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El país|Sábado, 11 de diciembre de 2010
Llega el segundo del Departamento de Estado norteamericano

Una visita que viene caldeada

William Burns se reunirá hoy en Buenos Aires con Héctor Timerman. Se suponía que vendría a pacificar los ánimos después del escándalo de Wikileaks, pero ayer criticó la decisión de Argentina de reconocer a Palestina. El canciller le salió duramente al cruce.

Por Fernando Cibeira
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William Burns y Héctor Timerman volverán a verse hoy en un encuentro que se anticipa agitado.

Se suponía que la visita relámpago del segundo de Hillary Clinton en el Departamento de Estado, William Burns, vendría a pacificar los ánimos después del escándalo por los cables filtrados por Wikileaks, pero así como viene la cosa el tiro va a salir por la culata. El canciller Héctor Timerman y Burns se reunirán hoy al mediodía en un clima de tensión luego del cruce que protagonizaron ayer por el reconocimiento argentino al Estado palestino. Desde Chile, Burns consideró ese paso “prematuro”, a lo que Timerman respondió con “cansancio” por lo que consideraba era una pertinaz costumbre norteamericana de opinar sobre las decisiones que Argentina tomaba de manera soberana. “Nosotros no opinamos nada sobre cuestiones con las que no estamos de acuerdo de la política norteamericana, como mantener abierta la cárcel de Guantánamo”, descerrajó el canciller argentino sobre un talón de Aquiles de la gestión de Barack Obama.

“Expandir relaciones con socios fundamentales”, fue la justificación del Departamento de Estado al viaje de Burns por la región, cuatro días en los que visitará Chile, Argentina y Brasil. En la agenda oficial hay temas generales, como la cooperación comercial, los acuerdos sobre no proliferación nuclear y la defensa de los derechos humanos. Pero el trasfondo, obvio, es que será el primer funcionario de la administración Obama que asoma por aquí luego del “cablegate”, que si bien no generó reacción pública de parte del gobierno argentino –sólo hubo declaraciones personales de algunos funcionarios– no cayó nada bien.

Incluso, Burns fue quien llamó a Timerman la semana pasada para disculparse por las cuestiones que ventilaban los cables reservados de la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires. El diálogo entre ambos preparó el terreno para el contacto que pocas horas después mantuvieron Hillary y la presidenta Cristina Kirchner. Burns, cuyo cargo es secretario de Estado adjunto para Asuntos Políticos, fue de los primeros funcionarios en salir a reconocer que la diplomacia norteamericana sufría un “importante daño” con esas infidencias.

Tanto esmero por salvar el vínculo en medio del escándalo podría quedar en la nada después de los cruces de ayer. Burns ofreció una rueda de prensa en Santiago, Chile, la primera escala de su minigira. Le preguntaron por el reconocimiento que Argentina y Brasil anunciaron en los últimos días al Estado palestino. En el caso argentino fue el lunes pasado, cuando Timerman anunció que el país validaba las fronteras existentes antes de la guerra de 1967, y que Brasil y Uruguay tenían la misma postura. “Creemos que un reconocimiento así es prematuro”, sostuvo Burns ante los periodistas chilenos. “Sólo a través de la negociación entre ambas partes por sí mismas, palestinos e israelíes, seremos capaces, de alcanzar una solución para el tema de los dos Estados”, agregó.

La opinión coincide en parte con lo expresado por Israel, que ya había sostenido que el reconocimiento de los países de América latina era “altamente perjudicial” y también una interferencia de parte de naciones que nunca habían formado parte de las negociaciones en el interminable proceso de paz de Medio Oriente.

Cuando a Timerman le alcanzaron el cable de agencia que reproducía las declaraciones de Burns, no le podría haber caído peor. “Me parece inconducente que una vez más Estados Unidos opine públicamente sobre acciones soberanas de la República Argentina”, sostuvo el canciller. Agregó que nunca Argentina se comportaba de la misma manera con respecto a las decisiones que adopta Estados Unidos en materia de política exterior e hizo una referencia explícita a la cárcel de Guantánamo, cuyo cierre fue una promesa de campaña de Obama que luego no pudo –o no supo– cumplir.

En el gobierno argentino reconocían que el tono de la respuesta de Timerman marcaba un cambio en la relación bilateral que hasta ahora, pese a los muchos malos entendidos, siempre se había procurado mantener en un marco de “madurez”. Incluso, desde la Casa Blanca habían deslizado elogios por el elegante silencio argentino a las revelaciones de Wikileaks. Pero el clima era bastante diferente anoche.

Antes de ingresar al acto que encabezó la Presidenta por el Día de los Derechos Humanos, Timerman anticipó que este intercambio de opiniones estaría en el primer punto de la agenda del encuentro que tiene pautado para hoy al mediodía con Burns. Todo indica que esta visita no alcanzará para que el vínculo vuelva a sus carriles normales.

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