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El país|Jueves, 24 de febrero de 2011
Difundieron una nueva versión sobre cómo se descubrió la cocaína en el avión de los hermanos Juliá

Al final parece que la culpa fue del perro

Según la cadena SER, que aseguró haber accedido al expediente judicial, la policía española sospechó del avión porque hacían un viaje demasiado costoso para cinco días de estadía. Y que un can policial descubrió la cocaína escondida.

Por Raúl Kollmann
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Los Juliá planearon un viaje privado demasiado caro como para no levantar sospechas.

La cadena española SER contradijo ayer las versiones de las autoridades españolas, incluyendo al vicepresidente y ministro del Interior, Alfredo Rubalcaba, quienes sostuvieron que la cocaína en el avión Bombardier Challenger de los hermanos Juliá y Matías Miret fue descubierta gracias a un largo y prolongado trabajo de inteligencia e investigación. En base a datos que supuestamente provienen del expediente, la SER afirmó que en verdad el avión fue investigado porque el vuelo implicaba un gasto de 100.000 euros, desproporcionado en relación con el hecho de que viajaba un solo pasajero, Gustavo Juliá, hermano del piloto Eduardo. A las sospechas por el uso de un aparato tan caro para estar sólo cinco días en Barcelona se sumó el olfato de un perro, que habría descubierto el cargamento. Paralelamente, en el juzgado argentino en lo penal económico les tomaron ayer declaración a funcionarios de la Aduana, pero se trató de empleados administrativos y no de quienes se encargan de revisar a las aeronaves.

Las versiones de la SER deberán ser corroboradas en el expediente, por cuanto la misma corresponsal dio otros datos esta semana que, pocas horas más tarde, fueron desmentidos. Por ejemplo, sostuvo que la droga se cargó en Cabo Verde. Ayer dio marcha atrás y afirmó que ese punto está en duda –otras fuentes desde Cataluña reiteraron que la cocaína se subió al avión en la Base de Morón–, aunque sí dio crédito a lo afirmado hace un mes por este diario y que consta en un informe extraoficial del gobierno español: que la droga estaba escondida debajo de los asientos, en el piso de la nave.

La cadena española afirmó ayer haber tenido acceso a parte del expediente y difundió que el avión fue interceptado no bien llegó al aeropuerto de El Prat porque el vuelo era sospechoso por sus características. Partió de la Argentina, pasando por Cabo Verde, un punto caliente en la ruta de la droga. Estaba el piloto, Eduardo Juliá, y el copiloto, Matías Miret, pero sólo transportaba a un pasajero, Gustavo Juliá. Y, además, no llevaba carga en las bodegas. De acuerdo con el plan de vuelo, regresaba a Buenos Aires cinco días más tarde y los viajeros se iban a alojar en el lujoso hotel Ars de Barcelona. De manera que el costo total del vuelo, con un avión que cuesta unos 20 millones de dólares, era de no menos de 130.000 dólares. Todos los datos, incluyendo la ruta, el costo y la falta de pasajeros o cargo, llamaron la atención. El perro hizo el resto: descubrió la cocaína entre el fuselaje, el piso y los tapizados del aparato.

Habrá que ver si esta versión de los hechos se confirma, porque el gobierno español presentó la Operación Volare como una investigación profunda, en función de la cual estaban esperando el Bombardier sabiendo que traía cocaína. Se trata de lo contrario de lo que surgiría del expediente: un análisis producido cuando vieron el plan de vuelo, combinado con el olfato del can. Esta última versión de los hechos explicaría dos cuestiones más. En primer lugar, que la inspección del avión en Barcelona la hizo la Policía Administrativa y no la Guardia Civil, lo habitual en estos casos. Y, segundo, que no hubo comunicaciones previas con la Justicia argentina.

De acuerdo con la cadena SER, todavía no se sabe quién iba a recibir la cocaína en Barcelona. Es otro punto que deberá corroborarse.

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