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El país|Martes, 14 de diciembre de 2010
Unas cien familias ocuparon un club privado a 15 cuadras del Indoamericano

La nueva toma cerca de Soldati

El domingo a la noche, el club Albariño fue ocupado por un grupo de personas de la villa 15. Hubo protestas de los vecinos. Un grupo violento y armado fue a hostigarlos e intervino la Policía Federal. Un juez federal ordenó el desalojo.

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La toma fue en el club Albariño, ubicado en la esquina de Santander y la avenida Argentina.

Una nueva toma de tierras en el sur porteño tuvo lugar en la noche del domingo a menos de quince cuadras del Parque Indoamericano. El Complejo Deportivo Albariño, de Villa Lugano, fue el escenario de un loteo improvisado por cerca de cien familias, en su mayoría de la villa 15, lindera al predio. Un grupo de vecinos de Lugano se reunió cerca de las 18 de ayer para reclamar que saquen a los “ocupas” del lugar. El juez federal Daniel Rafecas ya había ordenado el desalojo. En medio de reclamo pacífico, no exento de racismo, un grupo de infiltrados arremetió con palos, piedras y armas contra los ocupantes del club (ver nota central). Luego de 40 minutos de enfrentamiento, la irrupción de la Policía Federal detuvo la violencia que se había desatado.

La toma del club Albariño, ubicado en la esquina de Santander y la avenida Argentina, comenzó en la noche del domingo, cerca de las 22. Según las personas que allí se encuentran, unas quince familias tomaron la iniciativa y fue entrando gente “hasta que se pudo”. La mayoría dice vivir en la villa 15, que está ubicada detrás del club. La necesidad de vivienda se expresa de forma similar en los ocupantes. Muchos explican que los alquileres dentro de la villa se hacen imposibles de pagar –rondan entre 500 y 700 pesos– y además “nadie” les alquila a quienes tienen niños.

A la mañana, el juez federal Daniel Rafecas accedió al pedido del Gobierno nacional de desalojar el lugar. El juez indicó a la Jefatura de Gabinete que disponga de la fuerza de seguridad conveniente para realizar un cerco perimetral para evitar hechos de violencia. La intervención de Rafecas se debe a que el predio pertenece al ente que administra los ferrocarriles estatales.

Página/12 ingresó a la toma y conversó con las familias. “Acá no hay punteros políticos. Estamos solos”, presentó Carmen al grupo que encarna la toma. “Vivimos de promesas, queremos una vivienda”, manifestó un joven. “Si acá no viene nadie vamos a construir”, advirtió.

Luis, de 24 años, es boliviano y hace dos que vive aquí. Su mujer está embarazada y desde octubre está sin trabajo. Necesita un lugar para vivir con su familia. “Comprar una casa en la villa sale 45 mil pesos”, explicó. En su desesperada urgencia habitacional, aseguró: “Voy a correr el riesgo que sea para conseguir un pedazo de tierra”.

El panorama en la toma era tranquilo en las primeras horas de la tarde de ayer. El sereno del club, que se presentó como Miguel, dijo que “no hubo problemas”. “Me respetaron mi lugar”, agregó: es que el hombre tiene su casa dentro del predio.

Los ocupantes indicaron que la noche anterior sufrieron disparos desde las casas vecinas más próximas a la calle Rucci. En cambio, otros vecinos, de las casas que se encuentran sobre Alvarez, les ofrecieron mejor trato a los ocupantes. Les prestaron baños y agua.

Queremos pelear por la tierra”, sostuvieron los ocupantes ante un posible desalojo violento. Según contaron, “es la tercera vez que se toma este lugar en los últimos dos años”. En las anteriores oportunidades dicen que los desalojó la Policía Federal de forma violenta, esperaban que esta vez “no pase lo mismo”. Además, temían por un posible desa-lojo por mano propia similar a lo que sucedió en el Indoamericano.

Pasadas las 18 un grupo de vecinos de Lugano empezó a acercarse al frente del club para expresar su repudio a la toma. Marcelo argumentó: “No queremos que usurpen propiedad privada. Que estén lo más lejos posible”. En consonancia, Raúl planteó: “Hay que respetar la ley. Unos tenemos derechos y obligaciones y para otros es viva la pepa”. Sobre la posibilidad de que ocurran ataques armados como en el Indoamericano, este hombre indicó que no tenía “armas encima”, pero que los vecinos suelen estar armados “porque es una zona insegura”. “Esta noche va a haber mucha acción”, dijo entre sonrisas. Apostado sobre la reja, un joven amedrentó a los “ocupas”: “Los vamos a hacer correr”.

Pasadas las 18.30, y con similar lógica a los hechos del viernes en el Indoamericano, un grupo de jóvenes, con palos, piedras y alguna arma de fuego que se pudo ver, llegó por la calle Santander desde Rucci. A partir de ese momento, comenzó un intercambio de piedras, botellas y palos. También, según las personas que toman el predio, se efectuaron algunos disparos hacia el interior del club. “Los vecinos no somos esos”, gritó una señora que se manifestaba de forma pacífica en alusión a los infiltrados.

En medio de la lluvia de piedras, los agresores comenzaron con el cántico anti-ocupación: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Además de agredir a las familias que estaba dentro del club, se encargaron de empujar y amenazar a los periodistas y camarógrafos. De nuevo tiraron piedras y golpearon los móviles televisivos.

Luego de pasar varias veces por la zona, la Policía Federal desembarcó con un carro hidrante, cinco carros de infantería y diez móviles de las seccionales 42 y 48. “Vinimos a calmar los ánimos”, indicó el subcomisario Bachman, de la 48.

Informe: Leonardo Rossi.

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