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El país|Domingo, 9 de enero de 2011
REPORTAJE A HECTOR TIMERMAN, MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES

“Hay que relacionarse sin intermediarios”

Las relaciones con Brasil y Estados Unidos. El vínculo con Uruguay y las pasteras. El próximo viaje de la Presidenta a Kuwait, Qatar y Turquía. La conducción del G-77, el grupo de los países en vías de desarrollo.

Por Fernando Cibeira
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Como para dar crédito a su fama de aficionado a las nuevas tecnologías, el canciller Héctor Timerman tiene sobre su escritorio un iPad, un iPhone y un Kindle, el lector de libros digitales. En el iPad, desde el que suele tuitear por las tardes, guarda su agenda para los próximos días, en la que casi no hay claros hasta fin de febrero. Luego de recibir el viernes a su par uruguayo Nicolás Almagro y antes de encontrarse mañana con el enviado de la Casa Blanca, Arturo Valenzuela, y con el canciller brasileño, Antonio Patriota, Timerman hace un recorrido por los temas que pasaron y los que tiene por delante, en los que el denominador común es la búsqueda de una relación más estrecha con los países en vías de desarrollo, desde los cercanos de la región hasta los lejanos del mundo árabe. En ese sentido adelanta que en el G-77, cuya conducción asumirá el miércoles en Nueva York, Argentina diagramará una estrategia para profundizar las reformas en los organismos multilaterales.

–¿Argentina está de acuerdo con la nueva pastera que se construirá en la costa uruguaya del Río de la Plata?

–Este era un proyecto de la firma española Ence que se instalaría en Fray Bentos y que en una negociación de (el ex jefe de Gabinete) Alberto Fernández se logró cambiar de lugar. La trasladaron a las afueras de Colonia, en un lugar alejado que desde la costa argentina no se visualiza. Ese proyecto se presentó recién en 2008 a la CARP, la comisión que administra el Tratado del Río de la Plata. Cada río tiene su tratado, y éste es diferente al del río Uruguay. Argentina decidió en 2009 que, según lo presentado por Uruguay, cumple con el Tratado respecto a la situación del río y tampoco planteamos objeciones sobre la planta que se va a construir en tierra, siempre con la salvaguarda de que si esto se modifica podemos iniciar acciones legales. Después Ence vendió el proyecto y los nuevos dueños todavía no anunciaron qué van a hacer. Entonces Uruguay nos viene a ver para decirnos que lo que va a ir al agua no se modificó, por lo que cumple estrictamente con el Tratado del Río de la Plata. Lo que está en la tierra sí se va a modificar porque la nueva empresa realizará cambios técnicos. Uruguay, en su momento, nos informará sobre esos cambios. Pero si no hay objeciones, no hay objeciones. No quiero hacer un escándalo de esto. Queremos proteger el medio ambiente y cumplir con los tratados pero de ninguna manera impedir el desarrollo de un país hermano.

–¿Pero es el mismo proyecto? Se anuncia como la mayor inversión extranjera de la historia uruguaya y una de las pasteras más grandes del mundo.

–No me voy a meter en la economía uruguaya, lo que necesito mantener es el cumplimiento estricto de los tratados que hemos firmado ambos países. Lo que se va a hacer en el agua, que es lo que afecta al Tratado, ya fue aprobado en su oportunidad y no es modificado ahora. Ahí termina todo.

–A propósito, ¿cuándo se va a conocer el resultado del monitoreo a la planta de Botnia?

–En las próximas horas vamos a difundir todo lo que se hizo desde el 2 de septiembre, cuando se conformó el comité científico, hasta el 30 de diciembre. Se va a poner en la página web de la CARU (la Comisión del Río Uruguay) y nosotros la pondremos en la página de la Cancillería argentina. Son como 50 páginas.

–¿Se puede anticipar que no se encontró contaminación, entonces?

–Va a estar todo ahí. Se recorrió todo el río Uruguay, se hizo el relevamiento, se avanzó el control del medio ambiente de todo el río, principalmente en Botnia.

–¿Cómo se zanjó aquella cuestión, cuando Uruguay ponía reparos al control dentro de la planta?

–Ya estamos de acuerdo en cómo se va a controlar Botnia. Será un control continuo pero hay que ponerlo en práctica, no es tan sencillo. El lunes difundiremos todo lo que se hizo hasta ahora y se podrá evaluar si es suficiente o no.

–Mañana se reunirá con Arturo Valenzuela, el funcionario del Departamento de Estado para la región, quien en su anterior visita levantó bastante polvareda por sus declaraciones. ¿El tema de los cables de Wikileaks va a estar en las conversaciones?

–No consideramos que atañe a la Argentina cómo lleva adelante su sistema de información Estados Unidos. Ellos le dan instrucciones a sus diplomáticos como yo le doy a los diplomáticos argentinos, no tengo nada para opinar.

–¿De qué espera conversar, entonces?

–El está visitando Chile y Argentina, pidió verme y con mucho gusto lo recibo, así como cuando yo voy a Estados Unidos lo voy a ver a él. Hay temas pendientes de solución como el acceso de los productos agrícolas argentinos a Estados Unidos. ¿Cuántos años puede tardar la primera potencia del mundo en estudiar si el limón tucumano tiene o no un bichito? Llevamos años con este tema, si Estados Unidos tuviese voluntad ya lo hubiese resuelto. Eso es un castigo y se lo voy a plantear a Valenzuela el lunes. En otros temas como los nucleares y de seguridad tenemos buena relación. También hay una relación bilateral correcta y un buen diálogo en el G-20.

–¿En esta ocasión la Presidenta va a recibir a Valenzuela?

–No está previsto.

-–¿Coincide con Lula, que en su despedida dijo estar decepcionado con la poca atención de Barack Obama a América latina?

–Tal vez él tenía más expectativas. Cuando conversamos el otro día en Brasilia, le planteé a Hillary Clinton que faltaba un poco de diálogo entre América latina y Estados Unidos. Hillary al mismo tiempo me sorprendió porque elogió muy fuerte a los líderes de la región, que veía que no sólo estaban en una buena situación económica sino que existía un liderazgo que no iba a desaprovechar ese boom.

–El mismo lunes llega el canciller de Brasil, Antonio Patriota. ¿Recibió un trato frío en Brasil en la asunción del nuevo gobierno porque no asistió Cristina Kirchner?

–Fui el primer canciller al que recibió Patriota. Argentina es el primer país que va a visitar la presidenta Dilma Rousseff. Vienen también aquí el canciller y el ministro de Defensa. ¿Dónde está ese trato frío del que se habló? Sólo en los titulares de algunos diarios.

–¿Hubo comprensión por la ausencia de la Presidenta?

–Pero no hubo siquiera que explicarlo. ¿A alguien se le puede pasar por la cabeza que no iba a haber comprensión? No entiendo esa necesidad de crear conflicto en cada acción del Gobierno.

–Más allá del contacto con el nuevo gobierno, ¿está previsto avanzar en algún tema puntual con Brasil en estos encuentros?

–La integración avanza. Con algunos problemas, por supuesto, como toda relación compleja como la que tenemos con Brasil con miles de millones de dólares de integración industrial. Pero los mecanismos funcionan. También tenemos que avanzar en otros procesos, que es donde está el interés de Dilma y de Cristina, que son los procesos políticos y sociales. Soy de los que creen que la integración de Brasil y Argentina garantiza la estabilidad en América latina.

–Respecto de la cuestión comercial, el año que pasó Argentina tuvo un déficit con Brasil de 4 mil millones de dólares.

–Sí, hay que ver el déficit con Brasil y pensar cómo lo podemos resolver. Pero si el mundo está globalizado, está globalizado en serio. Nosotros tenemos un superávit bastante fuerte, con exportaciones por 70 mil millones de dólares. No se puede tener superávit con todos los países. No obstante, como tenemos estos mecanismos de integración con Brasil, creo que lo vamos a poder ir reduciendo.

–¿Dilma Rousseff realizará en Buenos Aires alguna actividad relacionada con los derechos humanos?

–Tiene invitaciones de parte de todos los organismos, estamos viendo cómo podemos hacer para que Dilma se abrace con todos ellos. Ella fue una militante, una prisionera política, así que me imagino que sus deseos vienen por ahí. Pero el lunes viene el canciller y ahí me enteraré. Mientras tanto estamos organizando un gran almuerzo en el Palacio San Martín y tendrá un encuentro privado con Cristina. Creo que no es el inicio de una relación sino una continuación. Lula y Kirchner dieron vuelta el vínculo entre ambos países, sobre todo a partir de aquella cumbre de Mar del Plata a la que Lula hizo varias veces referencia en sus últimos discursos. Allí se estaba por imponer el ALCA, se lo rechazó y se cambió el destino de América latina.

–Todavía quedan por resolver las designaciones de quién reemplazará a Néstor Kirchner en la Secretaría General de la Unasur y la del primer alto comisionado del Mercosur. ¿En estas reuniones se va a conversar sobre esto?

–No hay una decisión, hay candidatos. Respecto al secretario general de la Unasur podremos avanzar en la próxima reunión que habrá en Lima entre países de América latina y países árabes, haremos un aparte los cancilleres. Es quién va a reemplazar a Néstor Kirchner, así que para nosotros tiene una carga emotiva muy fuerte y me tomé el trabajo de llamar a todos los cancilleres para poner esto otra vez en marcha. Lo del comisionado del Mercosur se está conversando y es muy probable que Dilma podrá anunciar en breve, o Cristina, quién es el candidato. Ahí no habrá problemas.

–El miércoles Argentina asumirá formalmente en las Naciones Unidas la conducción del G-77, ¿qué objetivos están planteados para este año de mandato?

–Es liderar el mayor grupo de países del mundo, los que estamos en vías de desarrollo. Queremos conducir un proceso de igualdad respecto de la toma de decisiones. La crisis económica de Europa y de Estados Unidos demuestra que no hay un sistema infalible, que cada país debe adoptar su método de desarrollo y que ese método no puede ser impugnado por los países desarrollados. Quedó demostrado que las crisis no son siempre en los países en desarrollo, sin embargo, son los que siempre las pagan. ¿Por qué nos afectan las crisis en los países desarrollados? Por este equilibrio que existe en los poderes de decisión. Argentina va a formular una estrategia para profundizar las reformas en los organismos multilaterales y específicamente que se entienda que la defensa del medio ambiente no puede estar alejada de la transferencia tecnológica y de los créditos. El desastre ambiental lo hicieron los países desarrollados pero en las propuestas que se manejan no queda claro si va a haber la transferencia tecnológica necesaria para que los países en desarrollo cumplan con las metas que ellos plantean. Si no es así, entonces lo que va a haber es un castigo a los productos de nuestros países. Otro objetivo es fomentar la participación argentina de un mundo del cual muchas veces nos han aislado, el mundo en desarrollo: los países árabes, los africanos, los asiáticos. Tenemos que relacionarnos con el mundo sin intermediarios, no a través de Europa y Estados Unidos. Argentina, por ejemplo, no tiene ningún interés político en intervenir en Medio Oriente. Tenemos una gran amistad con Israel, tenemos un compromiso moral con ellos así como con todos los estadios de Medio Oriente, por eso reconocimos a Palestina. Pero no tenemos interés en incidir en las negociaciones entre los países árabes e Israel, eso debe ser conducido por ellos. En lo que sí tengo un interés muy grande en Medio Oriente es en resolver el tema del atentado a la embajada de Israel y a la AMIA. Ese es mi interés cuando dialogo tanto con el mundo árabe. Estoy convencido de que voy a estar más cerca de una solución a los atentados si me acerco al mundo árabe que si me alejo.

–Pero Irán rechazó la propuesta que la Presidenta hizo en la ONU para que el juicio por la AMIA se haga en un tercer país.

–Irán rechaza todo, pero yo sigo sembrando. Tengo la obligación como argentino y como canciller de tener este tema permanentemente en mi cabeza. Así pude conectar que un atentado que se frustró en Estados Unidos al aeropuerto JFK involucraba a Mohsen Rabbani, el que era agregado cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires. No lo sabía ni Hillary Clinton ni la gente que investiga acá. Ahora hay una conexión entre un atentado que se frustró en Estados Unidos y el de la AMIA. Ahora, como ya dijo la Presidenta, no queremos venganza, nos interesa que haya justicia.

–¿El viaje que la Presidenta iniciará esta semana a Kuwait, Qatar y Turquía es para buscar nuevos mercados?

–Es comercial pero también político, por lo que hablábamos antes. El viaje es importante por varios motivos. Primero, hay un interés comercial muy grande de ambas partes por ver crecer el intercambio. Nosotros tenemos cierta tecnología que ellos están interesados en adquirir en el campo nuclear y de producción de energías alternativas por lo que también van a viajar Julio De Vido, Lino Barañao y Julián Domínguez. Estamos a punto de cerrar un tratado por el cual los fondos soberanos de Kuwait y Qatar, que suman más de 150 mil millones de dólares, designan a la Argentina como uno de sus objetivos de inversión. Además, Turquía es un socio del G-77, del G-20, un socio estratégico para la reforma de los organismos multilaterales, nos une un diálogo constante. Además es un país de más 100 millones de habitantes, es imposible no dialogar con ellos. Es otro país en el que lamentablemente no hemos tenido la constancia de seguir trabajando.

–¿Qué pasó con Eduardo Sigal?

–Yo soy canciller y tengo el derecho y la obligación de elegir a las personas más capacitadas para acompañarme. Sigal no era una de ellas y por eso le mandé a pedir la renuncia. En su lugar asumió José Vitar, una persona elegida por Cristina y por mí para esa área.

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