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El país|Jueves, 1 de octubre de 2009
El juicio al ex interventor de Formosa

Una sentencia a la distancia

Hoy a las once de la mañana, en una sala del Consejo de la Magistratura de la Nación, a 1191 kilómetros del Tribunal Oral Federal que lo juzga por videoconferencia, el general de brigada retirado Juan Carlos Colombo escuchará su sentencia. Tanto las cinco querellas como el representante del ministerio público solicitaron en su alegato que se condene al ex gobernador de facto de Formosa a la pena de prisión perpetua. Reclamaron que se le revoque el arresto domiciliario y se lo envíe a una cárcel común. El martes, durante sus últimas palabras, el militar de 85 años negó cualquier responsabilidad sobre “los delitos aberrantes” que se le imputan. Renegó porque dijo haber sido “demonizado” durante el proceso y pidió que la sentencia “se ajuste a la verdad, tal como ustedes declaman”.

Ex gobernador de Formosa entre 1976 y 1981, Colombo es el primer militar juzgado en esa provincia por crímenes de lesa humanidad. Formosa no tiene un solo represor preso. Los procesados están excarcelados y continúa prófugo desde hace tres años el ex comandante de Gendarmería Horacio Rafael Domato. Gracias a su edad avanzada, Colombo goza de arresto domiciliario desde que se dictó su prisión preventiva, en septiembre de 2006. Está imputado como jefe de una asociación ilícita responsable de once privaciones ilegales de la libertad y tormentos agravados, más dos desapariciones forzadas. El tribunal que decidirá su suerte lo integran Eduardo Ariel Belforte, Norberto Rubén Giménez y Gladys Mirtha Yunes.

El martes, durante sus últimas palabras, Colombo dijo ser inocente y se definió como “un hombre de bien”. Negó cualquier vínculo con los crímenes que se le imputan y afirmó que “la lucha contra la subversión” estaba en manos del finado ex jefe del área militar 234, coronel Reynaldo Martín Alturria. Dijo que mantenían “una relación protocolar” y que recién “años después” se enteró de los crímenes. “Y con más detalle en este juicio”, agregó. También se despegó del ex jefe de policía Anselmo Alvarez, procesado como responsable del centro clandestino La Escuelita. Admitió que lo nombró en el cargo, pero dijo que no tuvo contacto durante todo 1976 y que rendía cuentas ante el ministro de Gobierno Alfonso Ruggero, que también murió. Sobre los fondos destinados al Regimiento de Infantería de Monte 29, donde funcionó un centro de detención, dijo que eran “una especie de agradecimiento” al Ejército por sus servicios “para paliar inundaciones”.

Durante los cuarenta minutos frente a la cámara, Colombo tuvo a mano el libro El dictador, la biografía de Jorge Rafael Videla de los periodistas María Seoane y Vicente Muleiro. Lo reivindicó como “un ferviente cristiano y hombre de bien” y leyó una frase propia citada por los autores: “Se dedicaba a su familia y al Ejército. El resto del tiempo dormía. No leía ni el Rin tin tin”. El octogenario se definió como “profundamente antiperonista”, dijo que sucesivas desilusiones de gobiernos civiles lo transformaron en “apolítico” y rememoró con orgullo su gestión de gobierno en materia de salud y educación. Agradeció a su familia, a su abogado y “al pueblo formoseño” y pidió “una sentencia justa”.

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