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El país|Jueves, 28 de octubre de 2010
Recuerdos e impresiones de dos mujeres que lucharon contra la dictadura

La despedida a un amigo y compañero

“Nos demostró cosas inesperadas”, dijo la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo. “Lo queríamos como a un hijo dilecto”, asegura la presidenta de Abuelas. Ambas cuentan cómo se enteraron de la muerte de Kirchner y relatan algunos de sus encuentros con él.

Por Alejandra Dandan
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Estela de Carlotto

“Un ser necesario”

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recibió un ramo de flores por su cumpleaños de parte de Néstor y Cristina Kirchner. Se los iba a agradecer, pero estaba esperando que pase el Censo y volvieran a Buenos Aires para no molestarlos. “Así es que me quedé con eso de no haber podido decir gracias”, dijo Estela a Página/12. “Por eso y por tantas otras cosas.” Durante el día, Estela habló poco: “El ya está con nuestros treinta mil, que sepa que estamos todos”. Y luego, explicó: “Realmente estoy con una tristeza infinita, el llanto fue como una explosión después de una noticia terrible, injusta, inesperada, que nos hace estar a esta hora pensando qué hacer de ahora en adelante”.

Para las Abuelas de Plaza de Mayo la muerte de Néstor Kirchner, una persona que al comienzo les resultaba un desconocido que llegaba desde el sur, terminó siendo una “pérdida terrible”. “Lo queremos entrañablemente por su espontaneidad, su ternura y todo lo que hizo por nosotras las Abuelas, era un ser necesario que ya no va a estar, que era de la generación de nuestros hijos y lo queríamos como hijo dilecto porque también fue perseguido, y estamos llorando eso del hijo que podía haber seguido tanto más en esta su actividad política. Nos acongoja Cristina porque sabemos –dice– qué es perder al compañero de toda la vida, esperamos darle un abrazo y decírselo de diferentes formas, que estamos para acompañarla.”

–¿Qué se piensa desde Abuelas en este momento?

–Se me ocurre hacer un llamado a la reflexión: a ver si estos golpes injustos de la vida nos dan de una vez la madurez necesaria, que se entienda que existen diferencias pero que se expresen en un sentido de honestidad y no de bajeza y que ayuden a la Presidenta a gobernar y después cuando haya que votar de nuevo, se vote una gestión justa y que se gane no con trampas porque creo que esto nos tiene que hacer pensar que tenemos que estar. La pérdida es entrañable y difícilmente se vaya, era particular porque era de la generación de Laura (su hija de-saparecida).

–¿Hablaron con Cristina?

–No la llamé a El Calafate, porque no creo que correspondiera. Voy a estar mañana (por hoy) cuando vayamos a verlo. Me enteré cuando me llamó una Abuela, Raquel, para preguntarme si estaba mirando el televisor. Yo estaba trabajando organizando tanto material de las Abuelas, y ella me dijo: mirá porque lo internaron a Kirchner en El Calafate. En Crónica y al poner titulares con rojos enormes veo que dice que Kirchner está internado, Cristina lo acompaña. A los minutos, que está grave y a los minutos: murió. Caí en una crisis y a los gritos porque fue una secuencia tan terrible, a llorar y a los gritos, iba de acá para allá, vinieron mis hijos y nietos a hacerme compañía, a estar y llorar.

–¿Recuerda alguno de los últimos momentos más simbólicos con él?

–Fueron tantos, puedo habar de los abrazos, él nos invitó el 25 de febrero a Olivos a festejar su cumpleaños, ese mismo día hubiese cumplido años mi marido. Fuimos y nos dimos el abrazo, acaba de salir de la operación, pero estaba re bien, habló con nosotros. Y me acuerdo que hablé en ese momento, como le dice una madre a un hijo: que se cuide, y a él no le gustaba mucho que le digan. Pero yo le dije entonces que a partir de hoy, que cumplía sesenta años, ya era un geronte. Y le dije: “Te voy a tutear, entonces te voy a tratar de vos porque ya estás en mi misma trinchera”.

Nuevamente se vieron. La última vez en Olivos. La presidenta de Abuelas fue a ver a Cristina Kirchner porque la había convocado la Presidenta. Néstor estaba por ahí, vestido con ropa deportiva. “Simpatiquísimo”, dice Estela.

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