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El país|Domingo, 11 de abril de 2010
CONFLICTO GREMIAL EN LA FABRICA DE GOLOSINAS FELFORT

La plusvalía de Ricky Fort

En la empresa no había tradición sindical, pero la ostentación mediática del nieto de su fundador llamó la atención de los empleados. “Nos dice en la cara que no le alcanza con dos vidas para gastar lo que tiene a costa de nuestro trabajo, que está sumergido en las peores condiciones”, dicen los trabajadores. Ricardo contestó a través de Internet.

Por Adriana Meyer
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“(Ricardo) Fort dijo que estamos bien pagos, que somos una gran familia... mentira, la familia son ellos”, dice Carlos sobre la fábrica de chocolates Felfort, cuyos trabajadores vienen reclamando aumento salarial y efectivización de contratados, hasta ahora sin éxito. Lejos del almibarado pseudo-glamour con que construyó su mediático personaje, el heredero de la tradicional marca intervino en el conflicto gremial, originado en su permanente ostentación, con una carta a sus obreros. “Todo empezó por él, vimos que había que reclamar un pago justo, le recriminamos que gasta fortunas diarias y nosotros no llegamos a fin de mes”, explicó el trabajador. En la planta de la calle Gascón nunca hubo asambleas, pero esta incipiente actividad gremial provocó que les hayan quitado el plus por asistencia y generó la presencia policial en la puerta, según denunciaron a Página/12 los empleados de Felfort, con temor de que se concrete, además, la amenaza de despidos. “No se dejen manipular por este grupo que reclama en forma violenta”, fue la respuesta de Fort.

El clima en el sector de la alimentación quedó recalentado tras el intenso conflicto del año pasado en la multinacional Kraft-Foods, ex Terrabusi. El mes pasado sus delegados, junto a los de Pepsico y Cadbury, le plantearon al sindicato que conduce Rodolfo Daer la necesidad de lanzar un plan de lucha por un aumento salarial del 35 por ciento y un sueldo mínimo equivalente a la canasta familiar. En Felfort vieron cómo un huevo de Pascua que el año pasado costaba 11 pesos aumentaba a 36 y los salarios seguían estancados. Ricky Fort afirmó en su carta que hubo aumento, pero los trabajadores lo desmintieron.

La chispa que encendió la bronca de quienes producen las golosinas de la fábrica fundada hace casi un siglo por Felipe Fort fue la irrupción en la farándula local de su musculoso e híper tatuado nieto, y la ostentación de viajes, joyas y un opulento nivel de vida que hizo y hace en sus múltiples apariciones mediáticas. “Nos dice en la cara que no le alcanza con dos vidas para gastar toda la plata que tiene, paga anillos de 800 dólares, 4 mil dólares en una noche y 9 mil 500 dólares para organizar su cumpleaños, a costa de nuestro trabajo, que está sumergido en las peores condiciones, lo que nos cuesta la salud”, dijeron los trabajadores en un comunicado. En la planta de Gascón al 300, donde trabajan unos 500 empleados cuya producción permitiría facturar a la empresa 35 millones anuales, hubo despidos de contratados, enfermedades generadas por los ritmos de producción y un considerable atraso salarial, tal como empezaron a describir los empleados. A pesar de algunos aprietes de sus supervisores, lograron pasar del comentario en voz baja, de la queja por el hostigamiento a “los de agencia” (contratados), a una asamblea de los tres turnos, en la cual una nueva generación de trabajadores tomó protagonismo. A fines del mes pasado hicieron un paro “para exigir un aumento adicional al que marca el convenio porque el sueldo es bajo: en un puesto de producción se ganan dos mil pesos haciendo horas extras, y esto no es tolerable cuando Ricardo Fort dice que eso gasta en una ronda de 5 minutos con amigos”, explicaron. El 25 de marzo hubo una manifestación en la puerta de la fábrica “en reclamo de mejoras salariales y contra la ostentación patrimonial” del heredero del imperio chocolatero. Finalmente decidieron pedir un aumento de 600 pesos, más allá de lo que se negocie en paritarias; el quite de colaboración hasta conseguirlo y si echan a alguien, contratado o efectivo, parar la planta, y el pase a planta permanente de todos los contratados. “El sindicato nos está dejando solos, justo el día en que cortamos la calle y los llamamos tenían problemas personales”, dijo Carlos, quien pidió a Página/12 omitir su apellido porque teme perder su puesto. “Ahora estamos en conciliación obligatoria pedida por la patronal, porque hacíamos mucho ruido en la fábrica y el Ministerio de Trabajo la concedió. Sólo efectivización de 70 contratados pero nada sobre el aumento”, agregó. Los nuevos delegados habían sido elegidos en diciembre, y a partir de entonces cobraban un plus por asistencia que, en el último pago, dejaron de recibir. “Amenazaron con cortarlo y lo hicieron”, se quejó Juan, que reclama también por su categorización luego de 6 años en la empresa.

Además de comenzar a organizarse gremialmente, los trabajadores de Felfort habían enviado una carta a Jorge Fort, hermano de Ricardo, que está a la cabeza de la fábrica. Mencionaron el lujoso nivel de vida de la estrella mediática como contracara de las cotidianas dificultades económicas que sufren y le pidieron el pago extra por asistencia. La respuesta vino del propio Ricardo Fort a través de Internet (ver aparte). “Dijo barbaridades, que estábamos bien pagos, que los que protestaban no eran de la fábrica, que cobramos un plus por producción, todas mentiras”, describió Carlos. La carta cayó muy mal en la fábrica, pero circuló un día después del dictado de la conciliación obligatoria, cuando ya los empleados no podían hacer nada. “Un sábado que estábamos por hacer asamblea nos hicieron salir temprano, iban a estar los chicos de Kraft y Pepsico pero aparecieron los cabeza de tortuga (Infantería) en la puerta y la gente tuvo miedo”, recordó Juan. “En su momento tenían a la gente dividida, los de mantenimiento cobraban 700 pesos y los de producción 500, pero ahora estamos peleando juntos”, apuntó.

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