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El país|Domingo, 6 de marzo de 2011
MURIO ALBERTO GRANADO, AMIGO DE ERNESTO GUEVARA

El último viaje

Fue el compañero de ruta del Che en su travesía en moto por Latinoamérica. Tenía 88 y falleció en La Habana. Sus cenizas serán esparcidas por Argentina, Cuba y Venezuela.

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Granado fue cofundador del Museo Sudamericano sobre el Che.

Alberto Granado, amigo y compañero de ruta de Ernesto Guevara en el legendario viaje en moto por América latina a mediados del siglo pasado, murió ayer en La Habana, a los 88 años. Los restos del farmacéutico y bioquímico argentino estuvieron expuestos durante dos horas y media en una funeraria de la capital cubana y, tal como lo había pedido, fueron cremados para que sus cenizas se esparzan por Argentina, Cuba y Venezuela.

Hijo de un obrero ferroviario, Granado había nacido el 8 de agosto de 1922 en Hernando, Córdoba, ciudad a la que tenía previsto volver este año junto a Rodrigo de la Serna, que encarnó su personaje en Diarios de motocicleta, el film sobre la travesía a bordo de La Poderosa.

A los ocho años se trasladó con su familia a la provincia de Santa Fe y más tarde a Córdoba, donde conoció a Guevara. Su hermano Tomás, seis años menor, fue compañero de secundario del Che. Alberto fue su entrenador en un equipo de rugby. Desde el comienzo los unieron el deporte y la literatura.

En 1943, Granado y otros estudiantes fueron detenidos por la policía en una manifestación. La experiencia marcó al Che, que iba a visitarlo a la cárcel. Cuando se organizó una marcha para reclamar la libertad, Guevara se negó a participar. Argumentó que “era un gesto inútil y que sólo conseguirían ‘que los caguen a palos’, y que él sólo iría si le daban un revólver”, escribió Jon Lee Anderson en la biografía del guerrillero.

A los 24 años, Granado se recibió de farmacéutico y luego de licenciado en bioquímica en la Universidad de Córdoba. El Che terminaba entonces sus estudios secundarios y conseguía su primer empleo, junto a su dilecto amigo, en el laboratorio de la Dirección de Vialidad provincial. Al año siguiente, 1947, la familia Guevara se trasladó a Buenos Aires.

En diciembre de 1951, con treinta años, ambos partieron a recorrer Sudamérica en una Norton modelo ’39. La contemplación de la vida de los pueblos los marcó para siempre. “Ahí le nació al Che la idea de que había que meterse. No sólo filosofar sino hacer, luchar”, contaba. Walter Salles convirtió el viaje en un film que incluye anécdotas en primera persona.

El Che volvió a Buenos Aires para terminar la carrera de medicina, Granado comenzó a trabajar en un hospital y conoció a Delia, con quien tuvo cinco hijos. En abril de 1959 el Che le dijo por carta que quería verlo. “Ahí me di cuenta de que Ernesto era un hombre de Estado y me fui a Cuba, donde vi que podía ser útil. Me enamoré del proyecto de Fidel”, contaba. “Me di cuenta de que ya no estaba tratando con Ernesto sino con el Comandante Guevara. Lo había esperado ocho años, era hora de reunirnos.”

En 1962 colaboró en los preparativos de la guerrilla en Salta, donde reclutó médicos para reemplazar a los 3500 que habían abandonado la isla. Fue fundador de la Escuela de Medicina de Santiago de Cuba y de la de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón. Dirigió el departamento de Genética hasta que se jubiló en 1994. Luego participó de cátedras sobre el Che y fue cofundador del Museo Sudamericano sobre el Che.

Se vieron por última vez en octubre de 1964.

–Me voy a dar el gusto de invitarle a un trago a un ministro –bromeó Granado mientras abría una botella de ron–. Vos sabés, Pelao, que de todos mis vicios pequeñoburgueses hay dos que no me los puedo quitar: el deseo de viajar y el gusto de un buen trago.

–Mirá, Petiso, vos sabés que el trago nunca me interesó –dijo el Che–, y en cuanto a viajar, si no es con una metralleta tampoco me interesa.

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