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El país|Sábado, 10 de abril de 2010
Se celebró el primer matrimonio entre dos mujeres en el país, el tercero entre personas del mismo sexo

“El amor nos tocó con la varita mágica”

El casamiento se celebró ayer, autorizado por un nuevo fallo de la jueza Elena Liberatori. Norma Castilla, de 68 años, y Ramona Arévalo, de 67, formalizaron una relación que mantienen desde hace 30. “Queremos este derecho para todos y todas”, dijeron.

Por Soledad Vallejos
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“Es por los que vienen. Para que puedan ir al Registro Civil como cualquiera, pedir turno, casarse”, dijeron después de la boda.

“Hasta el último aliento estaremos enamoradas y luchando”, dijo a mediodía Norma Castillo, la señora de 68 que, tras 30 años de noviazgo, acababa de casarse con Ramona “Cachita” Arévalo, la mujer de 67 años y pulovercito rosa sentada a su lado. El tercer matrimonio entre personas del mismo sexo celebrado en Argentina (que constituyó, además, el segundo en la ciudad de Buenos Aires, y el primero entre dos mujeres) fue posible gracias a la jueza porteña Elena Liberatori, cuyo fallo precedió la ceremonia en el Registro Civil de la calle Uruguay. Por eso un par de horas después, ostentando la libretita colorada y llevando sendos ramitos de rosas cada una de ellas, las recién casadas agradecían el momento. “Tengo que respirar hondo. No es así nomás vivir lo que estamos viviendo ahora. Tengo que respirar para expresar lo que sentimos, que es enorme, muy grande”, se disculpaba Castillo al comienzo. A su alrededor, en la mesa, por la sala, los ojos de militantes, legisladoras, abogadas y amigas y amigos de las esposas brillaban como nunca había pasado antes en las conferencias de prensa de la Federación Argentina Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt).

“Lo más importante es el reconocimiento de la comunidad”, señaló Castillo, escoltada por su abogada Karina Lamas, las diputadas nacionales Juliana Di Tullio y Vilma Ibarra, el presidente de la ONG 100 % Diversidad y Derechos (en la que revistan las recién casadas) Martín Canevaro; la presidenta de la Falgbt, María Rachid; las legisladoras porteñas Gabriela Alegre y María José Lubertino, y Roxana Avellaneda, presentada como “compañera de militancia, amiga, hija”. Un rato antes, cuando las cámaras no estaban encendidas y empezaba a caer gente, alguna de las dirigentes políticas presentes felicitó a las recién casadas con un “¡ustedes ya duraron más que mis dos matrimonios juntos!”, desatando la risa de esas dos mujeres menudas, coquetas y rubias, que para el mediodía ya tenían anillo dorado.

La más parlanchina (aunque sólo, se comentó, en público) de las dos, es decir, Castillo, explicó que aunque ellas ya tenían vivida su vida en pareja, no habían dudado en presentar un amparo y pedir su derecho al matrimonio. “Es por los que vienen. Para que puedan ir al Registro Civil como cualquiera, pedir turno, casarse. Por la igualdad ante la ley, como marca la Constitución de 1853”. Pero las definiciones políticas no llegaban solas, sino que, inevitablemente, daban paso a lo que las sustentaba, a las experiencias que las dos mujeres, cuya relación comenzó cuando de diversidad no se hablaba, porque “era lo que algunos llamaban problema”, atravesaron en treinta años de vida compartida.

De a ratos, sobre un fondo de ruiditos de la emoción contenida, a Castillo le costaba seguir. “Esto es peor que el Oscar”, bromeó, y la distensión le sirvió como aliento. Contar a los demás lo que sentía, dijo, “es querer expresar una palabra que no existe”. “Tendría que ser Einstein para reducir treinta años, 67 que tenemos... 68, bueno. Se cumple un sueño”, agregó, antes de levantar la libreta que acredita que su relación con Arévalo es un matrimonio ante el Estado argentino, y sonreír. “Esto hace que seamos personas. Nos llena de amor. Hace treinta años que el amor nos tocó con la varita mágica”. Sólo la convicción de que aquello que sentían era su fortaleza “nos ha permitido luchar”, contó, “porque el amor es único, es lo más poderoso que puede haber”. Sin ocultar su don natural por el mando, Castillo miró a Rachid y soltó “ya te dije, María, no quiero desaparecer sin luchar”; se preguntó “dónde están los viejos, los mayores” que han vivido sus vidas LGBT en la clandestinidad; sugirió a la concurrencia “que el día de hoy no se les olvida más”, y arengó desatando todavía más emoción en el aire: “Logramos decir a cielo abierto y con toda la voz: ‘yo te amo’”. Y entonces abrazó a Arévalo, la besó, y le tendió el micrófono. Su esposa dudó, porque “una vez que habla ella ya está todo dicho”. “No hay más que agregar”, insistió Arévalo, y tras un susurro de Castillo dijo “que salga la ley... Lo que dijo ella también lo acepto, y está dicho”.

La intervención de Canevaro, cuya autorización judicial para casarse con Carlos Alvarez aún no ha podido cumplirse (ver aparte), fue de gratitud al flamante matrimonio. “Enseñan que vale la pena vivir la vida como uno es –dijo–, sin meterse en un armario figurado ni literal. La historia de ustedes, de treinta años de amor, de compromiso, tiene que servir. Somos seres humanos, tenemos derechos porque somos ciudadanos, independientemente de la orientación sexual o de la identidad de género. Reconocer esos derechos, esa dignidad es lo que el Estado nos adeuda”. La incertidumbre, recordó, en su caso se conjuga en primera persona, y también por eso reservó un minuto a recordar los actuales trámites parlamentarios sobre matrimonio civil para todos y todas. “No queremos un ghetto, no queremos la unión civil, queremos los mismos derechos con los mismos nombres”, detalló. En la misma línea se expresó, poco después, María Rachid, al recordar que en estos días “(Federico) Pinedo y (Gladys) González del PRO, y (Patricia) Fadel y (Rosana) Bertone del Frente para la Victoria proponen perpetuar la discriminación” al proponer proyectos de enlace civil y unión civil, respectivamente. Son, insistió Rachid, “institutos jurídicos de segunda, para instituir legalmente nuestra ciudadanía de segunda. Si su intención es generar opciones para todas las parejas, y no intenta con estas figuras confundir e imposibilitar nuestro acceso a la igualdad, les solicitamos que retiren sus proyectos, y que si no están de acuerdo con nuestra igualdad, tengan la valentía de expresarlo, sin eufemismos ni propuestas humillantes”.

En la misma línea, sobre el cierre de la conferencia de prensa, se mostró la presidenta de la comisión de Legislación General, Vilma Ibarra, quien recordó que el próximo jueves, en la Cámara de Diputados, se dará dictamen a los proyectos de matrimonio civil. “Hoy en el Código Civil existe una institución matrimonial. Así, regulado como está, lo queremos para todos y para todas. Todas las personas tenemos que poder acceder a los mismos derechos. El único fundamento de un matrimonio es el amor y la construcción de una familia”.

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