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El país|Miércoles, 7 de julio de 2010
Cristina Fernández de Kirchner presidió la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas

Por un nuevo rol de los militares

La Presidenta apuntó a un proyecto estratégico de cooperación entre la sociedad civil y los uniformados sustentado en trabajos conjuntos con Ciencia y Tecnología, Salud y Planificación. Los militares esperaban el anuncio de un aumento salarial.

Por Nora Veiras
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La ministra Nilda Garré, la presidenta Cristina Fernández y el brigadier Jorge Chevalier.

El inmenso salón San Martín del Edificio Libertador desbordaba de uniformes. Los hombres eran la absoluta mayoría en la tradicional cena de camaradería de las Fuerzas Armadas. Estaban expectantes por la entrada de las dos mujeres que los comandan: la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y la ministra de Defensa, Nilda Garré. “El gran desafío es que Defensa, las Fuerzas Armadas, vuelvan a estar presentes en cuestiones estratégicas de nuestra sociedad”, dijo la Presidenta luego de proponer el trabajo conjunto de los militares con los ministerios de Ciencia y Tecnología y Salud y Planificación para desarrollar proyectos conjuntos. No hubo referencias a las secuelas del terrorismo de Estado, sino a la oportunidad histórica que brinda el Bicentenario. La reaparición del rostro y la voz de Jorge Rafael Videla en el juicio por violaciones a los derechos humanos en Córdoba parecía ajena al interés de los oficiales. “Ese es un tema de la Justicia”, sentenció un coronel y abundó: “El 98 por ciento de los militares no tenemos nada que ver con eso”.

Los ministros de Educación, Alberto Sileoni; de Justicia, Julio Alak; de Salud, Juan Manzur, y el secretario de Cultura, Jorge Coscia, fueron de los primeros en ubicarse en las mesas donde alternaban oficiales de la Marina, el Ejército y la Aeronáutica con funcionarios de Defensa. A las 21, todos se pusieron de pie para recibir a la Presidenta junto a la anfitriona, la ministra Garré, los jefes de cada arma y los ministros Aníbal Fernández (Gabinete), Julio De Vido (Planificación), Florencio Randazzo (Interior), Lino Barañao (Ciencia y Tecnología) y los secretarios Oscar Parrilli (general) y Carlos Zannini (Legal y Técnico) y el presidente provisional del Senado y ex ministro de Defensa, José Pampuro. Las estrofas del Himno Nacional abrieron el camino para el discurso oficial.

“Tenemos una responsabilidad como actores del Bicentenario”, dijo la Presidenta y recordó que el año pasado había explicitado como objetivo de las Fuerzas Armadas “la protección de los recursos naturales como una de las grandes batallas del siglo que viene y lo que está sucediendo en nuestro archipiélago sur muestra que este cuidado es una dura realidad”. La alusión a la explotación petrolera británica en las islas Malvinas es una de las causas que unifican el repudio no sólo del frente militar, sino de la absoluta mayoría de la sociedad.

La Presidenta optó por evitar las referencias a los juicios por violaciones a los derechos humanos y al rol disruptivo del orden constitucional que signó a los militares durante el siglo XX. Dijo sí que en otras ocasiones ya había recordado “las cosas gloriosas y las que no lo habían sido” en la historia de las Fuerzas Armadas. Esta vez eligió pivotear en la necesidad de que los militares actúen en armonía con la sociedad civil y protagonicen proyectos estratégicos con Salud, Ciencia y Tecnología y Planificación. Destacó los trabajos del Invap y de la Comisión de Investigaciones Espaciales.

“Nuestras Fuerzas Armadas en Salud y Emergencias Sanitarias han dado muestras de un profesionalismo admirable. Lo he visto no sólo en Haití, sino también en Chile (tras el terremoto). Me he sentido orgullosa del desempeño y la eficiencia en misiones humanitarias”, destacó y propuso que, más allá de situaciones de emergencia, se dé “una política de planificación sanitaria para alcanzar a todos los rincones y ayudar a los sectores vulnerables de la sociedad”. Detrás de un estrado y antes de habilitar el brindis, la Presidenta destacó que el Ministerio de Ciencia y Tecnología está trabajando junto con el laboratorio de las Fuerzas Armadas para fabricar medicamentos. El abastecimiento de las necesidades de cada fuerza es la prioridad fijada antes de ampliar la oferta al resto de los hospitales públicos.

Las copas de champaña empezaban a templarse mientras los uniformados se miraban conformes con la línea discursiva y sólo esperaban un anuncio que no llegó.

–Por ahí lo deja para los postres. En las dos últimas cenas de camaradería nos dio la noticia del aumento de sueldos –memoraban un marino y un aviador mientras un funcionario de Defensa les recordaba que siempre se les aplica el mismo porcentaje que a la administración pública: en este caso el 21 por ciento. Las hipótesis entonces derivaron al momento en que empezaría a correr la recomposición y, sobre todo, si se aplicaría como suma remunerativa o como monto fijo.

Las lucubraciones seguían mientras empezaron a degustar la entrada de pavita, jamón glaseado y ensalada Waldorf, que le dio paso el solomillo de cerdo laqueado a la miel con chutney de manzanas para terminar con la marquise de chocolate con crema inglesa.

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