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El país|Domingo, 10 de julio de 2011
OPINION

Festejo sin bombas

Por Martín Granovsky
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El canciller Héctor Timerman se paró, levantó su copa de champagne de color rosáceo y agradeció la visita del secretario general de la Agencia Internacional de Energía Atómica, AIEA, el ex ministro japonés Yukiya Amano. “Lo que hemos hecho con Brasil es una muestra de lo que puede lograrse en democracia”, dijo Timerman. “Conseguimos montar un mecanismo de control nuclear y, dentro de una zona de paz como Sudamérica, buscamos desarrollos pacíficos”, explicó. La escena transcurrió en un almuerzo para 15 personas servido el viernes en el Palacio San Martín, la sede antigua de la Cancillería, del que también participó el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido. Era el festejo de los 20 años de la creación de la Agencia Brasileño Argentina de Contabilidad y Control de materiales nucleares, la Abacc. Para los que gustan de la continuidad, el tema es una perlita: con adaptaciones, la creación de confianza nuclear con Brasil fue una política permanente de todos los gobiernos democráticos argentinos.

¿Las dictaduras querían su respectiva bomba atómica? Es posible. ¿Habían estado en condiciones reales de construirla? Difícil saberlo. En todo caso, la confianza nuclear fue un principio de amistad mutua que los gobiernos de Raúl Alfonsín y José Sarney establecieron como símbolo de una realidad. Sarney visitó en 1986 la planta argentina de Pilcaniyeu y Alfonsín en 1988 la planta de Aramar, cerca de la ciudad paulista de Iperó. Si un presidente extranjero entraba a una planta nuclear del vecino, quería decir que el vecino había dejado de ser una hipótesis militar de conflicto. El tono fue tan cálido que el encuentro de Aramar estuvo acompañado por canciones de Milton Nascimento (“Los hermanos”, de Atahualpa Yupanqui) y Mercedes Sosa (“Sueño con serpientes”, de Silvio Rodríguez).

El gobierno de Carlos Menem mantuvo el criterio de proximidad pacífica y desmilitarización con los países limítrofes, sobre todo Brasil y Chile, los dos más grandes. La Abacc se firmó en su gobierno. En 1991 Menem ya estaba completando el desmantelamiento del Proyecto Cóndor II, el proyecto delirante de construir un misil de alcance intermedio que entusiasmaba a la Fuerza Aérea y había seducido al propio Menem. El Cóndor II todavía encierra dos secretos. ¿Menem consiguió dinero o construyó alianzas externas en su campaña para ser presidente en 1989 prometiendo que lo terminaría? Más allá de la intención racional y pacifista, ¿la interrupción desató la venganza que se articuló con los atentados terroristas de 1992 y 1994? En todo caso, el control mutuo y la formación de la Abacc le sirvió a la Argentina para dar una señal a los Estados Unidos: si dos países se vigilaban, no habría bomba, porque ninguna bomba atómica es un desa-rrollo binacional sino de cada país.

Los 20 años de la agencia encuentran a la Argentina y Brasil en un grado fino de sintonía. Timerman dijo el viernes que “los historiadores hablarán de esta etapa como una era de integración” y destacó que “desde 2003 recuperamos el impulso de la investigación científica”. Tanto él como Amano destacaron que la Abacc es el único organismo bilateral de su tipo en el mundo. Su colega brasileño, Antonio Patriota, que por las cenizas volcánicas no llegó al almuerzo pero sí a un acto público en la Cancillería y a una reunión con la Presidenta, aventuró que esa singularidad podría ser útil en el caso coreano y en lo que definió como “Asia meridional”, eufemismo por Medio Oriente y alrededores. “Es un sistema de salvaguardas único en el mundo, y no sólo lo rescatan los gobiernos sino los físicos de ambos países”, dijo Patriota. Al hacer la historia original, parte en español y parte en lo que definió como “el idioma de Chico Buarque de Hollanda”, subrayó que “las visitas terminaron con las sospechas”. Al hablar de la situación actual, dijo que esa historia refuerza “el sentido de Mercosur y el de Unasur”.

Amano elogió a Brasil y la Argentina y, sin mencionar con nombre propio el desastre japonés de Fukushima, aprovechó para un mensaje de alcance internacional: “La AIEA refirma el compromiso con la seguridad atómica y la ecología nuclear”, dijo.

“El aniversario de la Abacc planta a los dos países con una imagen de confiabilidad ante el mundo”, comentó ayer a Página/12 un diplomático que pidió reserva de identidad. Y completó: “En el caso argentino, actos como éste se suman al lanzamiento del SAC-D”. El satélite que medirá en principio la salinidad de los mares y luego también la humedad de los suelos, una clave para prevenir inundaciones, fue lanzado el 9 de junio por un propulsor de la Nasa norteamericana y estará en órbita por un mínimo de cinco años. El diseño y la fabricación unió el trabajo de la Comisión Nacional de Energía Atómica, la empresa estatal Invap y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.

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