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El país|Miércoles, 24 de marzo de 2010
Cristina Kirchner cerró su visita a Perú con un encuentro en el Congreso y en la intendencia de Lima

Una relación que quedó cero kilómetro

En el Parlamento, la Presidenta insistió con la idea de que su visita era un acto de reparación histórica luego del escándalo por la venta de armas. Coincidencias con Alan García para detener el armamentismo en la región.

Por Nora Veiras
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Cristina Kirchner reiteró en el Congreso peruano que su visita tenía carácter de “desagravio”.

Desde Lima

Alan García y Cristina Fernández de Kirchner nunca habían conversado tanto tiempo cara a cara y sintonizaron en la misma frecuencia. “Son dos cuadros, formados, irónicos, se entendieron, de lo contrario se hubieran matado a chicanas”, describió un ministro. La primera visita de Estado después de dieciséis años a Perú cerró el escándalo por la venta ilegal de armas durante el menemismo y abrió un camino de coincidencias con un país hasta ahora alejado de las afinidades del gobierno argentino. La Presidenta consideró “importante” la idea de García de desactivar el armamentismo en América latina cuando la prioridad es destinar “ingentes recursos para terminar con la pobreza, la inequidad y las desigualdades” en un continente cruzado por esos “flagelos”. “Nunca he sido tan condecorada”, repitió CFK mientras se aprestaba a volver al campo de batalla de la política local.

Después de la cena de gala en el Palacio de Gobierno, donde García agasajó a la comitiva argentina cuidando todos los detalles –hasta velas celestes y blancas adornaban cada mesa–, la Presidenta fue recibida ayer por el Congreso. Dos inmensos óleos de San Martín y Bolívar custodian el recinto en el que recibió la Medalla de Honor del Congreso de la Nación. El presidente de la Cámara, Luis Alba Castro, un histórico dirigente aprista que fue ministro durante el primer gobierno de García en 1985, se deshizo en elogios hacia “una de las liderezas más importantes del mundo”. Sentada en una de las bancas, escuchaba Keiko Fujimori, la hija del ex presidente peruano condenado por corrupción y delitos de lesa humanidad y una de las candidatas para suceder a García en los comicios de mayo de 2011.

Motivada por el ámbito, CFK recordó que “hace catorce años, al poco tiempo de asumir como senadora, estalló el escándalo que nos mantuvo separados en estos dieciséis años. Dije que esta visita era un desagravio institucional y una reparación histórica y esas palabras no son protocolares: es lo que sentí desde que era senadora y critiqué a un gobierno que era de mi partido”. Esta vez tampoco nombró explícitamente la venta ilegal de armas a Ecuador mientras ese país estaba en guerra con Perú y la Argentina era garante de la paz entre ambos pueblos. Tampoco pronunció Carlos Menem, pero todos entendieron. En rigor, en la delegación argentina se seguían sorprendiendo por los años que pasaron sin que mediara una disculpa por aquel bochorno.

Los agasajos continuaron luego en el municipio de Lima. El alcalde Luis Castañeda Lossio (independiente) todavía no consagrado candidato pero primero en las encuestas presidenciales, le entregó las llaves de la ciudad, agradeció “la grandeza” en “reconocer hechos aciagos” y remarcó que “cada uno tendrá sus ópticas, sus maneras, sus estilos, pero el horizonte está en el ser humano, en hacer sociedades más justas”. La Presidenta recogió el guante y destacó que “sin dudas debemos ir hacia una sociedad más justa, más equitativa, inclusiva”, en la que la pobreza no condene a generaciones enteras. La visita de Estado ya estaba terminando y Buenos Aires aparecía otra vez en el horizonte, CFK dijo entonces que hombres como Túpac Amaru, San Martín, Bolívar eran hombres “como nosotros que afectaron intereses y generaron reacciones fuertes, los que no generan reacciones son los que no han hecho nada por cambiar las cosas”.

Detrás de escena

Entre ceremonia y ceremonia en la delegación argentina seguían pendientes de los sinsabores de Buenos Aires. Los gobernadores Juan Manuel Urtubey (Salta) y Jorge Capitanich (Chaco) desgranaban alternativas para rediseñar el reparto de fondos entre la Nación y las provincias. El salteño explicaba su proyecto de un Fondo de Convergencia por el cual se garantice una inversión de 5 mil millones anuales durante cinco años “para bajar a la mitad la cantidad de población con Necesidades Básicas Insatisfechas” aplicando criterios comunes. El chaqueño se inclinaba por el criterio de “transferencias condicionadas de la Nación a las provincias”, es decir, con destino específico para invertir en políticas sociales basándose en el modelo que se aplica en la ley de Financiamiento Educativo por el que se logró incrementar la inversión consolidada hasta llegar al 6 por ciento del PBI. “Si no se discute en serio es todo disputa de poder, yo, por ahora, no estoy en eso”, deslizó el gobernador salteño mientras Capitanich, en otros corrillos, coincidía en que el debate por los recursos coparticipables va mucho más allá de la modificación a la ley del cheque. El lunes, los dos serán de la partida en el convite que tendrá la Presidenta con los mandatarios provinciales.

Antes de que el Tango 01 despegara y los problemas locales transformaran en un rápido recuerdo el intercambio de elogios con Perú, en la comitiva argentina se complacían porque se habían aplacado los celos peruanos por las estrechas relaciones con Chile. Rescataban la idea, enarbolada por García, de evitar grandes inversiones en el reequipamiento militar. Ecuador también presentó un proyecto en ese sentido que se empezará a discutir esta semana en el Consejo de Seguridad de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) que sesionará en Lima. La decisión peruana de reducir gastos en esa área fue más allá de lo previsto. La ministra de Defensa, Nilda Garré, estaba expectante por la posibilidad de que Perú decidiera reacondicionar sus submarinos en astilleros argentinos pero el tema no se trató.

En las primeras horas de la tarde la Presidenta emprendió el regreso. Hoy encabezará los actos en repudio al último golpe militar y seguirá el tire y afloje con la oposición. Su par peruano también seguirá lidiando con su coyuntura. La visita de Estado fue un respiro para ambos.

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