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El país|Lunes, 10 de mayo de 2010
La estrategia de Scioli para buscar un segundo mandato como gobernador

Unas fichas a la reelección

Por Alejandra Dandan
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El armado de Scioli busca atraer sectores cercanos a De Narváez.

Daniel Scioli se prepara como alternativa de recambio. En los últimos días ordenó a su tropa salir a instalarlo como candidato para buscar un nuevo mandato como gobernador de la Provincia de Buenos Aires. El armado es local, territorial, anclado en los límites de los fragores bonaerenses, pero la mirada está puesta en consolidar una estructura capaz de trasformarse en eventual alternativa presidenciable. No quiere ir como segundo de Néstor Kirchner. Y con esa perspectiva, su entorno congrega a los grupos dispersos, sobre todo por derecha, desde el peronismo federal hasta a los díscolos punteros territoriales que se enrolaron en las filas de Francisco de Narváez.

La apuesta es de largo aliento, y tiene uno de sus reflejos en los últimos cambios del gabinete bonaerense. Detrás de la derrota de junio, y luego de la incorporación del ex intendente de Avellaneda, Baldomero Alvarez, y de Eduardo Camaño, Scioli sumó hace menos de un mes a Javier Mouriño, en la secretaría general del gobierno, el lugar donde había estado José “Pepe” Scioli.

Mouriño viene de dirigir el IOMA, es un ex “Guardia de Hierro” de la generación del ’70, hombre del peronismo ortodoxo, con Scioli desde 1997, y llegó al gobierno para trabajar en el armado de los cuadros políticos. Bajar al territorio, armar, reclutar militantes entre las redes dispersas, y ofrecer espacios a quienes busquen sumar para el espacio. Un espacio acotado: no el espacio del kirchnerismo, sino el de Scioli.

“Nos dimos cuenta de que Scioli suma, pero con Scioli sólo no nos alcanza”, dicen en el entorno del gobernador bonaerense. El ex presidente Kirchner suma en el centroizquierda. Scioli busca agregar desde los otros costados, especialmente refractarios al kirchnerismo, y aquellos que empiezan a mirar con recelo a sus dirigentes federales.

El diseño empezó a mostrarse la semana pasada, con una visita en la CGT regional Mar del Plata. Ante los gremios estuvo el ministro de Trabajo y la Producción y también Mouriño, que habló de la reelección de Scioli en la provincia. Luego, en un aparte, pidió a los gremios que lo acompañen en su proyecto.

El aceleramiento responde además a un análisis de coyuntura. “Los planes son trabajar en el armado aceleradamente de acá hasta fin de año, porque el año que viene –explicó un funcionario– cada uno de los dirigentes va a estar en las chicanas y la pelea más territorial.”

En función de esos plazos, el corazón sciolista da por terminada lo que llaman la primera etapa de gobierno: la fase de la gestión, de los técnicos, de la satisfacción de la demanda popular vinculada con las clases medias urbanas, servicios, seguridad. Ahora entran en la fase II, la fase de la militancia política.

Desde sus propias ambiciones bonaerenses, Francisco de Narváez mira esos movimientos preocupado. Su entorno empezó a inquietarse con la rápida recuperación de la imagen de Scioli en los últimos meses. Otro de los que miran con respeto al bonaerense es Hugo Moyano, el líder de Camioneros y secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT). Según diversas fuentes bonaerenses, ambos se miran con cuidado y ninguno descarta que puedan llegar a competir por el mismo espacio.

Desde el accidente cerebrovascular que sufrió Alberto Balestrini (ver aparte), Moyano es un problema para varios intendentes de la provincia. Es el vicepresidente del PJ, y quien puede ocupar el espacio de Balestrini en la cabeza del partido. El conflicto entre Moyano y los intendentes suele explicarse a través de las tensiones por los contratos del servicio de recolección de residuos que se lleva casi el 25 por ciento del presupuesto de las comunas. En estos días, un grupo de intendentes le pidió a Néstor Kirchner que medie personalmente en esta situación. También lo hizo uno de los ministros de Scioli. Pretenden que Kirchner lo contenga, porque –dicen– Moyano puede ir por todo.

Mientras tanto, el gobernador Scioli busca una fórmula de “pacificación” en el Partido Justicialista. Aunque no quiere ni oír hablar de recambios durante la internación de Balestrini, a su lado están pensando en alternativas. Una es la de armar un cuerpo colegiado con los intendentes más ortodoxos: Alberto Descalzo (Ituzaingó), Hugo Curto (Tres de Febrero), Julio Pereyra (Florencio Varela), Darío Giustozzi (Almirante Brown). Instalar a Scioli en la presidencia del PJ y otorgarle a Moyano la vicepresidencia como signo de reconocimiento y también de voluntad negociadora.

Otro de los escenarios de análisis es el nacional de cara a las elecciones de 2011. En el PJ se evalúa por estas horas cuánto suman y restan cada uno de los nombres. Una de las premisas es que Scioli no le suma a Kirchner más de lo que Kirchner puede juntar. Incluso, que Kirchner concentra un abanico de votantes más amplio que el que puede tener Daniel Scioli. En ese escenario, creen que Kirchner puede llevar adelante sobradamente las primarias. Pero el problema se presentaría si para las generales no logra sacar los diez puntos de ventaja sobre el segundo competidor. Allí es cuando el nombre de Scioli –aseguran sus operadores– se hace más importante.

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