tenido un año electoral– que se había perdido. Ha habido acuerdos entre los dos ministros de Ciencia y Tecnología, también conversaciones entre los ministros de Trabajo, ha habido acercamiento a modelos de concertación social con los errores y aciertos que ha tenido en su desarrollo el modelo español, ha habido encuentros entre los dos cancilleres, una excelente reunión. Creo que se abrió un camino para una comunicación mucho más fluida. También hubo encuentros entre el ministro Julio De Vido y Miguel Sebastián, el ministro de Industria. Además de los acuerdos para que Argentina y España hagan cooperación triangular para el desarrollo de terceros países. También se ha extendido el derecho de voto en reciprocidad a los argentinos residentes en España, lo cual supone profundizar en elementos de ciudadanía. La visita ha sido importante desde el punto de vista institucional, por los contenidos políticos.

–Usted decía que las empresas españolas en el peor momento de la Argentina no se fueron del país. Teniendo en cuenta que la crisis hoy se siente muy fuertemente en España, ¿las empresas españolas van a seguir invirtiendo en la Argentina, van a disminuir, van a diversificar en América latina?

–Las empresas españolas siguen invirtiendo en la Argentina. De hecho, durante las visitas se han anunciado algunas inversiones importantes, se va a mantener. Normalmente, cuando hay dificultades en un escenario las empresas buscan oportunidades de inserción y buscan también socios con los que trabajar. Y, si al mismo tiempo somos capaces de plantearnos visiones compartidas (por ejemplo ante la próxima reunión del G-20)... Ya empezamos a trabajar en la necesidad de una reforma de las instituciones de organismos internacionales como el Fondo Monetario. Y, sobre todo, prevenir este tipo de situaciones. Estamos trabajando desde España una propuesta para la erradicación de los paraísos fiscales. Sin pretender dar lecciones a nadie, argentinos y españoles estamos muy capacitados para impulsar algo tan necesario como las medidas políticas y económicas: que emerjan nuevos paradigmas culturales que no sean los que han dominado y han sido el caldo de cultivo de esta crisis basados en que valor y precio eran la misma cosa. Valor y precio lo fijaban los futuros.

–Al gobierno español no le gustó nada la expresión “gallegos” que utilizó Hugo Moyano en un momento ríspido de la discusión de Aerolíneas Argentinas. ¿Qué pasó con eso, se olvidó, se indultó, se conversó?

–No sé si se ha conversado en algún momento. Creo que ha sido una visita muy cómoda, muy relajada, ése era nuestro deber como anfitriones: hacer que nuestros amigos argentinos, que son mucho más que amigos, se sintieran cómodos y que la visita reflejase esa relación. A mí no me molesta que me digan “gallego”.

–Depende de cómo se diga.

–Depende de cómo se diga, claro, pero creo que, en el calor de los debates o de los actos públicos, se dicen algunas cosas que luego no tienen más relevancia. Ha sido muy importante la presencia de una delegación sindical que ha podido vivir cómo es de viva, de peculiar, la relación entre Argentina y España. Yo eso lo he entendido cuando he venido aquí como embajador, no tenía todas las claves.

–Usted dijo que lee siete diarios por día en la Argentina y el más importante que es el que no se escribe. ¿Qué noticias pondría en ése?

–Esas son noticias que hay que construirlas con lo que ha pasado los días anteriores, con lo que dice la experiencia que según los hábitos políticos es previsible que hagan los actores. A partir de ahí se construye el verdadero diario. Creo que hay que relativizar el valor de cualquier gran noticia. Estos días hemos asistido a un importante anuncio de un principio de coalición política. Es una noticia en sí pero para mí lo importante de eso son sus antecedentes y, sobre todo, el desarrollo que se puede tener. Especular sobre el desarrollo me interesa más que la noticia en sí.

–¿Por qué tiene que leer tantos diarios?

–En otros países, con uno o dos periódicos se puede conocer la realidad. A mí me gusta ver los diarios, encuentro ángulos muy distintos en la prensa argentina. Los leo en una hora: los titulares, alguna noticia que da la visión del medio.

–En algunas coberturas del viaje de la Presidenta a España primó la sensación de que el viaje fue muy tenso, un fracaso. ¿Cómo vio usted ese viaje y cómo ve la relación a futuro?

–Creo que algunos medios han prestado atención a cuestiones muy triviales. Por ejemplo, el retraso que se produce en el inicio de la cena con los reyes estaba más que justificado porque el encuentro con el presidente duró más de lo previsto, la rueda de prensa duró 50 minutos cuando estaba prevista para 30, con lo cual la Presidenta tenía esperando al líder de la oposición. Era un retraso cantado de 40 minutos. Creo que la visita ha tenido mucho más contenido y que quizá se ha banalizado, sobre todo por parte de algún comentarista. Creo que ha sido una visita de fortalecimiento de la relación bilateral.

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