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El país|Martes, 16 de junio de 2009
Julio Cruciani, ex juez y candidato a diputado

“Ya estoy más allá del bien y del mal”

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“Voy a ser el candidato sorpresa”, se entusiasma Julio Cruciani, el candidato del moñito. Corredor de Turismo Carretera en su juventud, y juez en lo penal económico durante el menemismo, entre los casos resonantes que pasaron por sus manos estuvieron la Operación Langostino (en la que se secuestraron 600 kilos de cocaína) y el caso Fassi Lavalle. Ya jubilado, Cruciani intenta seguir con la función pública desde el Congreso y se postula por la lista 183, desde un partido sin nombre. Apostado en la esquina de Acoyte y Rivadavia, reparte boletas y saludos a los simpatizantes que se acercan a demostrarle su apoyo, en su mayoría jubilados, y ahí mismo se hace un rato para dialogar con Página/12.

–¿Qué expectativas tiene de cara a los comicios?

–Hay una gran diferencia con las últimas elecciones, y es que ésta no es una elección presidencial. En la anterior, como independiente tradicional me presenté sin candidato a presidente, y eso implicó que los votos obtenidos eran todos de corte de boleta. Quiere decir que, si no, hubiera sacado el doble o el triple. Y yo no me guío por encuestas, me guío por la realidad. En ese momento sacamos 60 mil votos, y hoy para legislador de la ciudad se entra con 50 mil, o sea que ya dicen que no solamente yo sino varios que me acompañan entramos en la Legislatura. Y, por lo tanto, yo también entro como diputado nacional. Esa es la expectativa, que coincide con lo que salió en los medios, que varios opinan, entre los entendidos, que el candidato sorpresa voy a ser yo.

–¿Quiénes son los que van en su lista?

–La fuerza que me acompaña se compone de toda gente desconocida, pero idónea. Una dentista, una médica del Garrahan, un dirigente social, un empleado, un obrero calificado, jubilados, gente común. Y por lo tanto con los problemas del común y con las soluciones que tiene la gente del común. A esta altura yo estoy más allá del bien y del mal y de los cargos, quisiera disfrutar de mi jubilación. Pero quiero que los jóvenes se arrimen. Porque si no se meten en el manejo de las cosas públicas, las cosas públicas las manejan los indeseables de siempre.

–¿Por qué decidió dedicar sus años de jubilado a la actividad política?

–Mirá: el juez es el primer esclavo de la ley. Le guste o no le guste tiene que aplicarla, y había muchas leyes que no me gustaban y estaba obligado a aplicarlas. Modificar, derogar o sancionar una ley no es misión del juez sino del legislador, y es por eso que me nació esa vocación.

–¿Cuáles serán los primeros proyectos que presentará si resulta electo?

–En principio quiero aclarar que venga de quien venga, del kirchnerismo, del partido cívico (sic), de los conservadores o los socialistas, si una ley es beneficiosa para todos y es constitucional, siempre van a encontrar mi aprobación, así como también me voy a oponer a cualquier ley que tenga un trasfondo inconstitucional. En cuanto a lo primero que vamos a proponer son cosas del sentido común. Garantizar al padre de familia, al trabajador, que viva tranquilo. Que no corra el riesgo de que lo maten, porque los están matando como moscas. También que los jubilados recuperen el 82 por ciento para todo. Más derechos al hombre común y menos privilegios al funcionario y al prestatario.

–¿A qué se refiere su eslogan: “el que mata una vez, no mata dos veces”?

–El que mata una vez no mata dos veces, porque el criminal va a quedar adentro, no va a haber excarcelación ni nada de eso.

–¿Cuántos moños tiene en su colección?

–Varios moños, varios. Digamos cincuenta, porque no tienen cuenta. Tengo cuatro que son mis favoritos, están colgados en unos retratos en la sede partidaria. Un moño, el de Alfredo Palacios. Otro, el de Yrigoyen. Otro moño, el de Carlos Pellegrini y otro de Juan Domingo Perón. Y por supuesto un quinto moño, que es el de mi padre.

–¿Usted se considera peronista?

–No, no. Ni peronista ni antiperonista. Soy de cualquier líder de antes. Todos los de antes fueron mejores. Ni punto de comparación con los de ahora. Es más, si vivieran Perón o Yrigoyen, a los que hoy se dicen radicales o peronistas los colgarían.

Informe: Nicolás Lantos.

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