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Más allá de la ya histórica piña que le asestó a Carlos Kunkel en plena sesión de la Comisión de Asuntos Constitucionales (que ella misma preside), Graciela Camaño fue una de las protagonistas del año en una convulsionada Cámara de Diputados. Ahora, ante el comienzo del calendario electoral, evalúa si lanzar su candidatura a la gobernación de Buenos Aires mientras prepara las dos materias que le quedan pendiente para recibirse de abogada y trabaja activamente en la carrera de Eduardo Duhalde hacia la Casa Rosada.
–La oposición comenzó el 2010 con muchas expectativas que se fueron desdibujando, ¿cómo comienzan este año?
–No tan bien. Es un año electoral y entonces es muy difícil que el Congreso funcione.
–¿Y qué rescata del que acaba de terminar?
–Fue un año muy difícil. Lo positivo es que muchas personas que provenimos de distintas ideologías pudimos ponernos de acuerdo en una serie de temas importantes. Y eso nos habla de que la Argentina tiene la posibilidad de cultivar una clase dirigente con grandeza.
–¿Está lanzada a competir por ser gobernadora?
–No soy candidata ni precandidata aún, aunque muchos compañeros me lo piden. Es una decisión que voy a tomar este mes o el que viene.
–¿Cómo es su relación con otras figuras que tienen ese mismo objetivo dentro de su espacio, como Francisco de Narváez?
–Yo tengo buenas relaciones con toda la dirigencia política, de todos los sectores. Los problemas los tengo con cierta gente, que actúa de manera solapada. Pero puedo hablar con cualquiera, no soy terminante en torno de los ideologismos. La gran discusión no es entre izquierda o derecha, sino cómo darle pelea a la pobreza.
–¿Con Daniel Scioli también podría hablar, eventualmente?
–No, yo no me pongo límites con ningún dirigente, pero tampoco soy tan tonta como para creer que tenés que conversar toda la vida. Con algunas personas uno tiene expectativas de conformar un espacio político en común y con otras no. Tampoco podría armar algo con radicales, a quienes respeto mucho, pero tenemos otra forma de pensar y hacer la política.
–¿Y con el PRO?
–Con el PRO sí, porque tiene cierta vertiente peronista.
–¿Eduardo Duhalde es su único candidato presidencial?
–Yo estoy convencida de que el mejor presidente que pueden tener los argentinos es Duhalde. Es un hombre que nunca escondió su pensamiento, aunque lo perjudicara, como pasó en 1999. Ahora también propone una serie de cosas y hay gente a la que le molesta, porque hace una intelectualización de determinadas cuestiones sociales cuando en realidad el asunto es más bien sencillo. Y yo comparto con él la idea, la forma de conducir y de pensar la política.
–¿Y no acompañaría eventualmente a otro postulante, como Mauricio Macri?
–A mí me parece legítimo que él quiera ser presidente, pero yo creo que Duhalde es el mejor presidente que podemos tener en estas circunstancias, cuando es necesario ser un poco fundacional en algunas cuestiones, fortaleciendo cosas que se hicieron que están bien, pero cambiando radicalmente otras. Igualmente, cualquiera que se sienta con capacidad de dirigir la Argentina que lo exprese en una candidatura.
–¿Piensan acudir a internas del PJ o ya descartaron esa alternativa?
–Lo que sucede es que el PJ no hace una política de puertas abiertas ni nada que implique la participación de todos los compañeros, está muy parcializado. Deberá hacerse algún congreso en donde se va a decidir qué se va a hacer, si es que se va a cerrar un partido que sea sólo para aquellos que fueron del Frepaso junto a unos pocos peronistas que están en el Gobierno o si va a ser un PJ de puertas abiertas. Es una decisión que tienen que tomar los que dirigen. Si toman la decisión equivocada no nos vamos a meter en las fauces del león.
–Por último, visto a la distancia, ¿se arrepiente de haber golpeado a Carlos Kunkel?
–Sigo pensando lo mismo que dije en el momento en el que me retiré de la sala. Recibí tanta adhesión pública, en todos los estamentos, que me hacen tener claridad al respecto: sé perfectamente quién soy yo y quién es él.
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