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El país|Sábado, 11 de diciembre de 2010
Un joven de 19 años es la cuarta víctima fatal en el Indoamericano

Rematado a tiros en el piso

Terminada la tarde, volvió la violencia al parque. Un grupo que parecía organizado atacó a los ocupantes. La Metropolitana no lo impidió. La ambulancia que llevaba herido a un joven fue interceptada: el muchacho fue sacado y rematado en el piso.

Por Carlos Rodríguez
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Uno de los heridos de bala en la batalla que se armó después de la marcha en contra de la toma en el Parque Indoamericano.

En el Día Universal de los Derechos Humanos, mientras la presidenta Cristina Fernández, en la Casa de Gobierno, advertía que el gobierno nacional “no está dispuesto” a que la Argentina “se integre al club de los países xenófobos” –en respuesta a las afirmaciones racistas del jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri–, en el predio de Villa Soldati ocupado por vecinos sin vivienda se renovaron los hechos de violencia y se produjo la muerte de un joven de 19 años, con lo que suman cuatro los fallecidos desde el comienzo del conflicto. Anoche, un grupo de supuestos vecinos de los barrios aledaños al Parque Indoamericano ingresaron a los tiros a los lugares ocupados por centenares de familias que resistieron el nuevo desalojo. Durante los disturbios resultaron heridos al menos cuatro ocupantes y dos oficiales mujeres de la Policía Metropolitana. El muerto era un adolescente de 19 años, que fue sacado de la ambulancia por un grupo enardecido y rematado en el piso.

El director del SAME, Alberto Crescenti, confirmó la muerte del joven de que había sido herido y estaba siendo llevado al Hospital Piñero, cuando fue “sacado por la fuerza por desconocidos” cuando ya estaba dentro de la ambulancia. “Lo remataron en el lugar”, aseguró Crescenti. La escena provocó un impacto tremendo en el médico que estaba atendiendo al chico herido de bala. El profesional tuvo que ser internado como consecuencia del shock que le produjo lo que le tocó vivir. Ante la gravedad de la situación planteada, los hospitales de la ciudad se declararon en emergencia y establecieron el “código rojo”. Además de la muerte del joven de 19 años, el titular del SAME reportó la existencia de “numerosos heridos”.

El médico Carlos Russo contó que “un grupo de personas” le apuntó al chofer de la ambulancia mientras “otros tipos abren la puerta trasera, sacan al herido, y ahí le pegan un tiro y ahí le dicen andate”.

Crescenti denunció, además, que los “vecinos movilizados” llegaron a disparar incluso contra las ambulancias. Antes habían obligado a los periodistas a bajar o desviar las cámaras, para evitar que tomaran imágenes de los incidentes. El discurso de Cristina Kirchner, transmitido en directo por la cadena nacional, resaltó que “el orden público debe ser custodiado, pero no a costa de vidas de seres humanos”.

Por eso no se envió al lugar a la Policía Federal, pero la cuota de violencia la tomaron “por mano propia” los civiles que ingresaron por la fuerza al predio. Los agresores eran liderados por un grupo de 30 personas que los miembros de organizaciones sociales consultadas por Página/12 señalaron como “pertenecientes o allegados” al Sindicato Unico de Trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires (Sutecba), liderado por Amadeo Genta y Patricio Datarmine.

El jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, hizo responsable de lo sucedido al gobierno nacional, por no haber enviado a la Federal, como él había pedido públicamente, y sostuvo que “los vecinos tomaron justicia por mano propia, porque se sienten abandonados” en materia de seguridad. Antes de que se produjeran los nuevos hechos de violencia, Federico Orchani, del Frente Darío Santillán, Itai Hagman, de La Mella-Juventud Rebelde, y Gustavo Funes, de la Corriente Clasista y Combativa, expresaron sorpresa por la movilización de los “vecinos” de los barrios aledaños, en tanto y en cuanto “el conflicto por la toma de tierras se desarrollaba dentro del parte y en ningún momento afectó a nadie de los que viven en las casas de la zona”. Por eso consideraron que podría tratarse de una “maniobra política” para entorpecer las negociaciones que se habían iniciado en distintos niveles, para encontrar una salida.

A las 19, vecinos de los barrios próximos al Parque Indoamericano comenzaron un corte de calle en la rotonda donde confluyen las avenidas Escalada y Castañares. El objetivo del reclamo: que se vaya la gente que ocupa el parque. Para cumplir esa meta, los vecinos de Lugano y Soldati pidieron en un primer momento que la jueza que tenía en ese momento a cargo la causa, Elena Liberatori, ordenara el desalojo del predio. Hubo insultos para las autoridades políticas y los comentarios xenófobos se fueron multiplicando con el correr de los minutos.

Media hora antes del corte, una vecina que ya estaba lista para protestar conversó con Página/12. Virginia vive en el barrio Samoré. Hace 30 años llegó desde el Uruguay. Ahora reclama que a los ocupantes del Parque Indoamericano “se los lleven en avión a su país”. “No los quiero acá”, dijo con un gesto de desagrado. Los vecinos comenzaron a llegar de los cuatro costados. Un grupo traía bombos y tiraba petardos.

Mientras los medios periodísticos empezaban a hacer entrevistas, los vecinos tuvieron algunos altercados entre ellos. “No nos dejan hablar a todos”, señaló una joven. “Además están haciendo propaganda política y no queremos que haya banderas partidarias”, agregó. Con más calma, Graciela señaló que “los gobiernos anteriores no hicieron demasiado por esta zona, pero desde que está Macri hay una ausencia total”. “Nadie iría a tomar plazas en Caballito, Puerto Madero o Palermo, esto se puede dar en esta zona que está abandonada”, apuntó.

La mujer interpretó que “cuando los ricos se pelean mueren los pobres”, en alusión a los cruces entre funcionarios nacionales y municipales. “Todos estos políticos cornudos por qué no se llevan esta gente a su casa”, amplió un hombre mayor. De fondo se escuchaba un cántico que se traduciría minutos más tarde en acción física: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. “No es justo que seamos el ino-doro de la ciudad, el Chaco de la ciudad, con el respeto que merece el Chaco. No somos habitantes de segunda o de tercera”.

Mientras algunas personas seguían hablando con los medios, un grupo de jóvenes irrumpió y encaró para la entrada que tiene el parque por el Paseo de las Malvinas. Sobre esa calle se apostaban unos quince agentes de la Metropolitana, junto a un móvil. Un grupo avanzaba con decisión y vecinos dispersos iban detrás. Otros gritaban que no se fueran hacia el interior del parque. “Somos más gente que ellos, no vayan”, expresó una mujer, sin logro alguno. Los agentes de la policía porteña ni atinaron a resistir el ingreso de los manifestantes. Un oficial le justificó a este medio la inacción: “¿Qué querés que hagamos?, no tenemos capacidad para hacer nada”.

Una multitud ingresó corriendo al parque, ladeado por cámaras y periodistas. “Arránquenles la cabeza”, gritó una señora, mientras corría detrás de la primera línea de choque. Antes de ir a la caza de los ocupantes, sacaron las cintas y piedras que marcaban los improvisados loteos en la zona más próxima a la entrada del parque. Allí no había ocupantes y fueron encendidas algunas fogatas.

A medida que ganaban terreno, fueron ordenando a los camarógrafos y fotógrafos que se fueran. Casi a la mitad del parque chocaron con quienes hacen la toma de tierras, que los superaban de forma amplia en número. Comenzó una batalla en la que los palos y piedras volaban de un lado a otro, y los sonidos de disparos aumentaban con los minutos. Desde el ingreso al parque de quienes intentaron realizar un desalojo por mano propia hasta que se retiraron, corridos por los ocupantes, transcurrió una media hora.

Finalizados esos sucesos, vecinos de las torres que están sobre Castañares recomendaron guardar las herramientas de trabajo periodísticas. “Los van a matar”, advirtieron. Sobre la rotonda, un grupo de los que ingresó a “recuperar” el parque había agredido a trabajadores de prensa y rompió algunos móviles televisivos. En ese momento, esa zona quedó vacía de cobertura periodística. Un móvil de la Metropolitana y agentes de a pie marchaban por Castañares en dirección a la AU7. “Nos estamos replegando porque nos echaron”, comunicó un agente mediante un handy.

Una ambulancia del SAME se acercó a la entrada del Paseo Islas Malvinas, pero no podía ingresar. Nuevos disparos se escucharon entonces. Algunos volvieron a ingresar al predio. Minutos más tarde, otra corrida hacia el exterior y gritos indicaban que la situación no se había calmado. En ningún momento personal de la Metropolitana, que estaba allí, intentó controlar la situación.

Informe: Leonardo Rossi.

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