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El país|Martes, 31 de mayo de 2011
Ernesto Laclau y Juan Manuel Abal Medina en el ciclo Debates y combates

“Un ejemplo para Europa”

Laclau destacó los procesos políticos que atraviesa América latina, “una combinación hegemónica de reconstitución del Estado con las democracias de masas”. Abal Medina elogió la gestión kirchnerista: “Vamos por más, vamos por la historia”, dijo.

Por Silvina Friera
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La serie de encuentros que comenzó ayer es organizada por la Secretaría de Cultura de la Nación.

Discutir las cuestiones de nuestro tiempo. De eso se trata el ciclo de política y filosofía Debates y combates, diálogos sobre el poder y la transformación en América latina, organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación, que comenzó ayer con el filósofo y politólogo Ernesto Laclau y el secretario de Comunicación Pública, Juan Manuel Abal Medina. El autor de La razón populista ponderó que el modelo económico de este gobierno “es un éxito visible” y aseguró que “estamos sorteando la crisis económica mundial gracias a que hemos roto el cordón umbilical con el Fondo Monetario Internacional”. Un momento “cómico” llegó de la mano de una anécdota. Laclau mencionó un artículo que publicó The Economist sobre la estrategia económica de la presidenta Cristina Fernández. “El artículo reconoce que los índices económicos están bien, pero que la cosa funciona no por las bondades del modelo, que consideran un disparate, sino porque los Kirchner han tenido suerte. Esto me hizo acordar a una historia de Napoleón contra los generales austríacos. Los austríacos llevaban a cabo una guerra con ejércitos aristocráticos, con todas las reglas científicas de la forma de combate del siglo XVIII. Luego llegaba Napoleón con sus ejércitos populares, destrozaba las líneas austríacas y ganaba la batalla. Y los generales austríacos decían: ‘Gana, pero no es científico’. Estamos ganando, sea científico o no.”

Abal Medina comentó que, más allá de la pluralidad de significados de la palabra democracia, siempre estuvo vinculada a la idea de igualdad. “Cuando surgió como forma política, allá hacia el año 500 antes de Cristo en algunas pequeñas ciudades en la costa del Mar Egeo, la democracia fue un proyecto que con la idea de igualdad enfrentaba a un conjunto de poderes fácticos de la época”, señaló el secretario de Comunicación Pública durante la apertura de este ciclo que contará con la participación de Carlos Zannini, Jorge Alemán y el filósofo italiano Gianni Vattimo.

El racconto de Abal Medina arrojó luz sobre tensiones de vieja data. La democracia se recreaba en la asamblea, donde los ciudadanos discutían y elaboraban el pensamiento político que después se transformaba en prácticas concretas. Pero esta forma de gobierno enfrentaba problemas reales, como quién podía ir a las asambleas. “Cuando las asambleas eran una vez por semana, todos podían ir; cuando empezaron a ser más frecuentes, iban los que no necesitaban trabajar para vivir. En Atenas se extendió un ‘salario ciudadano’; la gente cobraba un salario para asistir a la asamblea –resumió uno de los principales dilemas–. La democracia en su origen se enfrenta a los poderes fácticos; para poder pagar ese salario ciudadano esos recursos hay que sacárselos a alguien. Esa fue la gran discusión que alumbró el nacimiento de la democracia.”

Después del preludio griego, llegó el turno de zambullirse en la arquitectura institucional que se configuró por estos pagos. Alberdi o Sarmiento, entre otros de los que pensaron y diseñaron las actuales instituciones políticas, no las concibieron bajo el imperativo de la democracia. La Constitución argentina dice que la forma de gobierno es republicana, representativa y federal. La palabra democrática no está. “Los que diseñaron esta forma de gobierno creían que la democracia era un mal sistema de gobierno que daba poder a las mayorías; la pensaron separada de eso que Madison llamó ‘los deseos y humores del pueblo’. Un buen sistema de gobierno debía ser aquel que separara la instancia de la toma de decisiones de ese pueblo que podía traer conflicto a la acción de la política. La idea de igualdad en democracia necesariamente está siempre en tensión con la tradición de pensar la política en términos republicanos representativos.” El funcionario subrayó que cuando la política se hace democrática hay disputas con los factores de poder establecidos. La historia de América latina en el siglo XX, observó Abal Medina, puede ser leída como “esa disputa profunda entre un sueño igualitario y popular de representación frente a la idea más tradicional que hablaba de las virtudes republicanas, representativas, pero que a la hora de la verdad no tardaba un segundo en pedir golpes militares, supuestamente por única vez, para cambiar el juego”.

Pero si en el pasado fueron los militares los que frenaron la democracia, ahora la mirada debe posarse sobre los medios de comunicación. “Todos debemos tener la misma voz y las mismas posibilidades de ser escuchados”, aseguró Abal Medina y explicó que la estructura de los monopolios no sólo impide abrir el campo para el debate y para que pueda profundizarse la igualdad, sino que lo cierran. “La tarea de los poderes fácticos consistió una y otra vez en ir reduciendo permanentemente los límites de factibilidad de la política hasta transformarla, lo que es la promesa clara del liberalismo, en política igual administración; la política entendida en términos de la gestión de un universo cada vez más acotado de temas, en los cuales pensar una política capaz de transformar era cosa del pasado y debía reducirse a quién administraba mejor o peor un área tan pequeña de competencias que no afectaba la vida de la gente.”

Después de la explosión del 2001, surgió la novedad del kirchnerismo. “En el máximo momento de impotencia de la política, Néstor (Kirchner) y Cristina (Fernández) toman la opción estratégica de volver a pensar una política democrática en el sentido profundo del término –planteó Abal Medina–. Lo interesante del proceso argentino es que demuestra lo falso de esa idea de los límites.” El secretario de Comunicación Pública recordó el “pliego de condiciones” que Claudio Escribano, el subdirector del diario La Nación, quiso imponerle a Kirchner, “que el 90 por ciento de la clase política no hubiera dudado en firmarlo”, destacó. Cuando muchos creían que con Cristina Fernández comenzaría una etapa de moderación, fue cuando se produjo la profundización del modelo. “En ese enorme conflicto mal llamado ‘del campo’ o la 125, los factores de poder dijeron ‘hasta acá llegaron’. Ese año presenciamos lo que era el poder entero jugando en la cancha con la idea de que volvería la Argentina gobernada por sus dueños”. La otra novedad, según Abal Medina, fue que cuando parecía que el proyecto político perdía, cuando después del famoso “voto no positivo” muchos escribieron la partida de defunción del kirchnerismo, “en vez de irse para atrás, va para adelante”. “Vamos por más, vamos por la historia; cuando se estaban repartiendo el poder se sorprendieron con que nosotros seguíamos para adelante; votando, por ejemplo, la ley de comunicación audiovisual”, ejemplificó. Esa recuperación puso en evidencia “la absoluta artificialidad de un relato mediático” que se sustentaba a través de una gran frase ‘disciplinadora’: ningún gobierno resiste cinco tapas negativas del diario Clarín”.

Laclau sostuvo que la relación entre democracia y liberalismo siempre ha sido conflictiva y que en América latina “avanzaron por caminos diferentes”. El filósofo y politólogo destacó que los ataques al kirchnerismo que proceden de aquellos que defienden los valores del liberalismo dan por hecho que “las instituciones son un terreno neutral cuando son la cristalización de la relación de fuerza entre los distintos grupos”, aclaró. El politólogo propuso explorar la naturaleza del modelo democrático popular del país porque las democracias latinoamericanas pueden “ser ejemplos para las democracias europeas”. “Lo que se está dando en América latina –agregó– es una combinación hegemónica de reconstitución del Estado con las democracias de masas.” Concluyó la charla con una recomendación: “Ya saben lo que tienen que hacer en las elecciones de octubre”.

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