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El país|Martes, 3 de diciembre de 2002

“Un real nunca valió un dólar y un peso tampoco valió un dolar”

El presidente electo del Brasil hizo una rápida visita al Congreso donde recordó, sin mencionarlo, a “aquel político argentino que advirtió que si Lula ganaba, moría el Mercosur”.

Por Eduardo Tagliaferro
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El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, con el titular del Senado, Juan Carlos Maqueda.
“El Poder Legislativo de una nación es la única garantía de democracia política en un país.”
“Usted luchó toda una vida. Siga adelante levantando las banderas de la paz, la integración y la solidaridad”, dijo con emoción el titular del Senado, Juan Carlos Maqueda. En la presentación de Luiz Inácio Lula da Silva, el cordobés aclaró que tanto esa definición como la cita previa de una frase de Bertolt Brecht sobre los “imprescindibles que luchan toda la vida”, eran a título personal. Breve y protocolar, el paso de Lula por el pequeño salón de lectura del Senado, donde los legisladores pugnaban por ingresar y saludarlo, fue bastante conmovedor. “Hace mucho tiempo un político argentino afirmó en Brasil que si Lula ganaba las elecciones, se moriría el Mercosur”, dijo el presidente electo, acordándose –sin nombrarlo– de Carlos Menem. En la primera fila, el hermano Eduardo presenciaba en silencio la bienvenida de quien desde el 1º de enero será el presidente de la nación a la que todos definen como “país-continente”.
Unos treinta legisladores, entre los que predominaron diputados, colmaron el salón Arturo Illia donde se realizó la recepción. María del Carmen Alarcón –la diputada santafesina enrolada con Carlos Reutemann– que participó de aquella reunión en la que Raúl Alfonsín le pedía fuerza al indio Anoop Singh– fue una de las primeras en llegar y sentarse en primera fila. Los obsesivos encargados de la organización la movieron a la segunda. Lula comentó a su audiencia la importancia que para él tienen los cuerpos legislativos. Les dijo que, tras ser elegido, la primera visita fue a los senadores y diputados brasileños. Explicó que lo hizo porque “hay gente que no gusta de la política ni de los diputados y quise demostrar que por más defectos que tenga el Poder Legislativo de una Nación, es la única garantía de democracia política en un país. Al pueblo le será garantizado el derecho de cambiar los políticos en cada elección”.
Aunque pequeña, la audiencia de legisladores que escuchó a Lula fue lo bastante representativa y ecléctica como para incluir a representantes de la UCD, como el diputado Carlos Castellani, cavallistas como el diputado Guillermo Cantini, ex cavallistas como Fernanda Ferrero, diputados peronistas como Humberto Roggero, José María Díaz Bancalari, Saúl Ubaldini o Manuel Baladrón. Entre los senadores se encontraban Miguel Angel Picheto, Eduardo Menem, Antonio Cafiero, Ricardo Gómez Diez y Mabel Müller. La mayor delegación fue de los legisladores del ARI, del socialismo y del Frepaso con Elisa Carrió, Alfredo Bravo, Ariel Basteiro y Darío Alessandro, entre otros.
Para que a ninguno le queden dudas de sus opiniones en cuestiones económicas, Lula dijo que “un real nunca valió un dólar y un peso nunca valió un dólar”, y concluyó que cuando la economía se sustenta en hechos que no son reales, suceden estos cataclismos. “Brasil y la Argentina tendrían que haber devaluado juntos.” Pero no fue posible porque los políticos de ambos países “no conversamos más seguido”, dijo. Y avanzó en una de sus ideas más repetidas: la creación de un Parlamento del Mercosur, con representantes electos.
Consideró fundamental esta iniciativa para sortear la crisis del Mercosur, a la que calificó de política. Afirmó que “la integración es fundamental en estos tiempos de globalización” y comprometió su esfuerzo personal en la consolidación del Mercosur. Explicó que luego del triunfo viene lo más complejo para su fuerza: “cumplir”. “Si aunque sea durante un día de mis cuatro años de mandato logro que todos los brasileños coman 3 veces por jornada, habrá valido la pena postularse a presidente”, afirmó.
Cuando se acallaron los aplausos, ni Lula, ni Marco Aurelio García, ni el senador Aloisio Mercadante, ni Ana María Stuart, integrantes de su comitiva, estaban ya en el recinto. Un nuevo destino los esperaba. En esta ocasión era la Embajada de Brasil. El discurso de Lula fue recibido con el mayor silencio por el menemismo, quienes, a pesar de ser consultados por este diario, obviaron formular algún comentario. “Es una demostración más que el modelo que comenzó en el ‘76 y que se consolidó en los ‘90 se terminó”, dijo con euforia el duhaldista José María Díaz Bancalari. El bonaerense no pudo ocultar su satisfacción por el trato que Lula le dio a Menem. “Su mención al político argentino que aventuró que si él ganaba, se moría el Mercosur, y sus constantes apelaciones a la integración son muy claros. Mostró una precisión de conceptos que ojalá tuvieran muchos de los nuestros”, concluyó.
También estaban contentos los socialistas. “Es el ejemplo que debemos tomar los sectores políticos argentinos. Se puede ser progresista, antimodelo y llegar a la presidencia sin acomodar el discurso a las exigencias del poder”, aseguró Basteiro.

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