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El país|Domingo, 6 de febrero de 2011
OPINION

Más acá del horizonte

La coyuntura fuerza las tácticas de las oposiciones. Miradas sobre la Presidenta. Rezongos de dirigentes peronistas. La designación del vice: cálculos y una hipótesis tan sorpresiva como extendida. Lo que quiere Scioli, lo que puede, lo que pide. Sabbatella, en discusión. Las corporaciones, que también participan.

Por Mario Wainfeld
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Los diagnósticos concuerdan en el abanico político, aunque a veces no se sinceren en público. Hoy día, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner lleva gran ventaja a sus competidores, sería puntera en primera vuelta y hasta podría ganar sin ballottage. En la Ciudad Autónoma, en cambio, hay segunda vuelta clavada, máxime (pero no exclusivamente) si el jefe de Gobierno Mauricio Macri cumple su anuncio de ir por la presidencia. El PRO porteño va primero, pero muy lejos del 50 por ciento necesario. Así las cosas, todas “las oposiciones” nacionales tienen dos tareas por delante: llegar al segundo lugar del podio y polarizar al interior del electorado “contrera” para superar la marca del 30 por ciento, hoy distante. El juego de la silla pero, además, una diferenciación enérgica que concentre el voto opositor.

En la Capital todos deben imaginar candidatos que sirvan para la segunda vuelta, esto es que imanten ciudadanos independientes o alineados con otras fuerzas.

En términos más generales, la inercia o continuidad de lo vigente resiente las chances de alternancia nacional. La primera consigna táctica para quienes lo ansían es cambiar el escenario. Es racional, entonces, la UCR cuando arma una preinterna, adelantando la instalación de un pretendiente. También es lógica la jugada de Macri de mostrarse como alternativa, tanto como el afán de los peronistas federales de uncirse a su carro. El tablero debe moverse, lo procuran. De ahí a que las movidas sean las óptimas o siquiera exitosas media un campo. En materia electoral la eficacia sólo se corrobora con el escrutinio.

Las grandes corporaciones, jugadas contra el oficialismo, también participan en las elecciones. Es poco serio armar el horizonte del año sin incluirlas en el análisis. No atraviesan su mejor momento, están despechadas por las irremediables divisiones de los partidos opositores. Y su cohesión interna deja mucho que desear. La Mesa de Enlace a veces parece tener tres patas, a menudo extrovierte diferencias intestinas, su lockout triguero pasó sin pena ni gloria ni desabastecimiento, ni movilización. La interna de la Unión Industrial Argentina (UIA) está atrancada. En el devenir democrático las grandes patronales se debilitan, habrá que ver adónde las deriva tal carencia.

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Miradas hacia el Palacio: En el Frente para la Victoria (FpV) cunde un optimismo general, mechado con enigmas acerca de estratégicas decisiones presidenciales. Todos pispean qué pasa en Olivos, empezando por el estado de ánimo de Cristina Kirchner, siguiendo por sus favoritismos actuales, su libro de visitas, las acciones por venir.

El cronista dialogó con miembros del gabinete, parlamentarios de primer nivel, algún gobernador, figuras de consulta. En general, las lecturas concuerdan. Se resumirán manteniendo la incógnita de las fuentes. “Cristina está de mejor ánimo”, cantan a coro. Mantiene el duelo en su vestimenta pero “pasó de la angustia al dolor”, según describe un contertulio usual de Olivos. La quiere bien, al unísono la necesita como líder y como candidata. Se la ve más serena y sonriente en actos y discursos, se entretuvo haciendo el simulacro de pegar con guantes a una boxeadora. Suena asombroso que un cuadro político de larga militancia, abandone una candidatura que es la llave de la continuidad de un proyecto con el que está consustanciada y que en este recodo del camino, ya se nombra como “kirchnerismo”. Sería exótico, hasta inverosímil... todos asienten aunque miran igual.

Más concernidos por los detalles, varios dirigentes peronistas rezongan porque los compañeros (ellos mismos, sus pares) tienen poca acogida en la Casa Rosada y en Olivos. Atisban un giro al “progresismo” (en sus palabras) o hacia un “neocristinismo” (en las del cronista) que les hace fruncir el ceño. Posiblemente exageran su ostracismo y su visión conspirativa. Disparan dardos contra la creciente influencia de protagonistas como la ministra Nilda Garré o el secretario Juan Manuel Abal Medina. No son “del palo”, diagnostican en público, lo que es un modo de peticionar.

Los gobernadores y los intendentes peronistas, quizá no todos, se perciben extrañados del círculo de decisiones. El ministro de Planificación Julio De Vido alivia en parte sus cuitas. Es un interlocutor recurrente que además maneja la obra pública, un recurso esencial en años electorales. “Con Julio está todo bien”, resume un intendente conurbano, con marcada portación de aspecto peronista. “Todo bien” es lo simbólico, el intercambio permanente y las realizaciones materiales.

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El vice y el síndrome Cobos: Julio Cobos vale como escarmiento: ni en la Rosada ni en el FpV hay nadie que haya olvidado la experiencia. La fórmula presidencial de 2011 debe completarse con un vice de plena confianza. El casting se restringe y, acaso, relega otras variables tradicionales (bien relevantes) como añadir adhesiones partidarias o traccionar votos. El favorito en el sondeo informal que realiza el cronista es bastante sorpresivo pues potencia a la enésima el factor confianza sobre los demás. Carlos Zannini, especulan o calculan o concluyen protagonistas de primer nivel. Todos reconocen que están olfateando el clima, que no escucharon menciones directas. El secretario legal y técnico es pieza central de las administraciones kirchneristas y uno de los contados contertulios de la mesa chica.

Hablamos de elucubraciones, que transmiten cómo se va traduciendo el cuadro de situación. Un gobernador o ex gobernador sería una opción más clásica y más afín al deseo de la dirigencia peronista. Una señal de identidad, un guiño a los demás mandatarios, que atemperaría o disiparía los rezongos aludidos antes en esta nota. Claro que, si se afina la mira, no sería sencillo dar con el hombre justo. El sanjuanino José Luis Gioja seguramente es el que despierta más empatía entre sus pares, por trayectoria y estilo. Pero es una figura vulnerable en un escenario nacional por su política minera. Un operador de primer nivel, que lo trata y lo respeta, agrega un escollo prospectivo: “Si José Luis llegara a la vicepresidencia, en 2013 comenzaría su propia campaña, su ambición no tiene techo”. La Presidenta, un par de veces incitó en público al sanjuanino a ir por su reelección, varios oyentes interpretaron que ese era un mensaje sobre su futuro.

El entrerriano Sergio Urribarri goza de buena onda en la Rosada, donde se colige que ha desbancado al versátil ex gobernador Jorge Busti, taita de su provincia, que logró dos reelecciones no sucesivas. Urribarri, empero, es una figura de perfil bajo, que embellecería poco la fórmula, aunque serviría para la orgánica.

Más vistoso, más dotado para la polémica nacional y con mejor discurso, el chaqueño Jorge Capitanich también abre contraindicaciones. La primera es que se perdería en el Chaco. “Coqui Capitanich es el único que garantiza ganar en la provincia.” El propio gobernador dice que prefiere ese camino. Claro, agrega el cronista de su coleto, que nadie puede dentro del kirchnerismo rechazar una oferta a la vicepresidencia, si se efectiviza.

Como fuera, esa señal está en veremos. Podría dilatarse bastante, la Presidenta tiene la potestad de abreviar los plazos, si le resulta.

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“La provincia”: “Si Cristina va por la presidencia, Scioli busca la reelección como gobernador. Pero si Cristina desiste, Daniel quiere ser candidato a presidente”. Un dirigente del conurbano, con buena entrada a Daniel Scioli, define sus coordenadas. Página/12 formula una pregunta de cajón: “¿Scioli quiere que la Presidenta se presente?”. Los gestos del hombre son tan expresivos que uno piensa que estudió con Marcel Marceau. No dice nada, se encoge de hombros, abre las palmas de las manos en abanico, despliega una sonrisa pícara. El cronista traduce: “No le dije nada, pero la respuesta evidente es afirmativa”. Por otro lado, el gobernador jamás confrontó en su carrera política, que incluye varios cambios de escudería, siempre surfeando sobre las olas, sin entrar en conflicto.

El Plan B de Scioli es el plan A de ciertos intendentes suburbanos y de importantes referentes empresarios. Se lo hacen saber con asiduidad, en tenidas o cenas cara a cara. Por ahora, en torno de Scioli juran que él solo dará un paso adelante si Cristina Kirchner da un paso atrás. La alianza entrambos es muy de conveniencia y aureolada por grandes sospechas. Equilibrio inestable y con recelos. Equilibrio por ahora.

En jerga política cuando se menta la “embajada” se alude a la de Estados Unidos. Si se nombra a “la provincia” es Buenos Aires. En “la provincia” también se resiente la falta de feedback con la Casa Rosada. Las protestas devienen estentóreas respecto de las “listas colectoras”. Los compañeros intendentes piden garantías, el artificio puede serrucharles el piso, en beneficio de intrusos poco deseados o de compañeros de bajo piné (o de izquierda peronista).

Un casus belli similar, pero escindible conceptualmente, es el diputado Martín Sabbatella, que iría por la gobernación apoyando a la presidenta Cristina en la compulsa nacional. Los objetores arguyen que le pisa el poncho a Scioli, que puede damnificar en una elección a vuelta única donde gana la primera minoría, que se le otorga demasiado protagonismo a un progresista.

En el otro platillo de la balanza de la Rosada, pesan (más) los votos que Sabbatella pueda arrimarle a la boleta presidencial. Los oráculos de Olivos y los sondeos disponibles agregan que Scioli ganaría igual, con las coordenadas actuales. Y, aunque los muchachos de provincia no son emocionales cuando de sus porotos se trata, hay un argumento de autoridad que también contradice los reclamos. La alianza con Sabbatella no es una creación de la Presidenta: Néstor Kirchner la venía tejiendo desde hace mucho tiempo. Tenía especial aprecio político por “Martín”, valoraba sus acciones y su desempeño, dialogaba personalmente con él, lo estimulaba a lanzarse en la provincia.

Nada es imposible en estas pampas. Suena muy pero muy difícil que Sabbatella sea corrido de escena para complacer a Scioli. El gobernador lo sabe, sus principales espadas también. Seguramente se lo coloca en la agenda de exigencias en aras de conseguir otras reivindicaciones. Sin ir más lejos, de tapiar otras colectoras. Scioli también se reservará la figura del compañero de fórmula y su gabinete. Como todo gobernador (y hablamos de uno con peso específico) amuralla su territorio. En su peculiar estilo Zelig habla con (contiene a) todas las agrupaciones peronistas bonaerenses, sin desechar, maltratar, dejar sin audiencia ni desilusionar a nadie.

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Siguen participando: La ley de primarias tendrá carencias y artificios pero rumbea hacia un norte deseable. Es imprescindible que haya más participación política institucional y partidaria. En Argentina son enormes el activismo ciudadano, la dinámica y el poder de veto de organizaciones de la sociedad civil. Pero es muy descompensada la intervención fuera de las calles y las plazas. Las primarias y la Ley de Comunas porteñas alivian el déficit, sin repararlo. La ausencia de prácticas como plebiscitos, consultas o referéndums es una rémora persistente del sistema político.

Todo lo que se hace en campaña (roscas, propagandas, amagues de ruptura, bravatas, exageraciones verbales) son técnicas convencionales en todo sistema democrático. Nada las santifica pero es injusto el repudio mediático y cultural a instrumentos imprescindibles de proselitismo. El veredicto final surge de la decisión popular, en una gran instancia de participación masiva.

Las andanzas corporativas son muy otro cantar. Poder puro, aunque se enuncie lo contrario. De pálpito poco democrático, casi siempre elitista, con desoladora frecuencia desestabilizador o destituyente. Frustradas por cómo van las cosas, las corporaciones intervendrán en la contienda, sin representación popular ni votos que las convaliden. Sus ensayos de esta semana fueron patéticos. Desde la defensa encendida del diario La Nación a las condiciones de trabajo de los trabajadores temporarios rurales, a las denuncias contra jueces laboralistas presuntamente pro operarios. Las leyes laborales, en caso de duda, deben interpretarse a favor de los trabajadores, minucia que los empleadores desdeñan. Los tribunales del ramo son una relativa innovación en el Poder Judicial: tienen la misma edad que el peronismo y no es casualidad. Desde las grandes empresas nadie se indigna porque sus apoderados colonizan el fuero contencioso administrativo para sisar al Estado a su gusto. En los grandes medios nada se dice de los camaristas de Casación Penal que fungen como defensores adjuntos de los represores más abyectos, poniendo sus señoriales asentaderas sobre expedientes que buscan verdad y justicia. Las diatribas contra jueces de carrera, provenientes desde el poder, no han suscitado ni un mohín de la Corte Suprema o la Asociación de Magistrados. Defensores enconados de su corporación cuando se los critica “por izquierda” o desde el oficialismo político, hacen chito cuando el establishment los vapulea. Tal vez haya que ser paciente. Sus Señorías recién regresan de su prolongada feria. Quién sabe, cuando se reintegren a pleno defenderán la dignidad de sus colegas de los ataques groseros de los poderes fácticos.

Quién sabe no, porque todos intervienen en la campaña. Los dirigentes políticos, expuestos al juicio de las urnas. Y otros actores, más poderosos y menos apegados a las reglas democráticas.

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