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El país|Domingo, 27 de junio de 2010
FIRME POSTURA DE RESISTENCIA A POLITICAS RESTRICTIVAS DE LOS PAISES EMERGENTES EN LA CUMBRE DEL GRUPO DE LOS 20

En contra del ajuste, por propia experiencia

Argentina encabeza en la cumbre del Grupo de los 20 la resistencia al avance de las políticas de ajuste que viene desde Europa. Esta vez, Estados Unidos se alinea con los emergentes. La declaración final eludiría una postura tajante.

Por David Cufré

Desde Toronto

Cristina Fernández en Toronto. Las economías latinoamericanas, en guardia ante la nueva ofensiva del neoliberalismo. Esta vez, con estilo europeo.
Imagen: AFP.

“Los países que tenemos memoria del desempleo no podemos aceptar el ajuste como solución a la crisis”, afirmó Cristina Fernández de Kirchner minutos antes de partir hacia el imponente Fairmont Royal York Hotel, donde anoche comenzó la cumbre del Grupo de los 20. La mandataria usó el plural porque allí está la clave del resultado de esta reunión, en la cual se pusieron en disputa dos enfoques opuestos sobre cómo responder a los problemas económicos globales. Por un lado, las naciones europeas, Canadá y Japón plantearon la necesidad de extender las políticas ortodoxas de recortes de gastos, congelamiento de salarios y flexibilización laboral. Vinieron a buscar aquí un aval político internacional a las medidas que la mayoría de los países europeos están aplicando internamente. Del otro lado quedaron las potencias en ascenso –China, India, Rusia, Brasil– y países emergentes como la Argentina y Sudáfrica, que ya pasaron por eso o que son refractarios a ese tipo de recetas y pretenden seguir con las políticas de fuerte intervención estatal en la economía, planes de estímulo y control a los capitales especulativos. Pero Cristina no sólo se refería a ellos al hablar en plural, sino especialmente a Estados Unidos, que esta vez, bajo la administración Obama y a pocos meses de una elección clave de medio término, decidió jugar del lado de este último grupo. “Ellos tienen en su ADN el recuerdo del desastre de la desocupación después de la crisis del ’30”, mencionó la Presidenta. Eso hará que el documento final de la cumbre –según anticiparon altas fuentes oficiales a Página/12– no resulte una arremetida neoliberal, sino un llamamiento a combinar el cuidado de las cuentas públicas con el objetivo prioritario del crecimiento, el sostenimiento del empleo y la demanda global. “No se puede atentar contra la incipiente recuperación de la economía mundial. Eso estará sobre la mesa”, confirmó Cristina.

El clima de disputa se trasladó a las calles de Toronto, con un despliegue impresionante de fuerzas de seguridad y grupos de manifestantes que pese a todo rompieron vidrieras y quemaron autos. La ciudad de grandes rascacielos, megatiendas comerciales y hermosos parques quedó vacía, como si se tratara de la Buenos Aires de El Eternauta después de la nevada. Las medidas de seguridad incluyen el cierre de la torre de 150 metros que distingue a Toronto de la gran mayoría de los negocios –incluidos bares y restaurantes–, la presencia de grupos de policías en casi todas las esquinas en un radio de 30 cuadras, calles cortadas y la posibilidad de practicar detenciones a “sospechosos” que no lleven documentos consigo. Ayer hubo cinco personas arrestadas por la policía que quedarán demoradas por lo menos hasta mañana, una vez que Obama, Merkel, Hu Jintao, Cameron, Sarkozy y el resto de los presidentes vuelvan a sus países. “Nunca vi esto así, parece una zona de guerra. La gente de Toronto es muy amable, no quiere problemas y muchos tenían miedo de que hubiera desmanes y por eso se fueron el fin de semana”, comentó un taxista a este diario reflejando su extrañeza. Finalmente, algunos de esos temores se confirmaron con incidentes cuando arrancaba la noche.

El gobierno canadiense dio asueto el viernes para fomentar ese éxodo masivo. Aunque muchos pueden disfrutarlo como vacaciones, arreciaron las críticas al gobierno porque invirtió una cifra cercana a los 1000 millones de dólares en la organización de la cumbre y su seguridad. Son cuatro veces más que el encuentro anterior del G-20, en Pittsburgh, donde no se vio –y mucho menos en las cumbres anteriores de Washington y Londres– una situación como ésta de ciudad sitiada.

En busca de metas

El hecho de que el documento de cierre de la cumbre sea un virtual empate entre europeos y aliados, y Estados Unidos, nuevas potencias y emergentes, deja sin respuesta el asunto principal: cuáles son las acciones coordinadas que deben encarar los miembros del G-20 para ordenar la situación económica y terminar con más de tres años de crisis internacional. La Presidenta anticipó que el gobierno argentino buscará que al menos se establezcan metas precisas de objetivos a alcanzar antes del próximo cónclave del Grupo, en noviembre próximo en Seúl. “Hasta ahora hablamos mucho pero se avanzó poco en algunos temas fundamentales como la de-saparición de los paraísos fiscales, el control a las calificadoras de riesgo, la regulación de los flujos de capitales especulativos y la reformulación de organismos como el FMI”, enumeró Cristina, haciendo un repaso de la agenda básica que levanta el Gobierno y en la cual coincide con China, Rusia, India, Brasil y otros emergentes. Son los mismos temas que el G-20 tomó en un principio, cuando el inglés Gordon Brown también empujaba en esa dirección. Constituyen cambios claves sobre algunas de las instituciones que marcaron la economía mundial de las últimas tres décadas, dominadas por la valorización financiera.

En su diálogo con los periodistas, acompañada por el canciller Héctor Timerman, los ministros de Economía, Amado Boudou, y de Trabajo, Carlos Tomada, la Presidenta se permitió dar indicios de por qué algunos de aquellos temas no terminan de plasmarse, pese a que en los discursos de los miembros del G-20 parece haber unanimidad de criterio. “Esto puede tener que ver con intereses de algún país miembro del Grupo, en el cual los servicios financieros representan el 30 por ciento de su producto”, mencionó. “No voy a dar nombres, pero es un país europeo que no tiene al euro como su moneda.” Dos países de Europa con fuerte peso en materia financiera que no entraron al euro son Gran Bretaña y Suiza, pero este último no forma parte del G-20. “Es imprescindible terminar con los paraísos fiscales, que son una plataforma para la evasión y para la fuga de capitales”, insistió Cristina.

También fue enfática al referirse a las calificadoras de riesgo, firmas como Standard & Poor’s, Moddy’s o Fitch que ponen notas para evaluar el riesgo de invertir en activos financieros de países –títulos públicos– o empresas. “En la cumbre del G-20 en Pittsburgh todos dimos grandes discursos y condenamos el rol de las calificadoras, pero lo cierto es que siguen operando sin grandes cambios”, advirtió la Presidenta. “Grecia, con un altísimo nivel de endeudamiento, déficit fiscal y comercial, tenía mejor nota que nosotros, que venimos pagando las deudas regularmente desde 2005, tenemos superávit fiscal y comercial y un nivel de reservas record”, comparó.

En el mismo tono argumentó en favor de reformular el FMI y otros organismos internacionales, y en fijar controles globales a los movimientos de capitales. “La reforma del Fondo no pasa por tener tres o cuatro directores más de países emergentes, sino por una reestructuración en serio de un instrumento que llevó al mundo al fracaso con sus políticas. Es una institución de 1945 en un mundo distinto”, describió. Sobre los capitales especulativos, advirtió que generan burbujas de precios y consumo que al estallar ocasionan graves daños en las economías, con serias consecuencias sociales.

La pelea subterránea

Un ministro que acompaña a Cristina señaló a Página/12 que hay una pelea de fondo entre países centrales y emergentes que no está expresada abiertamente, sino de manera más solapada. Tiene que ver con el comercio internacional y con los efectos que produciría introducir cambios en ese terreno. “Ellos nos quieren exportar la crisis a través del comercio. Presionan para que levantemos barreras para poder enviarnos sus saldos exportables. Nuestra respuesta es que tienen que priorizar la demanda interna en lugar de seguir con el ajuste y las rebajas de sueldos y jubilaciones”, explicó. Desde que estalló la crisis internacional, el gobierno argentino empezó a aplicar medidas para resguardar la producción local de las importaciones, lo mismo que hicieron otros países. “En el discurso todos coinciden en que no tienen que haber reacciones proteccionistas, pero en la práctica, Europa y Estados Unidos quieren que los países más débiles abramos las aduanas, mientras ellos siguen con las fronteras cerradas”, agregó el funcionario.

Otra vía para internacionalizar los costos de la crisis sería la propuesta de crear un impuesto a los bancos. Cristina insistió en que la Argentina ya reestructuró su sistema bancario y que avanzar ahora con un proyecto como ese sólo provocaría un aumento en los costos financieros. Y los más perjudicados, otra vez, serían las naciones emergentes. “El G-20 no puede avanzar sobre cuestiones impositivas. Eso es política de cada país”, rechazó.

Anoche los presidentes empezaron su reunión con una cena de trabajo en la que intercambiaron opiniones sobre el documento que se debatirá hoy. Un tema que Cristina tenía previsto llevar allí, según anticipó momentos antes de ir al encuentro, fue la reedición de una ampliación de Derechos Especiales de Giro del FMI. Esa medida se tomó el año pasado luego de la cumbre del G-20 de Londres y significó que todos los países miembro del organismo recibieron dinero para fortalecer sus reservas internacionales. Para Argentina fueron algo más de 2000 millones de dólares, no en calidad de préstamo, sino por una capitalización del organismo soportada mayormente por las grandes potencias. En las negociaciones previas a nivel de ministros, sin embargo, la delegación argentina comprobó que no parece fácil que esta vez el tema sea aceptado por los países centrales. De todos modos, no perdían las esperanzas.

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