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El país|Miércoles, 2 de febrero de 2011
Los Juliá decían en Morón que estaban tapizando el avión

Tapizado blanco blanco

Los hijos del ex jefe de la Fuerza Aérea fueron vistos varias veces junto al Bombardier Challenger. Página/12 informó que la droga fue acondicionada debajo del piso.

Por Raúl Kollmann
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La Base Aérea de Morón, donde el avión de los Juliá estuvo dos meses y donde se habría subido la cocaína.

Las evidencias empiezan a aparecer. Integrantes de una escuela de aviación ubicada en la Base Aérea de Morón declararon ayer ante el juez Rafael Caputo y su secretario letrado Martín Castellano que vieron a los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá varias veces junto al Bombardier Challenger en los casi dos meses en que estuvo estacionado en una plataforma del aeródromo. En varios diálogos, los Juliá les advirtieron que habría personal realizando trabajos de tapizado en el avión. Ya antes de la declaración de ayer, hubo un par de testigos que refirieron haber visto personas que, según interpretaron en el momento que los vieron, eran mecánicos.

Durante toda la jornada de ayer, desfilaron por el juzgado del juez en lo Penal Económico Alejandro Catania, ahora subrogado por Caputo, cinco integrantes de la Administración Nacional de Aeronáutica Civil (ANAC) y dos miembros de una escuela de aviación. Los empleados de la ANAC trabajan en una oficina que está muy lejos de la plataforma en la que estuvo el Bombardier, pero la escuela de aviación estaba relativamente cerca. Uno de los testigos de ayer contó que varias veces dialogó con los hermanos Juliá, básicamente porque le llamó la atención un avión de tanto porte en el aeródromo. Por lo general, en Morón sólo se ven aparatos chicos, mientras que el Bombardier es un avión de alto costo y gran envergadura.

Por lo que relató ayer un testigo ante el secretario letrado Castellano, los Juliá dijeron que habría personal acercándose al aparato para realizar trabajos de tapizado. Este dato coincide con lo adelantado, en exclusiva, por Página/12: que la droga fue acondicionada debajo del piso de la cabina del avión, por lo que hubo que mover los asientos, las alfombras y el piso. Los testigos que declararon ayer afirman que no vieron al personal que los Juliá les anunciaron, pero es muy probable que los hijos de los brigadieres hayan elegido horarios muy precisos para hacer los trabajos sin que nadie los viera. Los hermanos Juliá conocían muy bien todos los movimientos de Morón.

En el juzgado mantienen celosamente el secreto del sumario por lo que no quisieron confirmar ni desmentir lo que este diario pudo averiguar a través de uno de los testigos de ayer. Es más, según supo Página/12, otros dos testigos ya habrían dado una versión bastante similar que incluso tendría el mismo origen: diálogos con los hermanos Juliá. Según esta óptica, los hijos de los brigadieres fueron preparando el terreno por si alguien veía movimientos de personas en las inmediaciones del avión.

En verdad, el juzgado está haciendo una especie de investigación preparatoria, porque hasta el momento sólo tienen una información oficial proveniente de España. Las autoridades ibéricas enviaron un texto en el que señalan que fueron detenidos Gustavo y Eduardo Juliá y Matías Miret el día 2 de enero, intentando ingresar 944 kilos de cocaína en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona. Como el avión salió de la Argentina, hizo escala en Cabo Verde y voló a Barcelona, Catania y Castellano decidieron poner manos a la obra, aunque lo cierto es que todavía España no informó en forma oficial dónde se cargó la cocaína ni cómo iba escondida. Al menos por ahora no está claro el delito cometido en el país.

Lo cierto es que la expectativa está puesta en el viernes, día en el que supuestamente vence en Catalunya el plazo del secreto del sumario español. Allí, la operación antidroga se llamó Volare. Sin embargo, no se puede descartar que el secreto se prorrogue, porque la realidad es que gran parte de la organización de narcotráfico todavía tiene que ser descubierta y apresada. Los detenidos argentinos son sólo los transportadores, pero semejante operación tiene proveedores, laboratorios, formas en las que la droga llegó a la Argentina, financiación en España, distribuidores allí y en el resto de Europa, abogados, contadores y un verdadero cartel que está en condiciones de mover cocaína por 50 millones de euros. En principio, hay un informe extraoficial de que el origen de la cocaína es Colombia.

Sea como fuere, no es seguro que España levante el secreto este viernes y que conteste a partir de este fin de semana los exhortos enviados por Catania. En concreto, el magistrado argentino le pidió a su par español una gran cantidad de datos, fotos, imágenes y escuchas telefónicas que sustentaron la investigación peninsular. También hay que ver si el juez ibérico confirma la prisión de los hermanos Juliá, algo que es seguro, y de Matías Miret, quien afirma que no sabía que transportaba la droga y que fue engañado por los Juliá.

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